Gavà

La regresión de las playas: “El mar no cesa”

Xavier Adell | Viernes 13 de enero de 2023

El mar no entiende de resiliencia ni de declaraciones de impacto ambiental



El mar es implacable y si las dinámicas de sus corrientes se interrumpen o se retuercen no tiene piedad en descargar su furia contenida en el punto del litoral más débil que encuentre. Y eso es lo que ocurre con las playas del Delta del Llobregat. El cambio de las dinámicas marinas derivado de la ampliación del Port de Barcelona actúa como un látigo que azota la costa y arrasa los arenales de El Prat y de Gavà, principalmente.

La regresión de las playas alcanzó el pasado verano cotas inusitadas pues el retraso en la reposición de arena que anualmente debe hacerse en la costa sur metropolitana afectó incluso a la temporada turística y de baños. Pero puso de manifiesto, ahora de forma incontestable, que dragar arena del fondo de Port Ginesta para ‘rellenar’ la costa deltaica es de una inutilidad supina, pues con la mínima tempestad la aportación desaparece, como ocurrió varias veces el pasado otoño. Hacen falta medidas estructurales que vayan más allá o en no demasiados años, adiós a las playas.

El reconocimiento del diagnóstico ha generado un consenso que ha dado sus primeros frutos: la secretaria de Estado de Medio Ambiente, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco), “ha licitado un estudio sobre las medidas que deben tomarse para frenar la regresión del litoral”, como ha revelado el alcalde de El Prat, Lluís Mijoler, en su última reunión con la delegada del Gobierno en Catalunya, Maria Eugènia Gay. El redacción de este estudio definitivo está previsto que se adjudique durante este mes de enero y se espera que fije las medidas estructurales que deberán desarrollarse para evitar que las playas del Delta acaben tragadas por el oleaje, con el grave daño que eso supondría para el medio ambiente, pero también para la economía del Baix Llobregat, en especial del sector turístico.

Los municipios costeros del Delta del Llobregat llevan años observando y estudiando las ‘nuevas’ dinámicas marinas. Y no han cejado de buscar soluciones al fenómeno que ha interrumpido “el aporte natural de arena a las playas que arrastraban las corrientes y que ya no llega”, explica Rosa María Fernández, teniente de alcalde d’Urbanime, Habitatge i Sostenibilitat Ambiental de Gavà.
Si la ampliación del Port de Barcelona (y posiblemente también el cambio climático) no se hubiera interpuesto entre las corrientes y la costa, lo normal sería que, entre los meses de octubre y febrero de cada año, los arenales retrocedieran (asolados por los temporales) pero que, a partir de marzo o abril, las dinámicas marinas se invirtieran, permitiendo que las playas recuperaran “de forma natural” la arena perdida durante el tempestuoso invierno, describe Fernández.

La experiencia ha demostrado que reponer arena en las playas ‘a lo ancho’ (más espacio para los bañistas) es menos efectivo contra la regresión del litoral que hacerlo ‘a lo alto’ (formando dunas). “Los técnicos han comprobado que cuando hay una mayor altura de arena, el temporal no puede llevársela toda. Las dunas protegen la playa porque la hacen más resistente a la erosión”, explica la teniente de alcalde de Gavà. “El sistema dunar no es suficiente, pero es paliativo y ha evitado que cada año se pierdan entre 1,5 y dos metros de playas. Se pierde arena, pero estamos aguantando”, asegura la edil.

Así que no queda más remedio que encomendarse a las medidas estructurales que salgan de las conclusiones del estudio que está a punto de encargar el Miteco, y que se unirá a los elaborados por los ayuntamientos, el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) e incluso los resultados de un proyecto europeo sobre el estudio de las dinámicas marinas del que el territorio ha solicitado formar parte. “Los fondos Next Generation de la Unión Europea (UE) suponen una oportunidad para poder sufragar pruebas piloto, que prueben medidas como las que funcionan en momento con los next geenration para pruebas piloto y ver que funcona, en holanda hay y funcionan.

Uno de los a los contratiempos a los que el informe del Miteco deberá hacer frente es que las playas sobre las que debe actuarse “son zonas de protección marina y cualquier actuación que se realice necesita de su declaración de impacto ambiental”, recuerda Rosa María Fernández. Esta restricción es incompatible con construir estructuras fijas como un espigón submarino, por ejemplo.

