Afinales de año, algo nos empuja, con mayor o menor convencimiento, a ese ejercicio silencioso de los buenos propósitos
Sabemos que el tránsito de un año a otro no alterará sustancialmente el curso de las cosas, pero sí sabemos que ese pequeño conjuro interior nos procurará nuevas energías para encarar los retos del nuevo año; o mejor incluso, nos instala por unos momentos en una sala de espera-nza que de alguna forma nos renueva.
Y si trasladamos esta reflexión desde el plano individual al de la gestión de lo público, la de un ayuntamiento, por ejemplo, vemos cómo esos buenos deseos adquieren la forma de prioridades de gobierno para el nuevo año. Bajo su manto de números, los presupuestos municipales esconden esas prioridades, los buenos propósitos que deberán guiarnos a lo largo de los meses venideros. Ya lo decía Séneca: cuando no sabes hacia dónde navegas, ningún viento es favorable; así que bienvenidos sean esos buenos propósitos. Otra cosa es que las siempre sufridas arcas municipales cuenten con la dotación económica necesaria para que todos ellos se materialicen...
En el caso de Sant Boi, nuestras prioridades pasan por dar continuidad al proceso de transformación que vive la ciudad, que avanza por el camino de la sostenibilidad y el de la mejora de la calidad del espacio público. Pero nuestro rumbo debe ser equilibrado, y así, al lado de las grandes inversiones, el cuidado de las personas, especialmente las que están en situación de dependencia y las familias en situación de vulnerabilidad económica, estará una vez más en el centro de la agenda política. Todo ello podría expresarse en un único deseo: que el 2023 nos depare aquello que nos acerque un poco más a la ciudad que queremos ser.
Mientras tanto, feliz año nuevo!