Cultura

Leonardo Padura... “Personas decentes”

Domingo 15 de enero de 2023

Leonardo Padura ((La Habana, 1955) es un escritor que comenzó a publicar a inicios de la década de los años 80 del siglo pasado



Cuentos, relatos cortos, artículos periodísticos, ensayos…forman parte del abundante caudal literario de este autor cubano.
Sus obras han obtenido el reconocimiento internacional adornando su biografía con numerosos premios, entre los que destaca de forma muy especial la concesión del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015 por el conjunto de su obra.
Una producción que se ha visto ampliada en los últimos años con las obras “Como polvo en el viento” (Tusquets, 2020), novela en la que se sumerge en el exilio cubano, y “Personas decentes”, objeto de esta reseña.

PERSONAS DECENTES (Tusquets, 2022). Una vez más, Padura da vida a una trama policíaca para mayor gloria de su protagonista icónico, el poliédrico detective Mario Conde, que se enfrenta a las más variadas y originales situaciones en los libros que configuran la serie de novelas policíacas por él protagonizadas. “Personas decentes” es la última aportación a la serie.

Antes de hacer una sinopsis de la novela, quiero destacar que leer a Leonardo Padura es mucho más que disfrutar de una novela policíaca al uso. Padura se sirve de las tramas y los personajes para transitar por una Cuba que indudablemente “le duele” y le subyuga al mismo tiempo. Es pues el valor sociológico de lo que aporta Padura, en medio de las tramas que desarrolla, un motivo más para sumergirnos en las aventuras y desventuras del detective Mario Conde.
En “Personas decentes”, Conde despliega un catálogo con sus más variadas ocupaciones: librero, vigilante ocasional en un local de ocio, asesor-investigador de la policía oficial cubana, escritor…

La novela discurre entre dos tramas que se narran de forma alternativa y que se podrían sintetizar así: año 2016, el presidente Obama visita la isla de Cuba en lo que supone un acontecimiento de magna trascendencia por lo que se refiere a las posibilidades de apertura de la isla en todos los aspectos: económicos, políticos, sociales…Coincidiendo con la visita presidencial se celebrará un concierto de los Rollings Stones y un desfile de Chanel, sin duda eventos de primer orden mundial.
Sin embargo, los asesinatos de dos personajes de la alta sociedad cubana alteran la apariencia de normalidad que desea transmitir el gobierno y es por ello que encargan la resolución de los crímenes al alto mando policial que, por razones de amistad personal, contacta con Mario Conde para que le ayude a resolver el caso que tanto perturba a las autoridades.

Al tiempo que se implica en la investigación, Conde aprovecha los momentos de pausa en sus pesquisas para seguir escribiendo la novela en la que cuenta la historia del teniente Saborit y su relación con Alberto Yarini, un preboste en la Cuba de los primeros años del siglo XX que mezcla la política de alto nivel con ocupaciones más propias del lumpen más sórdido y descarnado.
Como escribía al principio de esta reseña, Padura es tan atractivo por como desarrolla las tramas como por lo que transmite, sin filtros, de la opinión que tiene sobre el pasado, presente y futuro de una sociedad, la cubana, llena de contrastes y claroscuros.
En las líneas que siguen pretendo resaltar esa realidad que el autor describe con ironía, dureza y, en mi opinión, desesperanza.

(refiriéndose a un personaje del régimen)
“…aquél retorcido fue el perro de presa, el abanderado de la pureza ideológica, al que las autoridades del país le habían concedido el arbitrio absoluto de decidir los destinos de los habitantes de la República de las Artes cubanas.”

(opinando sobre las prohibiciones oficiales)
“…para limpiar de malas influencias al mundo intelectual cubano, había que eliminar a los impuros: maricones, tortilleras, los creyentes, los dudosos y los inconformes…los que no entendían las dimensiones del proceso histórico, la ferocidad de la lucha de clases…”

(la realidad de los que se quedaron)
“…los emigrados, por décadas estigmatizados, volvían como vencedores, se convertían en salvadores. Y por eso en la isla la gente decía que lo importante era tener FE: familiar en el extranjero.”

Todas estas reflexiones que pone Padura en boca de sus personajes ilustran el indudable cariz sociológico del que está impregnada la historia que se relata en “Personas decentes”.
Y, pese a todo, Padura (o Conde, como prefieran) realiza un alegato final en el que reivindica el derecho de los cubanos que se quedaron a vivir intensamente el presente porque “…ahora mismo nos sentimos felices, vamos a disfrutarlo, porque nos lo hemos ganado, porque somos sobrevivientes, porque no nos hemos dejado tapar por la mierda que nos han tirado y el odio que nos han hecho respirar, porque somos unos cabrones empecinados y nos queremos mucho, mucho coño, mucho…”

Por: José A. Garrido.

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