Estos últimos días del año nos hemos deseado todo tipo de buenas intenciones, sean la paz, el amor, la salud, la felicidad, prosperidad, etc
Todo parece más fácil; se destaca la importancia de la familia, nos reunimos para cenar, se organizan innumerables “maratones o tómbolas”, la alegría de los niños parece tomar protagonismo, los abuelos son visitados de forma especial... En fin, la Navidad despierta lo mejor del corazón humano.Estos últimos días del año nos hemos deseado todo tipo de buenas intenciones, sean la paz, el amor, la salud, la felicidad, prosperidad, etc. Todo parece más fácil; se destaca la importancia de la familia, nos reunimos para cenar, se organizan innumerables “maratones o tómbolas”, la alegría de los niños parece tomar protagonismo, los abuelos son visitados de forma especial... En fin, la Navidad despierta lo mejor del corazón humano.La Navidad es mucho más que una fecha puntual de una agenda, es más que la excusa publicitaria para incrementar el consumo, es más que una decoración luminosa o musical, es más que un sentimiento…
La Navidad nació como un acontecimiento histórico ofrecido para toda la humanidad, es una respuesta concreta ante un mundo ciertamente desorientado. En fin, lejos de todo aquello que nos quieren vender con abundante promoción, la Navidad no debería perder su originalidad, su mensaje constitutivo, la invitación universal a reconocernos como miembros de una misma familia, donde “el otro” es una oportunidad y no un problema excluyente. Borrar el sentido y el alma de la palabra Navidad comporta una consecuencia inmediata: paganización o, dicho de otras maneras, relativización o campaña comercial o vacaciones, … Comenzamos un nuevo año, un nuevo tiempo de esperanzas y fracasos, de proyectos y decepciones, de ilusiones y frustraciones, en fin, una nueva oportunidad para mejorar nosotros mismos y, así mejorar este mundo que se nos ha dado como arrendatarios.
¿Es posible esta transformación? ¿Es una utopía aspirar a una sociedad más justa e igualitaria? Navidad es la respuesta, el nacimiento de Jesús es mucho más que una fecha y un lugar concreto. Su presencia en el tiempo hace posible lo que para el ser humano es imposible. Cambiar el corazón, origen del amor más sublime o del odio más destructivo, es accesible para aquel que vence sus egoísmos, conquista la paz y destruye los miedos. Esta es la gran noticia de la Navidad, su nacimiento propicia esta nueva naturaleza. Su humildad vence a la soberbia, su vida vence a la muerte, su perdón vence al odio, su paz vence a las guerras de nuestro corazón.Mi deseo no se reduce a un calendario, mi deseo se dirige especialmente para que la Navidad nos acompañe el resto del año. Él lo puede hacer posible.