Opinió

Sexo y amor

Mossèn Pere Rovira | Domingo 05 de junio de 2022

Los abusos y violaciones de chicas menores perpetrados por grupos de chicos, también menores están escandalizando a la opinión pública



Las noticias aparecidas en las últimas semanas en los medios de comunicación así lo confirman. El debate social está generando muchas críticas en diferentes ámbitos: los referentes y la educación familiar, los móviles a tan temprana edad, el consumo pornográfico, la exposición hipersexualizada, el relativismo en la concepción y en las relaciones afectivo-sexuales.
Evidentemente, las causas del fenómeno no son sencillas en cuanto a sus orígenes, ni tampoco en su desarrollo a través del tiempo. La sexualidad es una cualidad constitutiva en toda persona y, como tal, debe poder expresarse en toda su plenitud; pero no sólo como mecanismo de placer y de consumo egoísta. La sexualidad no puede desprenderse de aquello que la lleva a su plena expresión: el amor.
La pornografía, tan generalizada en nuestra cultura, lleva al ser humano a la total división entre el sexo y el lenguaje del amor. Dicho de otra forma, la pornografía convierte al otro, generalmente a la mujer, a ser considerado como un objeto de placer sin ningún vínculo de relación psico-afectiva, a cosificarlo sin más, menospreciando la responsabilidad y el compromiso de la relación interpersonal.
El acceso a los móviles y, por tanto, a internet a tan tempranas edades como sucede actualmente es un factor que facilita entrar en un mundo de oscuras intenciones, para el que los menores no están ni preparados. Tampoco tienen criterio crítico para filtrar aquello que es banalizado. Este acceso cada vez más generalizado comporta consecuencias en las relaciones sexuales (ya sean consentidas o no). Un uso irresponsable del móvil e internet no exime a aquellos que lo han facilitado (los padres). Comprarle un móvil a un menor implica introducirlo en un mundo donde la miseria humana es presente en sus diferentes manifestaciones (la pornografía, las redes anónimas, las modas ideológicas, etc.).
A veces, de forma muy sutil, las películas y las series televisivas conciben las relaciones sexuales como una mera actividad, desprendiéndolas de toda implicación que subraye el respeto, la donación, la dignidad del otro, la responsabilidad posterior (embarazos) o el compromiso duradero (probar, gustar y rechazar)
El fenómeno que está aconteciendo en estos últimos tiempos, las violaciones a menores, nos debería conducir a una seria reflexión sobre sus causas y todo aquello que las facilita o alimenta. Ser espectadores pasivos comporta una cierta complicidad para que esta sociedad genere pequeños “monstruos” que desprecian algo tan hermoso como son las relaciones sexuales por AMOR.