Explorar cómo se ha representado gráficamente el cuerpo de la mujer desde principios del siglo XX hasta la actualidad es el hilo conductor de Cossos que parlen, una muestra itinerante recién estrenada en el Museu Palau Mercader de Cornellà. La exposición pretende mostrar la figura femenina a través del arte y la visión de cuarenta creadoras y de la originalidad del cómic aplicando la perspectiva de género y está organizada por la Oficina de Patrimoni Cultural de la Diputació de Barcelona y puede visitarse hasta el próximo 24 enero.
La comisaria de ‘Cossos que parlen,’ Marika Vila, explica que la muestra destapa cómo “el dominio patriarcal de la cultura y los tópicos han ocultado los referentes femeninos o les ha negado la voz” y cómo, en los últimos años, se está consiguiendo que las féminas “recuperen su espacio” y se desmonte el cliché de un único modelo de mujer para abrir paso a “las mujeres en su diversidad.”, subraya Vila. Se trata de un viaje de cien años a través de la ilustración y del cómic en Cataluña que repasa la imagen de la mujer “desde la poca presencia republicana hasta la invisibilidad impuesta en la dictadura, para acabar en la actualidad, mucho más diversa”, avanza Vila.
Marika Vila se inició en el mundo de la ilustración y la historieta en los años 70 y sus obras se dirigen a un público adulto, al que pretende hacer reflexionar. La creadora forma parte de la generación de autoras comprometidas que aportaron una mirada vanguardista y feminista al cómic y cambiaron “la mirada social y la importancia de hacer visible e integrar nuestro mensaje en un nuevo discurso del cómic”, asegura.
La exposición se divide en cinco ámbitos, por épocas, y una sala de reflexión final. El primer ámbito se titula “De las mujeres del grupo del Cu-Cut a las humoristas gráficas del Noucentisme” y relata que, en esta etapa, el cómic forma parte de los periódicos diarios como altavoz de las revoluciones sociales (muy a menudo a través de la sátira) y se dirige a un público masculino. Las viñetas normalizan el silencio de la mujer e ignoran sus derechos. Las firmas masculinas predominan frente a las pocas publicaciones femeninas, relegadas al mundo infantil.
El segundo ámbito muestra la época de la dictadura. Aquí el contraste de géneros es más visible, extremo y radical. El cuerpo masculino muestra juego y aventura, mientras que el femenino denota sumisión, domesticado y dentro de un orden y control. Se diferencia entre el bien y el mal, hadas y brujas, princesas o mendigas. La mujer debía ser obediente y en los años 60 se la relaciona con la música, el lujo, el consumo y el ámbito más banal.
El tercer espacio se centra en la transgresión feminista de finales del XX. Las autoras de la época intentar romper los estereotipos y reinventar la figura de la mujer como símbolo feminista. Es un punto de inflexión. “Durante la dictadura las profesionales tuvieron que limitarse al trabajo comercial de encargo cuyas formas y contenidos venían marcados y limitados por las reglas de género que devalúan lo femenino. Pese a la cantidad de lectoras que generaban, su trabajo apenas fue considerado”, admite Vila.
Durante la II República y la transición, las dibujantes se decantaron por ser “las responsables de su obra”, en solitario o en equipo con los guionistas, “desde la autonomía y libertad del cómic adulto, que históricamente ha sido un territorio masculino. Para ello necesitaron usar la transgresión”, describe la comisaria.
El cuarto ámbito se centra en el erotismo. Aquí se exponen las obras de la propia Marika, quien lucha para que, socialmente, se deje de ver el cuerpo de la mujer como un objeto erótico. “Ya desde el inicio de mi carrera, en los 70, me llamó la atención la ausencia de voces femeninas, la falta de referentes en contraste con un exuberante discurso masculino lleno de cuerpos femeninos creados a su dictado”. Desde entonces empezó una búsqueda que ha cristalizado en esta exposición, con la que pretende “mostrar el proceso de cambio, visibilizando a las mujeres y escuchando sus voces”, precisa Marika Vila.
