Pero como toda novedad, deben adaptarse para que puedan convivir con el resto sin resultar una nueva fuente de conflictos urbanos. Esta es una cuestión particularmente sensible en municipios como l’Hospitalet de Llobregat, particularmente densos en los que el uso del espacio público es muy intenso.
Los usuarios del patinete eléctrico deben entender que circulan con un vehículo que, aunque eléctrico, es propulsado con un motor, por lo que no pueden circular con el patinete como si fuesen transeúntes. No sólo han de respetar las aceras, sino que habría que reflexionar como sociedad si se les habría que exigir garantías como a otros vehículos que solo pueden circular con un seguro de responsabilidad civil y con una acreditación de conocimiento de las normas de tráfico.
Por otro lado, ha habido incidentes alarmantes debido a baterías de patinetes eléctricos que han ardido y que han ocasionado diversos heridos al encontrarse en el transporte público. Parece una medida prudente prohibir su introducción en el transporte público mientras no se garantiza la seguridad de estas baterías.
Es fácil comprender que algunos usuarios se sientan perjudicados, pero la seguridad siempre ha de ser lo primero. El campo de las baterías eléctricas se encuentra en una fase de desarrollo y cabe esperar que se mejore su estabilidad y seguridad. Mientras tanto, en espacios cerrados donde suceden aglomeraciones, es prudente evitar su presencia.
La innovación siempre genera nuevos retos que nos obliga a nuevas adaptaciones constantes. Los patinetes eléctricos es posible que representen una herramienta útil para conseguir una movilidad en los espacios urbanos que sea lo más autónoma, limpia y respetuosa posible, pero, como todo, se tiene que regular para que convivamos todos de la forma más armoniosa posible. III