Lluis Mª Estruch

La impronta

Lluis M Estruch | Viernes 05 de abril de 2024
En menos de dos meses, España tendrá tres elecciones importantes en un especial momento, que hacen cierta la supuesta afirmación del canciller von Bismark (en la foto adjunta):

“España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentando destruirse y no lo han conseguido”. Fue dicha en el turbulento Siglo XIX y los dos siglos siguientes no fueron ni son calmos precisamente. Es por ahora la impronta hispánica.

Al ajustarse tantos comicios, un político profesional, me comentaba la dificultad de “actuar” ante un electorado fatigado de tanta y agitada política con pocas resoluciones prácticas ante: sequía, fracaso escolar, paro, vivienda, inseguridad y alza de precios. Este concejal “eterno”, que imposta la voz, discursea seguro y hasta se permite gestos y chistes en los Plenos municipales de una ciudad mediana de la que no diremos el nombre.

Como él, hay muchos otros que creen que con un mínimo CV, fotogenia y cierta facilidad de palabra, -se autoconvencen- de que lo suyo es montarse en el “ascensor social” de la política retribuida e integrarse en la mal llamada “casta”, según Pablo Iglesias. No todo es fácil, por supuesto y la selección darwiniana actúa, depurando a los más inútiles, sin gran rigor y mucho azar. La oratoria tan mal practicada en nuestro país, no es el peor filtro. La facundia argentina de muchos políticos trasplantados no les vale siempre, para mantenerse en el poder. Quién recuerda al pomposo Dante Albano Fachin y otras estrellas fugaces hasta con buen fondo actoral como el transformista, Toni Cantó. Son ejemplos de sobreactuación y escasez de contenido, a muchos todo se les va en la voz y gesto.

Al llegar a este punto de la falta de credibilidad, quisiera tener en cuenta el recuerdo de los descartes y menosprecios del gran entrenador de actores, John Strasberg de la familia fundadora del Actors Studio de Nueva York con su famoso “Método” (Dean, Newman, Brando, Cliff…) quien. en una de sus estancias en BCN, organizaba revisiones actorales, -de actores profesionales en el Instituto del Teatro- allí sentado, valoraba las breves improvisaciones de actores profesionales y noveles.

En estas sesiones, se constataba la sorpresa de algunos veteranos, por las duras críticas de Strasberg , que les hacían perder su aplomo y seguridad interpretativa. Muy afectados, abandonaban la sala, tras fracasar en el desnudo escenario. Strasberg y los suyos, adoptaron métodos del ruso Stanislaswki para remover el interior de los actores y lograr la emotividad e identificación con los personajes interpretados hasta un punto tan extremo que aún nos conmueven. Todos sabemos que los partidos improvisan cursos para los nuevos candidatos que en realidad estereotipan y roban espontaneidad a los futuros elegidos. Moldean futuros “robots” temerosos de no salir en la foto, en certera frase de Alfonso Guerra.

Pero poco sabemos del por qué están en las listas, porque no lo son por las falseadas primarias sino por la cooptación o la pura designación: el “dedazo”. Una vez ya en la competición electoral, deberíamos exigir a los candidatos en liza honradez, facilidad oratoria y dialéctica, un buen “curriculum” que siempre es una garantía y sobre todo desprenderse de la arrogancia y también de la falsa modestia que muchos adoptan como recursos fáciles, para ganarse las simpatías del elector. Ser auténticos y eficaces, resulta lo más difícil y pocos lo conseguirán.

En los 47 años de democracia, hemos tenido buenos parlamentarios, pero escasos líderes con mensaje aprovechable y perdurable, -no daré nombres-, son escasos y los tenemos bien presentes. Y estos que aún brillan en el recuerdo tenían contenido y una misión que creían que debían desarrollar sin prisas y por etapas; con la mirada larga para evitar la fragmentación y los rabiosos y cruentos enfrentamientos que a lo largo de nuestra atormentada historia han tenido lugar de forma periódica.

Si en Brasil hay Academias tipo “FAME” para preparar políticos, sin gran resultado, y entre nosotros abundan en exceso los politólogos, sin mejoría del clima político, creo que por ello nos faltan, entre otras cosas, periódicas revisiones de los -“actores políticos” -al estilo de John Strasberg en el Instituto del Teatro y con el pulgar condenarlos o indultarlos como en un circo romano y para esto nos servirán las tres elecciones ya convocadas y adelantadas, en especial las catalanas, que tanto nos conciernen. III

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