Raquel Montserrat Valle es la directora de la escuela Miquel Martí i Pol en Viladecans, uno de los cinco centros en Cataluña que instauró en 2017 las 'smart classroom': espacios de aprendizaje adaptados a la nueva generación, que cambian según las necesidades educativas de cada centro. Atrás quedan los pupitres en fila, la pizarra o la propia mesa del profesor, que pasa de impartir clases magistrales a "acompañar" y "ayudar al alumno". Una instalación innovadora que sustituye los objetos tradicionales por gradas, escenarios y mesas de diferentes tamaños. Por ello, el método formativo ha llevado al Ayuntamiento de Viladecans a apostar por el proyecto liderado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Así, desde finales del mes de diciembre de 2022, 5.100 niños y niñas de las escuelas públicas ya disfrutan de las aulas inteligentes en diez centros de primaria.
"El protagonista principal es el alumno. El maestro lo orienta y guía. No les enseña, les ayuda a que encuentren su propio camino para aprender. El bienestar emocional es capital en el proceso de aprendizaje", explica Clara Moreno, técnica municipal del consistorio del Baix Llobregat. Estos espacios combinan la dimensión pedagógica, ambiental y digital para crear un aula flexible, sostenible y adaptable. "Las aulas tienen parquet. Se busca que el alumno se sienta como en casa. Todo tiene que estar dispuesto para facilitar un poco las metodologías que se utilicen en cada centro".
El curso pasado, el Ayuntamiento de Viladecans puso en funcionamiento cinco clases en los diferentes centros que no requerían obras. Durante este verano se han hecho las obras de adaptación de las restantes para hacer la transformación de los nuevos espacios.
"Había centros que tenían buenos espacios y otros que requerían de cambios de mobiliario. En cambio, en otros sitios tenían que tirar paredes y cambiar picas. Por eso había que dividir el proyecto en dos partes", añaden desde el consistorio sobre unas 'smart classroom' que en cada centro son diferentes. Todas están diseñadas para responder el proyecto educativo de cada escuela, con sus propias necesidades de trabajar".
Precisamente, tanto familias como el propio centro han tenido peso en la construcción del aula ideal a través de tres sesiones de codiseño. En la primera hicieron un borrador, mientras que en la segunda sesión cada escuela hizo una actividad previa con el alumnado. "Escogieron qué espacios les gustaba más, donde les gustaba menos trabajar y aquellos lugares donde se sentían cómodos o nerviosos". A partir de ahí, los más jóvenes dibujaron un modelo, con fantasía incluida. "No faltaron animales, toboganes o piscinas de bolas", reconoce Clara, aunque aún faltaba la opinión de sus padres. "Al ser ideal no había límites. Unos querían gradas muy grandes,con espacios abajo más individuales como si fuese una cabaña. O espacios más íntimos. Aunque lo importante era conseguir un ambiente confortable", apunta Jeroni Garcia, padre de dos hijos, de tercero y sexto de primaria en la escuela Miquel Martí i Pol. Con toda la información recabada, los organizadores del proyecto realizaron un plano a escala del aula real, con las piezas que representan los diferentes objetos, diseñando el aula definitiva.
Sin embargo, este modelo no sustituye los espacios tradicionales. De hecho, tan solo cuentan con diez aulas innovadoras en Viladecans. "De la misma manera que puedes trabajar en una 'smart classroom', también puedes hacerlo en un aula normal. Pero sí es verdad que en estos espacios hay comodidad y facilidades para poder impartir la metodología. Es parecido en ambos lugares".
Asimismo, tanto estudiantes como profesores tienen claras sus preferencias. "Hemos notado que ya quieren crear más aulas. Es como una mancha de aceite que se expande. Me recuerda a cuando nos decían que tocaba gimnasia y te daba una alegría extra. Ahora se han dado cuenta, sea la asignatura que sea, que el solo hecho de ir a las 'smart classroom' les da una satisfacción en vez de hacer la clase de siempre", reconoce Clara Moreno.
