Si la memoria no me traiciona, escogí debutar en esta revista con una pieza sobre los Idilios de Juan Ramón Jiménez, una obra que había permanecido extrañamente inédita hasta aquel 2012. Fue el primero de una serie de artículos sobre literatura a los que siguió “Café Central”, una sección bajo cuyo encabezado publiqué piezas breves en las que describía escenarios locales observados con esa “mirada animal” que Rilke recomendaba a los poetas
En 2019, quise incorporar a mi vida profesional otra de mis pasiones, el cómic, y se me ocurrió proponerle al entonces director, Francisco J. Rodríguez, una sección fija sobre el noveno arte. Honestamente, hice aquella llamada pensado que me diría que no. Aunque sucede cada vez menos, el tebeo todavía es percibido como un producto de puro entretenimiento, un pasatiempo para críos y sin interés cultural. Pero compró la idea, y durante dos años me divertí enviando a los lectores unas “Cartas desde Krypton” en las que puse todo mi empeño en recomendar lecturas que pudiesen ayudar a cultivar el amor por el cómic, poner en valor el trabajo de ilustradores y guionistas, explicar la actualidad del sector… Para mi sorpresa, se convirtió en una de mis colaboraciones de prensa más leídas. Colegas escritores, vecinos o familiares a los que no les interesaba especialmente el tema me comentaban que se detenían a leer aquella media página.
Por eso, cuando el ahora director, Xavier Adell, me contactó para invitarme a rubricar una última “Carta desde Krypton”, con ocasión de este número 200 de ‘El Llobregat’, me sentí tremendamente feliz. Por supuesto, porque se daba la ocasión de celebrar que una publicación como esta, pese a todas las dificultades, no solo sigue en pie, sino que quienes le dan forma mes tras mes mantienen intacto el compromiso de continuar al servicio de los lectores; pero no pude evitar pensar también que, si había logrado ganar media página para el cómic en una edición tan señalada, significaba que estábamos ganando la batalla.
Me vino a la cabeza entonces que lo que se estaba armando para conmemorar que ‘El Llobregat ‘se imprimía por ducentésima vez era también una costumbre muy comiquera. Tanto, que si le preguntásemos a un lector de tebeos de superhéroes por algunos de sus preferidos, es probable que mencionase entregas como el mítico Fantastic Four #50 (1966), en el que para celebrar que Los Cuatro Fantásticos cumplían el medio centenar de entregas, Stan Lee y Jack Kirby tuvieron la idea de enfrentar a sus superhéroes a un trasunto de Dios. O The Uncanny X-Men #200 (1985), en el que se daba lustre a la ocasión narrando el juicio al más célebre antagonista de la cabecera. The Amazing Spider-Man #300 (1988) es también una de las historias más recordadas del gran icono de Marvel, en la que el protagonista decidía deshacerse de su traje negro para volver a vestir con el emblemático azul y rojo que todos identificamos. Espero que, como esos cómics, esta edición de ‘El Llobregat ‘se gane un hueco en la memoria de los lectores… y que dentro de unos años podamos celebrar juntos el número 300. III