A pesar de la creencia generalizada de que el COVID es menos grave en los jóvenes, se ha descubierto que este grupo de edad presenta secuelas a largo plazo a raíz de la infección por coronavirus. Según la Encuesta de hábitos de salud que la Diputación de Barcelona ha realizado a casi 2.000 alumnos de 4º de la ESO durante el primer trimestre de este curso 2023-2024, el 6,8% de los adolescentes del Baix Llobregat y L'Hospitalet que han tenido COVID presentan síntomas persistentes. Este porcentaje es mayor entre las chicas (8,6%) que entre los chicos (5,3%).
La 'COVID persistente' está fuertemente relacionada con la reinfección. Según el estudio, mientras que el 5,6% de los adolescentes que han tenido la COVID una vez presentan síntomas persistentes, aquellos que han pasado por la enfermedad más de una vez, duplican las posibilidades de tener síntomas persistentes (11,6%).
En la encuesta han participado un total de 1.954 adolescentes: 1.059 de ellos han declarado haber pasado un diagnóstico confirmado de COVID. Entre los encuestados que han contraído el COVID alguna vez, un 6,8% ha declarado presentar síntomas persistentes de agotamiento y la dificultad para hacer actividades necesarias para la vida cotidiana. Entre los síntomas mencionados, el 69% sufre cansancio, un 44% experimenta más dificultades para respirar, un 44% padece dolor de cabeza y un 36% tiene más dificultad para concentrarse y/o realizar actividades mentales.
"Una de las consecuencias aún sin resolver que tenemos de la pandemia es la COVID persistente", advierte Gemma Tarafa, diputada de Salud Pública de la Diputación de Barcelona. "Antes de pasar página, debemos ser conscientes del impacto potencial en la salud, sociedad, economía y bienestar que la COVID persistente puede tener, especialmente en nuestra población joven".
La diputada ha recordado que "el problema debe abordarse desde tres perspectivas: monitorear continuamente la evolución, brindar respuesta social, emocional y sanitaria a los adolescentes afectados, y tratar de reducir las infecciones y reinfecciones en la medida en que sea posible socialmente".
Laura (17 años) lleva desde los 13 años con COVID persistente. Según el testimonio de la madre, Geno Velasco, madre e hija han experimentado ya seis reinfecciones. "Antes de la pandemia, Laura solía bailar durante 3 horas al día, practicaba esgrima y tocaba el tambor... pero tuvo que dejarlo todo", ha explicado, apenada, su madre. "No pudo regresar a la escuela cuando reabrieron las escuelas, porque tenía dolores de cabeza insoportables, cansancio y dolores articulares...", ha enumerado la madre. La primera infección reactivó el virus del Epstein-Barr en la niña, afectando su hígado. También sufrió síndrome Raynaud (intolerancia al frío) y posteriormente experimentó dolores abdominales, problemas en la piel, fatiga crónica con dolor articular y trastornos de tiroides, entre otros síntomas adicionales.
Las consecuencias también han afectado al ámbito psicológico. "Laura, una niña con altas capacidades, ha sufrido un gran impacto a nivel cognitivo", explica su madre. En la actualidad, Laura experimenta problemas de concentración y dificultades cognitivas, lo que le impide rendir adecuadamente en los exámenes. Según ha explicado su madre, "no ha podido casi ni leer durante tres años debido a las dificultades para comprender". Su rendimiento académico ha disminuido considerablemente y ahora requiere clases particulares y apoyo psicológico. Geno está luchando para que Laura pueda realizar las pruebas de acceso universitario de manera adaptada y denuncia la falta de reconocimiento de la enfermedad por parte de profesionales, centros educativos y la sociedad en general.