La inversión total ha sido de 322.402 euros y los colegios siguen trabajando para incorporar su funcionamiento en el día a día. Además, la acción ha incluido una formación a docentes para que puedan sacar el máximo provecho de las nuevas instalaciones. Sobre el diseño de estas salas, el proyecto cuenta con diez principios.
Desde la flexibilidad y adaptabilidad, que posibilitan cambios de mobiliario y organización, a la personalización que permite a sus protagonistas adaptarse acorde a sus gustos y preferencias. Con esto consiguen un confort y la multiplicidad de los recursos. "El espacio debe ofrecer de forma paralela en una misma sesión actividades que tengan que ver con diferentes dinámicas o competencias, como la creatividad, el razonamiento, el pensamiento lógico, la fabricación, la discusión, el arte, el diseño, la indagación o la búsqueda de información".
La escuela Miquel Martí i Pol cuenta con dos aulas de este tipo, donde las mesas están orientadas de forma circular o semicircular para crear espacios "flexibles". De este modo, en una misma clase puede haber zonas compartidas "Hay alumnos haciendo lecturas en las gradas y al lado dos mesas con expresión escrita", corrobora la directora sobre la política de enseñanza del centro, que cuenta con asignaturas inusuales respecto a la metodología tradicional. Entre ellas, las prácticas de robótica. "Con un temario dan órdenes a un aparato y deciden que vaya hacia delante, atrás o los lados".
O matemáticas a través de juegos. "Tenemos ciertos automatismos de la época para sumar o multiplicar, como aprenderse la tabla de memoria, pero el camino para el cálculo final se hace de otra manera. Hay muchos caminos para llegar a la misma solución. Cada uno es flexible para coger la vía que quiera. Lo hacen con aplicaciones, objetos. Mucho más dinámico", añaden desde la AMPA.
Todos los espacios son peculiares. "Cuando se realizó el diseño se decidió que todo el mundo iría sin zapatos y llevaría calcetines antideslizantes para garantizar la comodidad y hacer una zona confortable. Esto facilita que empiece la gestión del aula antes de entrar", explica el colegio. Los calcetines se utilizan de puertas hacia dentro y no se llevan a casa. "Tenemos una lavandería, donde metemos los calcetines a la lavadora y los extendemos".
El Martí i Pol esconde otra curiosidad, como es la cafetería ,donde los más pequeños "cuadran cuentas" con dinero real. "Trabajamos todo por proyectos, no tenemos libros de texto. Estos espacios son mucho más que un espacio bonito".
En cuanto a los espacios exteriores, los niños realizan actividades que van desde aprender a leer a realizar exposiciones orales, debates o ponencias. Un tipo de docencia con ciertos límites a partir de sexto de primaria. "Tengo un hijo que está en el instituto. El problema viene aquí. Hay un choque fuerte. Tienes que buscar un centro que mantenga este proyecto. Cada niño tiene su maduración en el momento de coger un método más rápido o mantenerse en el que hay. No es igual la decisión para todos, aunque ayudaría que la continuación del proyecto de primaria a secundaria fuera parecida y no un cambio tan radical en las materias", culmina Jeroni.
Por su parte, la regidora Gisela Navarro considera que las 'smart classrooms' son "la guinda del pastel" tras años de trabajo. "Todo cristaliza un poco en aquello que es tangible. Hemos hecho proyectos de contenido pedagógico, de diversificación curricular, hemos formado a los docentes y hemos hecho continuidad de formación con las familias". Navarro destaca la puesta en marcha de iniciativas que ponen en valor nuevas vías de trabajo "Ves en directo que este tipo de proyecto en el aula es una realidad. La motivación de los niños está clarísima y la de los docentes, también. Creemos que es el buen camino y la ciencia nos avala". III
Por Àlex Aragonés.