El Llobregat

Entrevista a Judith Elisabeth Chacha: “Nunca valoramos lo que hay en el interior de los envases”

Marina Sánchez Tabuenca | Viernes 07 de junio de 2024
Judith Elisabeth Chacha Chadán (1983, Ecuador) ha tomado el relevo de La Bodegueta del Mercat, en el mercado municipal de Sant Andreu de la Barca, gracias al programa Reempresa Mercats Municipals. Iniciativas como esta mantienen vivo el carácter y la personalidad de un mercado tan mítico como este y evitan la muerte de negocios que nutren y que son punto de encuentro.

Detrás del escaparate de la Bodegueta, Judith Elisabeth espera la aparición de su fiel clientela. Los llama por su nombre y les prepara sus pedidos con sumo cuidado: corta el lomo muy fino, rellena las botellas de vino que le traen sus habituales y aconseja los productos idóneos para cada ocasión. Asoman algunas notas escritas pegadas a la pared para recordarle los datos más técnicos del producto y, también, para recordarle que es una mujer hecha a sí misma que, con un buen mentor, ha llegado a dominar un terreno que, cuando empezó, era pantanoso.

¿Cómo conociste el programa?
Yo estaba buscando un sitio para poder establecerme que tuviese un horario bueno, porque tengo una hija. Quería encontrar algo aquí, en Sant Andreu, buscamos un anuncio y apareció la parada. Una vez llegamos aquí, el anterior dueño, Salvador Segura, me llevó hasta el programa Reempresa y me indicaron cómo había que hacer todas las gestiones y trámites sin tener que preocuparme por el tema burocracia, papeles, documentación,… me guiaron en todo momento para hacer la tramitación del cambio.

¿Buscabas un negocio concreto o podía ser cualquier cosa?
Buscaba un negocio porque siempre he tenido negocio. Antes de tener este negocio tenía otro, de ocio, pero con la pandemia se complicó muchísimo y no pude continuar, así que tuve que dejarlo para buscar algo más estable.

¿Cuál era tu trabajo anterior?
Tenía un negocio de alquiler de limusinas y también trabajaba en una empresa de limpieza, hacía los dos trabajos a la vez. El alquiler de limusinas solo funcionaba los fines de semana porque era de ocio, entonces entre semana trabajaba de algo que generase una mensualidad. El alquiler de limusinas no funcionó durante la pandemia y después ya vi que la hucha estaba a cero. Luego nació mi hija y tuve que quitarme de todo para poder encontrar algo fijo, y que el horario me compensara para ir a buscar a la niña y conciliar.

La idea del negocio la has heredado. ¿Cómo te has formado?
Los antiguos propietarios llevaban ocho años aquí, en la parada, y al jubilarse anticipadamente el propietario por temas de salud, buscaban a alguien que se hiciese cargo y continuara con el negocio. Cuando llegué, desde el minuto cero Salvador me invitó a pasar y me indicó cómo funcionaba todo. Gracias a él, que estuvo un mes entero formándome, he podido aprender todo lo que sé del oficio, porque yo el tema de los vinos, los embutidos y los quesos no lo controlaba, y es necesario tener una base de conocimiento sólida para poder recomendar al cliente. Sí que de cara al público he estado muchos años, pero no conocía nada este sector.

¿Te dio vértigo hacerlo sola?
Sí, pero eso es como cuando cambias de trabajo: el miedo siempre está arraigado a nosotros, pero una vez tomas la decisión tienes que tirar para adelante. En mi caso, no me puedo quejar porque Salvador me hizo sentir segura, no creo que en otra situación me hubiese sentido tan segura. Pero el miedo siempre está, fue el que hizo que yo en un momento dijera “no” porque no sabía usar la máquina para cortar ni conocía nada de vinos. Yo soy de fuera, no he crecido con estos productos: estaba todo en contra. La parte buena es que ya controlaba la atención al cliente, que es el 50% de la tienda, pero claro eso si no sabes nada pues… Pero Salvador me ha ayudado mucho, a día de hoy sigue viniendo y si tengo cualquier duda le sigo llamando. Él ha crecido entre vinos y cavas, es de Sant Sadurní d’Anoia, entonces es un mentor excelente.

