Es posible que el bullicio y el ritmo trepidante de las áreas urbanas del Baix Llobregat impidan conocer la Agròpolis, un espacio natural, un ‘laboratorio al aire libre’ incrustado en el entorno del Parc Agrari del Delta del Llobregat donde un grupo de científicos anda pensando y soñando cómo alimentar más y mejor al planeta sin gastar más agua de lo necesario y sin ocupar demasiado terreno natural. Pero sólo una vez al año, cuando los responsables de este parque experimental sacan a la luz cien de sus tesoros, payeses, profesores, estudiantes, investigadores, divulgadores del medio ambiente, especialistas en agro-alimentación pueden posar su mirada y tocar con sus manos reliquias vivas del campo catalán: ‘mongeta del ganxet, enciam del sucre, tomàquet de penjar de Montserrat’…
Precisamente, unas 40 variantes genéticas del tomate fueron las protagonistas de las jornadas de puertas abiertas que este singular espacio en Viladecans organizó el pasado 17 de julio. La Agròpolis conserva en estos momentos un banco con 2.000 muestras genéticas que han fundamentado nuestra alimentación. Y lo ha hecho gracias al fruto del trabajo realizado durante años “a favor de la colecta y conservación de las variedades catalanas” por el equipo liderado por el subdirector de la Escuela de Ingeniería Agroalimentaria y de Biosistemas y responsable de Agròpolis, Joan Casals.
La singladura del proyecto comienza en los años ochenta del siglo pasado, 20 años después del cambio en la economía que supuso un momento de inflexión para la agricultura. “Hasta la década de los 60- rememora Casals- cada payés tenía sus propias semillas y cultivaba con ellas. La aparición de empresas que se especializan en producir semillas que comprarán después los mismos agricultores transforman el escenario y el modelo de consumo”, destaca el subdirector.
Las semillas tradicionales, conservadas en casa de cada familia dedicada a la agricultura, dan paso a las semillas industriales. Y recuperar la memoria antigua del tiempo previo a ese momento se convierte en el cometido de Casals y del grupo de investigadores que han logrado construir en Viladecans esta biblioteca de semillas o “banco de germoplasma”.
Además de preservar patrimonio, la biblioteca de semillas tiene otras utilidades. “Podemos ayudar a los agricultores a recuperar una semilla perdida. A algunos les interesa la memoria, pero también es una herramienta para el mercado porque pueden ofrecer productos diferentes”, subraya el responsable de la Agròpolis.
El conocimiento experimental y el despliegue de una agricultura tecnificada y limpia parecen albergar las respuestas para la puesta al día del sector primario. ¿Es en la Agròpolis donde se investiga la agricultura del futuro de Cataluña? El subdirector de la Escuela de Ingeniería Agroalimentaria y de Biosistemas responsable de este laboratorio al aire libre rebaja las expectativas pero sí asegura que “este es un espacio referente para la investigación en horticultura en Cataluña”, que no es poco.
De hecho, el 90% de los proyectos de investigación de la unidad científica viladecanense se enmarcan en este ámbito. Y desde su inauguración en 2010, el centro logra cerrar unos “una veintena de proyectos anuales”. Uno de los proyectos en marcha pretende definir cómo cultivar tomates sometidos a situaciones de sequía. Los sujetos de la investigación son tomates procedentes de Ecuador y Perú que han logrado soportar contextos de intenso estrés hídrico en regiones de Chile.
Pero hay más líneas de investigación. Está previsto que una de ellas aterrice en Viladecans el próximo mes de noviembre. Se trata de una iniciativa nueva, financiada por fondos europeos, y que pretende encontrar nexos de unión entre la producción de energía y la producción agrícola. Placas fotovoltaicas móviles generarán energía al mismo tiempo que se podrán cultivar bajo su protección habas, lechugas o tomates.
¿En qué punto se deberán inclinar las placas fotovoltaicas sin afectar al rendimiento y la calidad de estos productos agrícolas? Ésta es una de las preguntas a la que deberá responder el proyecto que arrancará el próximo otoño. Porque el objetivo final de Agròpolis, explica Ana Gras, directora del Centro Específico de Investigación Agrotech-UPC, es el de contribuir “a hacer avanzar el sistema agrícola de manera más sostenible sin perder de vista la óptica social y económica”.
Investigar en un entorno seguro y protegido, rodeado por el Parc Agrari del Baix Llobregat, una de las principales zonas de producción hortícola de Cataluña, es uno de los atractivos de la Agrópolis. “Es un lujo investigar en un laboratorio al aire libre”, afirma Gras.
Estudiantes, docentes e investigadores tienen a sus pies las diez hectáreas que el Ayuntamiento de Viladecans cedió a la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) en 2006 para la instalación de este espacio singular dedicado a la investigación de la producción agroalimentaria. En ningún caso, “Agrópolis investiga de manera aislada”, advierte el subdirector de la Escuela de Ingeniería Agroalimentaria y de Biosistemas. En este sentido, Joan Casals añade que además del espíritu investigador de docentes y estudiantes, esta plataforma de conocimiento recibe el flujo de peticiones y propuestas de instituciones y empresas; también de agricultores y otros actores íntimamente relacionados con el campo. “Se trata de jóvenes payeses que se dedican a la agricultura desde el conocimiento y son parte de la solución a los retos que en la producción de alimentos impone el cambio climático”, añade Anna Gras.
El cambió climático azuza la creatividad de los investigadores. ¿Qué hacer para evitar su propagación y al mismo tiempo sobrevivir a las consecuencias de ese cambio? ¿Qué alimentos y en qué condiciones producir sin gastar recursos naturales? Agròpolis, en el corazón agrícola del Baix Llobregat, busca respuestas.
Hectáreas para investigar |
https://www.elllobregat.com/imagenes/el230931ft02.jpg El ayuntamiento de Viladecans y la UPC, la Universitat Politècnica de Catalunya, firmaron el convenio de cesión de casi diez hectáreas de terreno municipal para la construcción de la Escola Universitària d’Enginyeria Tècnica Agrícola de Barcelona en el mes de febrero del 2006. Pero la inauguración oficial de la Agròpolis llegaría cuatro años después: en octubre del 2010. El campus de la UPC en el Baix Llobregat se expandía así desde Castelldefels hasta Viladecans con la nueva unidad científica y técnica que suposo la construcción de Agrópolis.
En el Baix Llobregat y L’Hospitalet, también la Universitat de Barcelona (UB) cuenta con dos campus universitarios. Se trata del Campus de Bellvitge, situado en L’Hospitalet, en el recinto hospitalario de Bellvitge. Y del Campus Sant Joan de Déu, situado en Esplugues de Llobregat, en el mismo Hospital Sant Joan de Déu. Ambos desarrollan actividad académica, docente y de investigación. III |