No es tanto porque resulte complejo aventurarse a hacer un pronóstico sobre el resultado que emanará de las urnas -pues a grandes rasgos y según las diversas encuestas parece bastante definido-, si no porqué lo que da verdadero vértigo es confirmar si algún presidenciable o alguna alianza será capaz de lograr la investidura.
Las bolas de cristal demoscópicas vaticinan una victoria del PSC y su candidato Salvador Illa (más o menos holgada según el sondeo) y otorgan la reñida segunda plaza a un renacido Carles Puigdemont (Junts) a los que podrían separar solo cinco diputats, en el recuento más apretado. El tercer lugar sería para ERC de Pere Aragonés. Pero la ecuación es diabólica porque no garantiza a los socialistas poder asaltar la Generalitat, ya que las formaciones independentistas unidas podrían revalidar la mayoría absoluta (68 escaños). Una reedición del tripartito PSC-ERC-Comuns también cuadra con algunas predicciones e incluso la sociovergencia, pero estas dos fórmulas harían peligrar la frágil mayoría de Pedro Sánchez en el Gobierno de España. Puede darse el caso de que los resultados no haya por donde cogerlos, que Cataluña sea ingobernable y que nos veamos abocados a una repetición de los comicios.
Por si no había suficiente con cuantificar la incidencia de la reciente tramitación la Ley de Amnistía (de una constitucionalidad en entredicho) en los votantes, Sánchez acaba de sacarse de la chistera el conejo de la no-dimisión (después de mantener la incertidumbre y abonar las especulaciones durante cinco días) y ha avivado el frentismo, lo que, a todas luces, acarreará unas consecuencias que, a priori, también resulta difícil calibrar en el plano electoral. Es igual de imprevisible que el maremoto en las urnas que podría desatar (o no) que Salvador Illa acabara siendo imputado por el caso de las ‘mascarillas fake’ (por su etapa de Ministro de Sanidad en los meses de la pandemia del covid-19) como les ha ocurrido a algunos altos cargos de su ministerio. O si surgen nuevas aristas del ‘caso Koldo’ o nuevas revelaciones vinculadas con la actividad profesional de Begoña Gómez.
Todas estas cábalas ensombrecen de alguna forma el verdadero debate que debería centrar la campaña electoral autonómica: el de los programas, algo que cada vez parece pesar menos a la hora de decantarse por la papeleta de una candidatura u otra frente a las urnas. Para compensar, El Llobregat abre este espacio para que cuatro de los aspirantes (PSC, ERC, PP y Comuns) nos hablen de sus propuestas. ¿Quién ofrece el mensaje más seductor? ¿Quién ganará la elecciones? ¿Quién gobernará la Generalitat los próximos cuatro años? El debate está servido. III