¿Y el negocio va bien?
Sí, no me puedo quejar.

¿Has heredado los clientes?
Sí, por ahora pienso que un 80% de la clientela se sigue manteniendo fiel a la tienda. También he participado en ferias de vinos gracias a Salvador y su mujer y de ahí nos han salido también nuevos clientes, nos hemos dado a conocer.

¿Cuál es el perfil del cliente que viene a la Bodegueta?
Aquí principalmente vienen personas mayores, que es el perfil de cliente que heredé de Salvador, aunque una vez llegué yo empezó a haber una clientela más heterogénea: una combinación de gente mayor y joven.

¿Qué suele pedir la gente?
Pues depende de la época. La parte fundamental de esta bodega es el vino, que es lo que más vienen a buscar, y a partir de ahí lo que acompañe al vino: embutido, un poquito de queso,…
¿Te gusta trabajar sola o te gustaría tener a otra persona?
El fin de semana sí necesitaría a alguien pero, claro, lo que supone tener a otra persona es muy complicado porque te dejas la mitad de tu sueldo con ella, así que me tengo que apañar como estoy.

¿Hay mucha conversación con los clientes?
Sí, a medida que van viniendo, vas entablando conversación y te cuentan su vida, algunos cuando no están bien dicen “como no me conocen, pues me desahogo”. Yo conocí el mercado hace cuatro años cuando estaba embarazada, anteriormente venía pero no de forma habitual, y fue cuando aprendí a comer bien. Me obligaron a comer verduras por el embarazo y empecé a venir aquí a y yo llegaba a las paradas y les contaba cómo iba mi embarazo, qué me dolía,… aquí tienes una conexión con la persona que te atiende. En pandemia fue horrible, porque me coincidió con el embarazo y ¿con quién hablas?

¿Hay mucho consumo recíproco entre los profesionales del mercado?
Sí, es recíproco. Los fines de semana si necesitas algo vas a una parada u otra, yo por mi niña ahora consumo pescado, carnes y es como un mutuo acuerdo entre todos, ya que estamos aquí consumimos productos de mercado.

¿Se te ha hecho difícil no criarte entre vinos y estar trabajando en un negocio dedicado a eso?
Difícil no, porque al final cuando tú empiezas un trabajo o un negocio tienes que aprender de cero y para eso está la formación, para poder aconsejar bien a los clientes. No se ha hecho difícil en el sentido de que para explicar y enseñar tenía que aprender: Salvador me formó y me dio la opción de poder continuar. Evidentemente, a medida que vas trabajando, vas conociendo productos, vas mirando, vas formándote y acabas conociendo todo lo que he acabado conociendo. Es como cualquier trabajo, tienes que aprender desde cero.

¿Qué sello tuyo tiene el negocio?
Vamos probando productos nuevos para ver si funcionan, además de conservar los de siempre para mantener a la clientela anterior. Estamos probando licores de toda España, hay cositas que hemos traído y que han funcionado. En cuanto a los embutidos, por ejemplo, trajimos un chorizo directo de Cuenca que a la gente le encantó. Intentar saltar ese tramo intermedio del proveedor hace que se abarate el coste; estamos intentando que nos envíen directamente de los mataderos los embutidos, de las fábricas los quesos,…nos ayuda mucho, hoy en día, internet, para contactar con todos.

¿Qué tiene de especial un mercado?
La cercanía. A un supermercado vas tipo robot: vas a coger tus cosas, vas a la caja, pagas y te vas; aquí, en el mercado empiezas a conocer a tus clientes, los clientes confían en ti y mientras estás atendiendo te cuentan sus cosas, su vida. Te vas a encontrar una cercanía, el vendedor se va a preocupar por ti y te va a dar el producto exactamente como lo quieres, por ejemplo, si corto una loncha de jamón pues pregunto “¿lo quieres más grueso, más delgado?”, en un supermercado te tienes que apañar tal cual esté envasado.

