Editorial

Preservar las joyas de la corona

Editorial | Viernes 07 de julio de 2023
Quien tiene una playa, tiene un tesoro y el Baix Llobregat está en posesión de un tesoro de muchos quilates que, por si fuera poco, tiene un incalculable valor medioambiental.

Por eso, cualquier iniciativa llamada a preservar esta riqueza merece la adhesión inquebrantable de todo el tejido político, económico y social del territorio. El litoral del Delta del Llobregat es una garantía de futuro, siempre que no se baje la guardia y de una vez por todas se actúe para frenar la regresión del litoral, que representa una seria amenaza como hemos advertido en reiteradas ocasiones desde ‘El Llobregat’.

Y es que las cosas han cambiado mucho en el último medio siglo en el Baix y L’Hospitalet. El territorio ha pasado de aglutinar el grueso del músculo industrial metropolitano, y de resignarse a no ser más que un hervidero de ciudades dormitorio, a hacer gala de una identidad diferenciada, con entidad propia y a vivir más del fruto del sector servicios (que ya aglutina el 28,9% de los empleos comarcales frente al 15% de la industria, en base al último informe del Observatori del Baix Llobregat). Según estos datos, de 2022, el 39% de las empresas que operan en el entorno del Delta desarrollan su actividad en el sector turístico. Y todo pivota sobre el potencial de sus incomparables playas.

Desde El Prat hasta Castelldefels, pasando por Viladecans y Gavà, los arenales del Delta se han convertido en un reclamo turístico de primer nivel y en un potente motor económico de la mano de la restauración, la gastronomía y el ocio, tres actividades en constante auge, crecimiento y, lo más importante, generación de empleo. La constatación práctica e irrefutable de esta consolidada realidad es que el número de usuarios de las playas comarcales se ha disparado un 23% en el último lustro y ya supera la friolera de los once millones de visitantes anuales

En este contexto hay que situar la más que loable iniciativa para preservar la costa e impulsar el turismo sostenible consensuada por el Consorci de Turisme del Baix Llobregat, la Diputación de Barcelona, el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) y los ayuntamientos de Castelldefels, Gavà, Viladecans, Sant Boi y El Prat y que ha recibido una subvención de dos millones de euros de los fondos Next Generation de la Unión Europea (UE) y que está integrada por ocho actuaciones complementarias Es la segunda vez que se intenta poner en marcha una iniciativa de estas características con ayuda europea. Hace un año, una iniciativa similar encaminada también a “mejorar el capital natural del sistema turístico y su adaptación al cambio climático”, como explicaron en 2022 sus promotores, no acabó de encontrar encaje en la financiación. Pero solo un año después, se ha redefinido y esta vez sí que ha conseguido llevarse el gato al agua.

El momento para ejecutar este paquete de medidas es inmejorable porque en 2024 se va a celebrar en el litoral barcelonés la Copa América, un acontecimiento que puede convertirse en un escaparate que atraiga más visitantes al Delta, sobre todo si, como se pretende, se lanza un producto turístico de ‘sol y playa’ basado en criterios de sostenibilidad medioambiental, una etiqueta que exige sí o sí una sociedad con cada vez más conciencia medioambiental. Esta es la filosofía de los ocho proyectos: “sensibilizar a los visitantes sobre los efectos del cambio climático en las playas del Delta y sobre cómo podemos combatirlo”, como ha explicado a ‘El Llobregat’ Gemma Rodríguez, consejera de Turismo del Consell Comarcal del Baix Llobregat.

El turismo de ‘sol y playa’ es el gran aliciente de la oferta comarcal y la principal fuente de ingresos del sector. No invertir en la preservación de este tesoro natural sería como matar a la gallina de los huevos de oro. Es indudable que ninguna actividad, por lucrativa que sea, debe mantenerse a cualquier precio y menos en un escenario donde el cambio climático y la huella de carbono son el perejil de todas las salsas. Destinar dos millones de euros a estas ocho actuaciones, que se van desgranar periodísticamente en el tema principal de esta edición, puede parecer incluso poco.

Las playas del Delta constituyen una irrenunciable fuente de generación de riqueza para el Baix Llobregat y, además, son un tesoro en si mismas, por su alto valor ecológico y medioambiental. Invertir en su preservación mientras se las publicita turísticamente bien vale una misa. III

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