Recorrido comarcal por las 'agrobotigues' del territorio en mitad del notorio repliegue de los paradistas hortofrutícolas de los mercados de abastos públicos
Desde siempre, el agricultor ha procurado vender sus productos de la manera más directa al consumidor final. Este es su cliente favorito y para ello, ha luchado desde los Reyes Católicos, en las guerras “remensas” y con la ventajosa sentencia arbitral de Guadalupe que puso fin a los abusos señoriales.
Posteriormente, el intento de cobrar tasas municipales por la venta directa, también se anuló. Incluso en la guerra civil los pequeños propietarios, consiguieron mantener la venta de sus productos a pesar del viento colectivista y los enfrentamientos con la CNT.
Así en el tiempo actual, con un repliegue notorio de los paradistas hortofrutícolas de los mercados de abastos públicos; aún permanecen a precario, las ventas domiciliarias y las secciones de consumo de las Cooperativas agrarias. Hemos hecho un recorrido comarcal por tres de ellas.
-La 1ª es la Agrobotiga de Martorell (2013)
Inspirada en el modelo de la de Igualada y situada en el interior del veterano Sindicat Agrícola (1917), centrado en el vino y que ahora pivota sobre la frutas (cerezas-melocotones) cuenta con 70 socios, de los cuales hay unos 15 socios activos. Cuenta con 10.000 m2 de superficie y hay en ellos 6 locales de negocios en alquiler. La tienda cuenta con cuatro empleados y no son subvencionados.
Con el Covid-19 tuvieron récords de ventas, hoy subsisten gracias a los hortelanos, pequeños parcelistas (jubilados, parados) que mantienen los huertos de su autoconsumo. El producto más vendido es el pienso de gallinas y los abonos en segundo lugar, dado su aumento en un 100%. Cuentan que la cereza esta arrasada en la Comarca por la mosca “zuzuki”. Muchos “torreros” de las urbanizaciones de los años 60 compran abonos y herramientas. La venta de productos agrarios y el sub-sector ecológico tienen por objetivo llegar directamente al particular, colectividades y restauración. Aunque no van a Ferias ni eventos promocionales.
Comentan que las tierras abandonadas se orientan al centeno y trigo. Fallan los relevos y los neorurales son excepcionales. La gerencia la ejerce el alcalde de Martorell, Xavier Lladonosa, que simultanea ambas funciones. Es un hombre “payés” que empezó desde la modestia, a estudiar derecho, trabajando en el campo. Conoce el sector de la agricultura periurbana en una ciudad básicamente industrial con un 23% de inmigrantes.
-La 2ª Agrobotiga, está en la Agropecuaria de Gavá (Agrogavá), su gestor Jaume Josep, diplomado en Empresariales, nos cuenta que se fundó en 1987 y como detalle de situación, que de los 300 socios, hay apenas 20 socios activos. A pesar de ello facturan al año sobre los 800.000 euros. Son cuatro empleados y el cliente-tipo es el “hortelano”, esta figura que los cultivadores de la zona, siguen con recelo y desprecio. Siendo el pienso para gallinas el producto más vendido. Por supuesto en el Covid-19, batieron récords de ventas. El abono nitro-26 es el segundo en ventas y ha más que doblado su precio. Debido a la guerra de Rusia -su exportador- con Ucrania. Venden en consumo: calcots, espárragos, alcachofas, patatas y fruta de temporada. Cava Estruch, aceites y miel. Procuran mantener los precios finales de sus productores, siguiendo la ley de la cadena alimentaria para el sector primario, que prohíbe la venta por debajo de su coste, recientemente aprobada, pero que no sirve de mucho. Cuentan con 1500 m2 de superficie en su almacén. Se muestran preocupados por el mapa de la ZEPA y lamentan la ausencia de compensaciones por la expropiación de facto, que es el potenciar al máximo la reserva aviar y limitar la agricultura integrada. Van a la feria de Gavá y mantienen intercambios con otras cooperativas.
-La 3ª Agrobotiga es de la Cooperativa agraria de Sant Boi (1909) que se inauguró el pasado 9 de diciembre con su presidente Luis Solanas y las autoridades locales; en un proyecto financiado en un 80% por el Área Metropolita de Barcelona (AMB), incluida la decoración “pop” de la fachada por el artista local Iván Bravo.
La nueva tienda recoge las últimas normas de venta al detalle y el deseo de aproximar un “stock” poco visible de productos agrarios, de su interior a la línea frontal del almacén.
Un elenco de productos acabados y primarios con la alcachofa y sus derivados como reclamo principal. La Cooperativa, cuenta con 7 socios activos, pero desarrolla una gran actividad que en el Prat y Viladecans, ha desaparecido, siendo Sant Climent; Santa Coloma, y El Prat, unas cooperativas en horas bajas. Nace marcando el terreno entre sus iguales, en un momento complicado y peligroso de la agricultura comarcana. -ZEPA, HUBS agrarios-, intromisiones de ecologistas y administrativas, que están poniendo en riesgo una actividad económica estratégica que tiene que ver con el producto Km0 y la seguridad del suministro alimentario a las grandes urbes, en períodos de crisis.
La crisis energética, el aumento de gastos generales, con los precios por debajo del coste y el encarecimiento salarial. Enfrente de la Agrobotiga, -un gran pancarta blanquiroja- protesta contra la ZEPA y la falta de claridad y secretismo de las “negociaciones” sobre el tema. Mientras la Cooperativa aumenta su gran banco. de tierras cedidas. Y tiene sus productos estrella en la alcachofa, los piensos y los abonos nitrogenados. Colaboran en la “Carxofada” de la Fira. Hay 15 empleados, en la Cooperativa de Sant Boi, la cual mantiene la mayor zona de cultivo.
La agrobotiga de Sant Boi, -su éxito o fracaso- puede ser un fiel registro de la actual crisis agraria, que nadie niega, pero que algunos afrontan. Suerte en el empeño.