Ensayar y solucionar

Gavà ha probado con cimentar las profundidades de las actuales dunas con arena seca y compactada . Y el método funciona. “Es una medida que ayuda, pero no es la solución”, reconoce Martínez. Otra posible actuación es colocar un geotubo sumergido a pocos metros de la orilla, que sea resistente a los temporales pero que en primavera permita la entrada natural de la arena. También se ha comprobado que la arena gruesa es más resistente a la regresión que la más fina. “Se trata de ensayar cosas y al final encontrar una solución”, admite la teniente de alcalde.

La preocupación crece. Y es que, por si fuera poco, el impacto de la erosión no es fijo. Así, mientras en 2015 las playas de Gavà que más sufrían los envites de las borrascas eran las más próximas a Viladecans, en 2022 la víctima ha sido el tramo central, con el epicentro a la altura de la calle Palafrugell. “La regresión se desplaza cada vez más hacia el sur, hacia la riera de Canyars”, advierte la concejal gavanense.

Al final, se trata de “estabilizar las playas existentes, no de que ganen más terreno”, subraya Fernández. Pero es que, simplemente para ‘resistir’ a los temporales, en Gavà urge una aportación extra de 40.000 m3 anuales de arena. El trasvase desde Port Ginesta del año pasado rondó los 26.000 m3. Prácticamente la mitad del mínimo imprescindible para sobrevivir. El municipio reclama el aporte adicional, pero, por ahora, no confía en recibirlo. Si no llega, en el ayuntamiento esperan que, al menos, la planificación de la reposición mejore y, a ser posible, “se haga antes”, sugiere Martínez. El objetivo es que no se repita el bochorno del verano pasado.

Un mordisco de 20 metros de ancho en tres décadas

Los estudios sobre las dinámicas marinas encargados por el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) han confirmado algo que se viene observando desde hace años: las playas del Delta sufren “un déficit de arena muy importante a causa del dique del río Llobregat, que delimita la ampliación del Port de Barcelona”. La situación es grave. Si no se pone en marcha un profundo plan de medidas estructurales de estabilización “las playas podrían perder más de 20 metros (de anchura) en los próximos 30 años”, han advertido fuentes metropolitanas. Y es que la reposición actual de los arenales deltaicos es un parche inviable a corto plazo. Por este motivo desde el AMB se ha pedido la ayuda del Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) para que acelere el imprescindible plan de estabilización en fase de licitación. El organismo incluso se ha ofrecido “para coordinarlo”.

El informe metropolitano sobre dinámicas marinas ha constado que anualmente, el litoral del Baix Llobregat pierde 160.000 m³ de arena en la zona del delta del Llobregat. El Port de Barcelona, en cumplimiento de la Declaración de impacto ambiental (DÍA), repone anualmente unos 100.000 m3 de arenales (este pasado año 2022 con un notable retraso que ha perjudicado a la temporada estival de baños), una cantidad que el AMB define como “insuficiente”.
Además, “la granulometría de la arena no es la adecuada”, han asegurado las mismas fuentes. La arena con la que hasta ahora se han repuesto las playas del Delta, y que se extrae con una draga del fondo de Port Ginesta (Garraf) es muy fina y es presa fácil de los temporales. Por eso el territorio ha empezado a reclamar que se utilice arena procedente del fondo marino de la bocana del puerto, mucho más gruesa y resistente a las tempestades.

El origen del problema radica en la ampliación del Port. El dique construido en la desembocadura del cauce del río desviado para favorecer la expansión de la Zona de Actividades Logísticas (ZAL) portuaria desempeña “un papel negativo en la regeneración de las playas del Delta”, reconocen los técnicos metropolitanos. Esta infraestructura, que tiene ocho metros de hondo, actúa como “trampa” de sedimentos, que quedan atrapados a esta profundidad sin llegar a la costa. Así, “la cuenca sedimentaria del río Llobregat se ha desconectado del delta, hecho que rompe la dinámica natural de aportación y transporte de sedimentos, que a la vez son regeneradores naturales de arena en las playas”, confirman los informes metropolitanos. A esta regresión ’artificial’ forzosa hay que agregar los estragos ‘naturales’ causados por las tempestades estacionales. Los temporales se han incrementado notablemente desde el 2017 y cada vez “son más prematuros, intensos, frecuentes y largos. Esta coyuntura provoca un aumento de la erosión y la inundabilidad de las playas, lo que se ha traducido en que la línea costera del litoral metropolitano sur retroceda un metro de media anual”, advierte la investigación del AMB.

Pero también hay datos esperanzadores en el informe metropolitano sobre dinámicas marinas. El primer estudio de las playas del delta ha permitido descubrir “un sistema de barras de arena sumergidas que podría proteger las playas del litoral metropolitano sur, con 1,5 metros de altura y una longitud de 20 kilómetros”, han avanzado fuentes metropolitanas. Esperanzador.

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