El Llobregat

El caos de las autoescuelas: miles de jóvenes esperan meses para poder examinarse

Laura García Martínez | Viernes 07 de junio de 2024
No son nada aislados los casos de jóvenes que se sacan el carné de conducir con un intensivo de varias semanas en ciudades de la España interior, principalmente en Cuenca.

Pasa en Madrid, pero cada vez más el fenómeno se está extendiendo por el entorno metropolitano barcelonés como una mancha de aceite, debido al insufrible tiempo de espera que hay para poder examinarse en Barcelona. Muchos aspirantes a conductores aprovechan el verano, y los vínculos familiares (no olvidemos que el origen de buena parte de la población del Baix Llobregat y L’Hospitalet está al otro lado del Ebro) para probar suerte con el teórico -pero sobre todo con el práctico- en la ciudad de las espectaculares Casas Colgadas. donde se dice que encima es más fácil hacerse con el aprobado. Ingeniosas soluciones frente a la desidia oficial.

La administración conoce el problema, la falta de examinadores, y las autoescuelas de Barcelona -con un importante peso de L’Hospitalet y Baix Llobregat en ellas- llevan años luchando para reducir estas colas que no son noticia, porque sus alumnos son los principales afectados. Lo que no acaba de entenderse es que, si es un asunto crónico, conocido y que se ha enquistado en la zona, ¿Por qué no se le da solución?

Alejandro Requena es el director de la Autoescuela Requena de Sant Joan Despí y de Cornellá, y el portavoz de la Federación de Autoescuelas de Barcelona (FAB). Como representante de la federación barcelonesa, reconoce que su posicionamiento es de frustración: “Se trabaja muy intensamente, es un tema que preocupa profundamente. Ya hace más de una década que se prolonga una falta de examinadores. Tenemos que agradecer a Tere, la presidenta, que ha conseguido avances para todo el territorio español con el fin de favorecer a las autoescuelas, pero el problema es evidente y la relación con la administración es complicada, a la hora de conseguir resultados siempre es lento”, incide.

Requena asegura que la bolsa de alumnos esperando es ya muy elevada, roza los 50.000 alumnos en espera de poder examinarse en Barcelona y provincia. Y añade que el tiempo de espera es muy relativo, según la estrategia de cada centro, pero la media genérica es de dos a tres meses, algo que para los aspirantes supone una presión añadida; nervios, frustración, desmotivación y, en muchos casos, tensión y descontento.

David Vallés es uno de los alumnos que está a la espera de examinarse. Lleva ocho meses en la Autoescuela Requena. Tiene 18 años y representa a la mayoría de los jóvenes que intentan sacarse el carné. Aprobó la teórica muy rápido, gracias a las facilidades: una aplicación para hacer tests, las clases presenciales, videos online… mucho material. Sin embargo, después del aprobado todo han sido esperas, hasta que kllegue la hora de poder empezar las prácticas. “En esta autoescuela, la estrategia es esperar para empezar las prácticas y hacerlas todas de corrido hasta el examen, así puedes ver mejor tu evolución. Lo malo es suspender porque habrá que esperar más, porque la Dirección General de Tráfico (DGT) está dando pocos exámenes”, se queja Vallés.

Cada autoescuela tiene un distinto número de plazas para subir a sus alumnos a examen. Como explica Alejandro Requena: “Cada autoescuela depende de la capacidad de exámenes que le otorga Tráfico en función de la bolsa particular de alumnos pendientes de examinarse”. En todo momento se refiere a la prueba práctica porque con el teórico “ahora mismo no es que tenga cola. Pero si pides subir al alumnotardan entre dos y tres semanas en darte la fecha de examen”, añade.

Sacarse el carné en el área metropolitana de Barcelona es un ejercicio de paciencia como consecuencia de un problema enquistado con el que las autoescuelas se han acostumbro a lidiar. “Llevamos más de una década con falta de examinadores, eso es lo que provoca las colas y la espera. Y, a pesar de los diferentes parches que se aplican para minimizar la situación, todo parece estancado”, lamenta el portavoz de la FAB.

