Cuando en 2008 empezó a llover y llegó a su fin el hasta ahora peor episodio de sequía en el Baix Llobregat y L’Hospitalet el territorio y las diferentes administraciones públicas respiraron tranquilos. Había pasado lo peor y las aguas, por decirlo de forma metafórica, volvieron a sus cauces. Pero en lugar de ponerse a trabajar para evitar que el episodio se repitiera –como suele ocurrir de forma cíclica a orillas del Mediterráneo, los responsables de la gestión de los recursos hídricos no hicieron los deberes y aparcaron (o re-destinaron) las inversiones en infraestucturas que debían proteger a la comarca del azote de otra (previsible) época de escasez de precipitaciones.
Quince años después la historia se repite, con el agravante de que hace un año largo que se agudizaron las voces de alarma que vaticinaban una nueva sequía extrema –incluso peor que la de 2008, como así está siendo- pero no se actuó. Las peores consecuencias pueden empezar a pagarse ahora por que las restricciones de la actual fase de emergencia –que todavía podría ir a peor- puede acarrear la ruina del sector agrícola y de una parte del tejido económico de la comarca, Cada vez son más las voces pregonan que esta dramática situación podría haberse evitado.
La actual sequía extrema empezó cronológicamente hace 40 meses (más de tres años) pero hasta hace como quien dice un mes no se ha puesto el dedo en llaga, pulsando el botón rojo de la emergencia, al límite del tiempo. Posiblemente sea demasiado tarde. “En general, la Agència Catalana del l’Aigua (ACA) no ha hecho las inversiones necesarias desde la sequía de 2008 y la situación a día de hoy es crítica. Tendría que llover mucho para que se resuelva. La dejadez del ACA ha sido absoluta y ahora nos toca correr a todos”, denuncia Baldiri Ros, presidente del Institut Agrícola Català de Sant Isidre y vice-presidente de Foment del Treball.
El enfado de los sectores productivos del Baix Llobregat y L’Hospitalet con lo que está pasando, con las restricciones vigentes y con lo que podría pasar es palmario. Carles Mas, director del Área de Economia y Empresa de la Patronal de la Petita i Mitjana Empresa (PIMEC) reconoce que el plan de medidas “se podría haber preparado antes y más”. Mas pone incluso una fecha: “A principios de mayo del año pasado se tenían que haber activado más cosas. Se ha perdido un año”. Subraya. Un ejemplo es que los municipios todavía no han recibido las subvenciones urgentes para acometer las obras urgentes para atajar la sequía, “que ya podrían estar en ejecución”, asegura el directivo de PIMEC.
Rosa Fiol, vicepresidenta y directora general de la Asociación Empresarial y Unión Patronal Metalúrgica de L’Hospitalet y el Baix Llobregat (AEBALL-UPMBALL), coincide en la falta de previsión por parte de la Generalitat de Cataluña “Las administraciones no han previsto que podía volver a venir una época de sequía como la que nos encontramos tratan a la sequía como algo excepcional” y sostiene que la sociedad civil debería “pedir responsabilidades a la Generalitat por no haber actuado cuando debía porque ahora los que lo vamos a pagar somos los sectores económicos y los ciudadanos”, arremete.
Y es que no pinta nada bien. La agricultura, pero también muchas industrias, están en riesgo, evidentemente los sectores que más agua necesitan, como el sector alimentario, el químico, el textil, la automoción e incluso el turismo. “Si sigue la sequía. no faltará el agua de boca (para el consumo humano) pero sí en la agricultura y la industria”, indica Baldiri Ros.
La cifra de posibles damnificados ya casi tiene nombres y apellidos: “Entre 700 y 1.100 empresas del Baix pueden verse directamente afectadas por las restricciones de agua, lo que supone el 9% del total del territorio. La amenaza no es baladí porque los sectores que están en el punto de mira “concentran el 15% de los empleos de la comarca”, revela Carles Mas. En algunas ciudades concretas, la cifra se dispara hasta el 20%. “Aunque no son muchas las empresas en riesgo sí que concentran un elevado porcentaje del empleo comarcal”, matiza el responsable económico de PIMEC.
Dicho de otra manera, si no llueve puede haber reducción de la productividad, regulaciones de empleo y en casos extremos (como el de las embotelladoras de bebidas o el de la jardinería) hasta apercibimiento de cierres. “Hay empresas que ya se están planteando reducir la producción y las plantillas”, confirma Mas.
Y tras bajadas de persianas y desempleo vendrán inefablemente de la mano “las pérdidas económicas”, que serán mayores o menores “en función de la afectación que las restricciones y el aumento de costes tengan en las distintas empresas”, apunta Rosa Fiol. “La situación puede ser muy crítica especialmente en la agricultura,”, incide la vicepresidenta de AEBALL.