Supongo que esto también afecta a la calidad del producto.
Sí, en el súper tienes que mirar la fecha de caducidad, en el mercado son productos frescos, los traen cada día: el pollo, la carne… En cambio si vas al supermercado, y a mí me ha pasado, pones los alimentos en la nevera y a los dos días ya se han echado a perder. Al final, lo barato sale caro, yo pienso que el mercado te da la opción de comer poco y de calidad que es lo que realmente importa, no comer mucho y mal.

¿Están los mercados en peligro?
Sí, porque las grandes superficies son las que se ponen a la altura del cliente en cuanto al horario. El horario de un supermercado es muy extendido, en cambio nosotros, que somos una única persona trabajando, no podemos hacer un horario extendido. ¿Qué pasa? Que cuando una persona sale de trabajar va al supermercado porque es lo que está abierto. Pero es que nosotros tampoco nos podemos tirar 12 horas abiertos al público cuando sabes muy bien que aquí no van a venir. El horario es lo que crea cada vez un rechazo mayor a ir al mercado. Habría que extenderlo pero es imposible estar 12 horas tú solo.

Y el tema de los precios tal vez también influye, ¿o no?
Los precios están de acuerdo al producto que se vende en la tienda. Yo, personalmente, a veces voy a comparar en el supermercado y hay diferencias, incluso a veces son más caros allí. La diferencia principal es el envasado que, aunque no sabes desde hace cuánto está envasado, te lo preparan de forma muy bonita, estética… nosotros en cambio lo cortamos al momento y eso también causa que rechacen el mercado. Además, con la subida de precios, los supermercados han puesto los mismos envases con menos cantidad y el precio sigue siendo el mismo. Los humanos nunca valoramos lo que hay en el interior del envase, y eso para los supermercados es una ganancia y eso hace competencia a las pequeñas tiendas. Aquí nosotros no podemos hacer eso, si son 100g son 100g, si son 200g son 200g.

Así que es necesario dar ayudas...
Desde las administraciones estaría bien que se incentivase a la gente para abrir una tienda y se les formase, sé que es complicado pero por pedir no se pierde nada. El miedo al endeudamiento, y lo sé por experiencia, es el peor factor, y si hay ayudas, en caso de que le vaya mal a la persona en el negocio, hace que haya las menores pérdidas posibles. Eso incentiva a la gente. Es importante entender que cuantos más negocios haya en el mercado, mejor nos irá a los trabajadores, porque esto se basa en la retroalimentación, la clientela se mueve de un negocio a otro, y cuanto más rica sea la oferta, más vendrán.

¿Cómo se puede evitar que desaparezca?
Creando programas de inversiones para las nuevas generaciones que ayuden a empezar de cero, porque hoy en día es complicado ahorrar. Hay que crear ayudas. Aquí hay muchos locales que se podrían abrir: crear pequeños alquileres para ver cómo funciona ese negocio por abrir, hacer estudios de negocio para saber qué se necesita en el mercado, porque esto ya está desapareciendo, y eso también dirige al supermercado. Sobre todo hay que hacer una inversión desde un principio en las nuevas generaciones porque es complicado hoy en día saber qué va a funcionar. Pero si aquí empiezan a abrir tiendas y empieza a haber gente y movimiento inevitablemente irán pasando de una tienda a otra, se llevarán un vino, un cuarto de pollo, algo de carne,… porque entras y ves. En cambio, si lo ven todo cerrado, en vez de atraerlos estamos haciendo que se vayan.

¿Eres una persona resiliente?
Sí, porque ha habido muchas adversidades en mi vida, todo el mundo las tenemos, y cuando llega una adversidad te das cuenta del punto hasta el que puedes llegar para conocer tus propios límites. Pero no solo yo, creo que todos somos resilientes, cuando estás en ese tipo de situaciones te pones a prueba. III

¿Sant Andreu tiene cultura de mercado?
Aquí es muy importante. Al estar en un punto estratégico, vienen muchos clientes de pueblos de los alrededores en los que ya no hay mercado: Corbera, Abrera, Olesa, vienen muchos a buscar vino o embutidos o al mercadillo de fuera, se concentran todos aquí. Pero la gente de aquí muchas veces no entra por el ajetreo del día a día, yo misma, que llevo 24 años aquí, no conocía el mercado hasta hace cuatro.

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