“Es evidente que la falta de examinadores y funcionarios administrativos en las diferentes Jefaturas de Tráfico provoca una situación insostenible para muchas autoescuelas, sobre todo las pequeñas, que viven ahogadas por un sistema que solo funciona si se convoca el número de exámenes suficientes. Hacer el puesto de examinador más atractivo podría ser una solución.”, sugiere el director de la Autoescuela Requena.

Un puesto poco atractivo al que, además, en Barcelona, se le suma a la problemática del coste de vida y especialmente la vivienda, lo que hace que muchos examinadores no quieran venir al territorio. Además, con la crisis de 2008 la DGT redujo personal y muchos funcionarios se jubilaron, pero sus plazas no se han cubierto. A esto se sumó la pandemia, que alargó la lista de espera para exámenes y que aún no se ha recuperado.

Reparto proporcional a la capacidad

La DGT es quien asigna las fechas y plazas de exámenes cada ocho días, repartiendo proporcionalmente las plazas para la prueba según la capacidad de la autoescuela. Las pequeñas tienen un menor número que las más grandes, que pueden presentar a más alumnos. En la Autoescuela Requena acumulan actualmente unos 125 alumnos en espera (se cuentan los que están aptos de teórica y están haciendo prácticas, aunque no todos están preparados para el examen). Pero encajar las prácticas de los alumnos con las fechas de examen supone un rompecabezas para las autoescuelas que desencadena esperas y deesperación entre quienes intentan sacarse el carné. Este embudo provoca que las autoescuelas teban gestionar, en múltiples ocasiones, las emociones y sensibilidades de los alumnos, algo que les obliga a hacer psicología: “Se intenta que estén positivos y que entiendan con mucha pedagogía que cuanto mejor preparados estén, menos problemas tendrán para aprobar el examen sin problema”, explica Alejandro Requena. Desde la autoescuela se busca que el alumno suba a examen seguro de sí mismo, dejando a un lado los nervios y la presión que la espera pueda suponer, y poniendo el foco en las prácticas que aporten un extra de seguridad al alumno, manteniendo la confianza.

David ya suspendió una vez (“suspendí por un fallo tonto”, reconoce) y ahora su profesor intentará que suba “lo antes posible”, aunque calcula que tendrá que esperar un mes y medio, aproximadamente. Él está contento con la autoescuela. Asegura que disfruta sus prácticas y siente que la prioridad es siempre el alumno. Además, sabe que el problema de las esperas está extendido, porque tiene varios amigos “en la misma situación”.

David Vallés acumula entre 35-38 prácticas de 45 minutos y tiene asumido que lo de la falta de examinadores no es una excusa para aprobar. “Lo que está claro es que hay que subir al examen bien preparado, y si apruebas te quitas de encima todo este follón”, admite.

Sin continuidad merma la formación

Su profesor admite que el auténtico problema lo tiene “el alumno que suspende, porque hasta que la autoescuela no disponga otra vez de capacidad de plazas en las convocatorias de exámenes no podrá subir de nuevo”. Y todo ello con el agravante de que esta situación conlleva “no poder dar una continuidad a sus prácticas, lo lleva pareja una merma de la formación”, advierte el director de esta autoescuela de Cornellà.

Alejandro Requena explica que para toda la demarcación de Tráfico de Barcelona hay, más o menos, unos 90 examinadores y calcula que “harían falta una veintena más para paliar el déficit actual”. Pero conseguirlo “es lento y tedioso”. lamenta. “Hablamos de la lentitud de una administración que no parece ser consciente de cuál es la situación real de las autoescuelas y de los ciudadanos que quieren sacarse el carné de coche”, subraya Requena, quien defiende que las autoescuelas deberían estar más pendientes de sus alumnos y de que reciban la mejor formación posible que de lidiar con esta problemática. “Solo si nuestra denuncia conjunta (de profesores y alumnos) adquiere mucha visibilidad, la administración tomará cartas en el asunto”, augura, aunque sin muchas esperanzas. III

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