Al quinto bloque llegan el nuevo milenio y la variedad y la diversidad de cuerpos y roles. Con las series llegadas de América (como Marvel) y con el cómic japonés, la figura de la mujer salta de las historietas a la televisión y al cine, lo que las convierte en heroínas del manga y superpoderosas, cambiando los modelos que históricamente habían funcionado.
“En el cambio de milenio, a partir de 2008, vemos la irrupción sorprendente (no para nosotras, sino para el espectador en general) de las nuevas autoras que usan las redes y la autoedición para llegar al público. El diálogo intergeneracional nos mostrará las conexiones, su multiplicación y la extensión plural de sus ramificaciones. El trabajo del colectivo aumenta la visibilidad”, sostiene la comisaria, quien apostilla que la exposición, quiere lanzar un mensaje que va más allá: “El sexo como construcción mental, el cuerpo dividido, el cuerpo en tránsito, el cuerpo que rompe etiquetas y desmonta el género. El cuerpo que nos pide escuchar las voces ocultas”, proclama.
Tras estos cinco ámbitos temporales queda otro espacio: la reflexión final. Después del recorrido histórico por la figura de la mujer en el cómic y de sus autoras, se expone la feminidad real de manera variada: cuerpos grandes, pequeños, arrugados, delgados, heridos, monstruosos… “Es la hora de hacer que los cuerpos hablen. Con silencios, palabras, deseos, acciones, complementos y, sobre todo, con dibujos como forma de lenguaje y expresión”, pregona Marika Vila.
“Espero que la muestra sorprenda gratamente”, apostilla Vila y destaca los fantásticos originales de Lola Anglada en las revistas satíricas catalanas, la diversidad de estilos (como los de María Riera, que se dibuja cara a cara con el pintor del que es modelo en el cuadro Entre artistas, expuesto en Barcelona en 1910), los tebeos de la guerra Flechas y Pelayos, con la muñeca Mari Pepa de María Claret (que enseña a su muñeca a comportarse), los cuentos de hadas de Rosa Galcerán, que visten cuerpos invisibles con las categorías moralizantes belleza/bondad y fealdad/ maldad. O la traviesa Lalita de Pili Blasco.
Mención especial merece la aparición de una modernidad -bajo libertad tutelada- con Mary Noticias, de Carme Barbarà, en la primera serie femenina “Continuará” que duró escasamente dos años (hasta entonces los tebeos femeninos acababan siempre en boda, sin solución de continuidad, sin otro futuro diferente en el mundo exterior para las niñas). Con Barbarà y con Purita Campos se llega al cambio de siglo sin poder que las creadoras tengan voz. “La transgresión feminista llega entonces rompiendo moldes y techos de cristal y las autoras irrumpimos en el espacio adulto imponiendo una temática: el cuerpo como conflicto”, rememora la creadora. Poco a poco la mirada erótica da un giro y el discurso empieza a cambiar desde el otro lado de la cama. “Las nuevas tecnologías y las redes sociales facilitan el acceso y dan visibilidad a las nuevas autoras, que pueden hacer oir su voz y su mensaje”, incide la comisaria.
La visita a ‘Cossos que parlen’ es apta para todos los públicos y accesible a personas con discapacidad. Se han adaptado los contenidos a personas sordas y ciegas, con Braille y códigos QR que permiten visionar los contenidos en la lengua de signos y subtitulados. El visitante dispone de los textos en castellano, catalán, inglés y francés y de ambientación musical.
“La exposición muestra el conjunto de cambios que provoca la eclosión de las autoras actuales”, subraya la comisaria, y que se resumen en la ruptura con los estereotipos que sometían a las mujeres a roles de género y a que “el abuso del cuerpo de la mujer como objeto ha dado paso a que la figura femenina sea una expresión de libertad”, expone Vila.
Para Marika Vila, la muestra es una invitación a todo aquel “que quiera abrir su mente y escuchar. Podrá oír la voz de mujeres que hacen estallar el silencio al que han sido sometidas, adiestradas en la sumisión, dentro de un discurso que abusó del cuerpo femenino como trofeo de intercambio masculino”. Es el contraste entre una visión única de la feminidad, que Vila define como “patriarcal”, y “los cuerpos multiformes, diversos, plurales y en libertad” de la auténtica mujer real.