El aumento de la luz que arrastramos desde el 2021, solo ha sido la punta del iceberg. Las facturas del precio de la electricidad, se han duplicado o triplicado y ha quedado en el olvido los precios que solíamos pagar un año atrás por este suministro.
Al carro de la subida de precios, se han sumado los precios de los carburantes, como la gasolina o el gasoil, que llega a records históricos, desatando una huelga de transportistas que luchan a diario por intentar llegar a fin de mes, pese a pagar el doble de gasolina por lo que reciben por el servicio que ofrecen. Son muchos los profesionales del transporte que ya no soportan estos precios tan altos de los carburantes y tomaron la decisión de salir a la calle y reivindicar sus derechos, que no solo repercuten a este sector, sino a todos la ciudadanía que depende de un vehículo no eléctrico.
El precio de los alimentos ha sido otro sector que ha incrementado sus precios, no solo en el aceite de girasol o de oliva, que cuentan con alarmas, como si de una prenda de ropa se tratase, sino que la cesta de la compra es cada vez más cara y la ciudadanía cuenta, en muchas ocasiones, con unos recursos económicos justos para pasar el mes. A esta problemática se añade la guerra de Rusia con Ucrania, que tras más de un mes desde tu estallido, no aparenta señales de llegar a un acuerdo, como si no importasen las vidas que hay en juego.
¿Solucionarán los políticos este gran problema que parece que no tenga fin?