Ni agricultores ni empresarios lo van a tener fácil para calmar la sed de sus actividades económicas. Las restricciones obligan a las compañías a consumir un 25% de agua menos o serán multadas, aunque son muchas llevan años con un plan de ahorro que difícilmente se podrá estrujar más. Tampoco la Generalitat tiene muy claro cómo va a hacer cumplir ‘sin matices’ esta máxima, porque hacerlo sin filtros sería injusto. “Hay empresas que llevan meses y años ahorrando en el consumo de agua. Algunas desde la última sequía, Son muchas las empresas que han hecho lo indecible para reducir el consumo incluso por encima del 25% que se exige ahora. Por eso medir a todos con el mismo rasero beneficia a las empresas que en todo este tiempo no han hecho nada para ahorrar, porque parten de cero. Les va a resultar más fácil”, asiente Mas .
Y es que, pese a la presión a la que están siendo sometidas, a muchas industrias les va a resultar “un enorme sobre esfuerzo” poder reducir más aún su consumo, coinciden los expertos. “Hasta ahora, reducir el gasto entre un 10% y un 15% era relativamente sencillo con pequeños ajustes de la producción y de los procesos, con pequeñas mejoras”, admite el responsable de PIMEC. Pero se está llegando al límite. “Ir más allá no es posible porque, o ya se tiene la mejor tecnología para reducir el consumo, o la inversión que hace falta para conseguirlo es muy alta y no se pude hacer de hoy para mañana”, argumenta Carles Mas.
El representante patronal destaca que “si hay empresas que no han acometido las inversiones es porque con sus actuales márgenes no las pueden asumir, nos las pueden amortizar. Aumentar los costes de producción reduce la competitividad, sobre todo para las pequeñas empresas”, agrega. Y recuerda que cuando subió el recibo de la luz en 2022 muchas mercantiles se tuvieron” que comer el incremento con su margen, sin subir precios, porque no podían repercutirlo al cliente”.
La vicepresidenta de AEBALL también rompe una lanza a favor de las empresas que “permanentemente mejoran el uso eficaz del agua, pero sólo con su esfuerzo e inversión no se va a solucionar el problema que tiene Cataluña. Las empresas no son el problema y el gasto de agua que tienen las empresas tampoco lo es”, remarca Fiol.
Mas añade que en el Baix no hay grandes consumidores industriales de agua, pero si muchos medianos que usan las redes urbanas. “Si hay restricciones se verán directamente afectados”, insiste.
PIMEC también sospecha que se está criminalizando al tejido empresarial como a un gran derrochador de agua y eso significa desconocer la realidad. “Girona ha hecho público un informe de quienes son los mayores consumidores de agua de la ciudad el primero es el propio Hospital de Girona y el segundo, un colegio. A veces se señala a un sector como responsable del gasto excesivo de agua de un municipio, pero en realidad los consumidores son otros. Y del sector público”, asevera el director del Área de Economía y Empresa.
La intranquilidad es la tónica dominante en los sectores productivos del Baix y L’Hospitalet. “Hay mucha preocupación. Si esta situación se alarga meses y las empresas tienen que reducir el 25% del consumo, muchas que no podrán hacerlo más que reduciendo la producción”, con las consecuencias que ello conlleva, admite Carles Mas. Y con el agravante de que en Cataluña “los sectores económicos y la ciudadanía pagamos el agua más cara de España”, recuerda Fiol, lo que debería traducirse en inversiones y mejroas de la gestión”.
La única alternativa a caer en el pozo del abatimiento es mirar hacia delante y confiar en que (aunque sea in extremis) los políticos y los responsables del abastecimiento acabarán cumpliendo con su obligación. “Se le han de dar esperanzas a la gente, sobre todo al sector agrario”, clama Baldiri Ros. Pero se requiere mucho más que eso: “Hay que aplicar las últimas tecnologías y trabajar juntamente administración y empresas (también agricultores), se han de realizar las inversiones necesarias (pendientes y futuras) y se ha de hacer un buen el mantenimiento de las instalaciones deterioradas para que no haya perdidas”, sugiere la vicepresidenta de AEBALL-UPMBALL. Y, sobre todo, hace falta que llueva, que llueva a cántaros.
La mitad de inversión que en 2010 |
Por si fuera poco, España es el tercer país de Europa (solo por detrás de Malta y Bélgica) con un mayor porcentaje de estrés hídrico, porque el agua dulce que se extrae supone consumir el 42% de las reservas disponibles. Llama la atención, según el trabajo de Facsa, que en Portugal -con unas características climáticas y de sequía muy similares a las españolas- el estrés hídrico no supere el 12%. |