Nadie niega que el veganismo tiene muchos observantes. En España del orden de 240.000 seguidores ya no consumen alimentos de origen animal. Es una de las doctrinas dietológicas que goza con más simpatías.
Hagamos un giro comarcal del tema. En los años 20, un italo-uruguayo, Nicolás Capo (1889-1977), impulsó el naturismo, el vegetarianismo y sus discutidas dietas tropológicas. Fue editor de la revista nudista “Pentalfa” (35.000 ejemplares) muy popular en ambientes anarquistas. El éxito de su consulta le llevó a instalarse en la masia Can Torelló de Gavá en 1929 para desarrollar en el llamado Pantheón, un cúmulo de actividades socioculturales: bodas naturistas, banquetes vegetarianos, gimnasia y, por supuesto, baños de sol y mar al aire libre, desnudos. También scelebró “encuentros en el bosque” en la Rabasada y Sant Miquel del Fai. Hoy existen grupos de “abrazadores de árboles”, los animales son “seres sintientes”, con cementerios (Torrelles) y legados; los ataques a “macrogranjas” y mataderos no son extraños. El consumo de carne disminuye año tras año, ya lo recomiende Garzón o la OMS.
Capo al acabar la guerra civil fue represaliado y su fondo documental yace en Salamanca. Can Torelló se convirtió en cuartel de los antiaéreos que protegían el aeropuerto de El Prat y en democracia fue cedido al Ayuntamiento de Gavà, que desarrolla un proyecto deportivo.
Durante años en Barcelona se han desarrollado iniciativas medioambientalistas, ferias naturistas “Bionatur” y la revista “Natura” con gran tirada hasta su extinción. También los partidos de raíz ecologista, han sido fagocitados por partidos de izquierdas que una vez en el poder limitan sus exigencias. La medicina homeopática sin desaparecer es cuestionada; sin la saña que se empleó contra Nicolás Capo, inhabilitado y con su consulta expropiada y exorcizada por el obispo Modrego.
En las pinedas de Gavà hay lujosas residencias; un camping de Agbar y un espacio donde se celebra la “fiesta de la rosa socialista”, que cotiza para los aspirantes a la política profesional. También aquí la ampliación del aeropuerto tiene a sus máximos detractores por la molestia acústica.
Las leyes prohíben ir desnudo por las calles, aunque existen incumplimientos puntuales y personajes populares que desafían las normas. Sin embargo es innegable que la vestimenta actual, roza los mínimos textiles en muchos casos. En estros tiempos, Capo y sus nudistas no necesitarían ya recluirse.
La fe y la autoconvicción casi fanática de los años 30 en temas de opción libre y estilo personal de vida se ha debilitado por su falta de proyección política. El credo anarquista, tan potente antaño en el mundo latinoamericano, ha casi desaparecido. Los descendientes de Capo regentan un restaurante vegetariano en Barcelona.
Y luchan por reeditar sus obras, pero no la revista nudista “Pentalfa”.