Lluis Mª Estruch

Michel Houellebecq, el bastardo del 68

Lluis M Estruch | Domingo 09 de junio de 2024

A sus 68 años, Michel Thomas (conocido por Houellebecq) sabe que nació sin ser deseado, que sus padres militantes comunistas -un guía de montaña y su madre anestesista- le tuvieron en el territorio ultramarino de la Isla de la Reunión y al poco, lo dejaron con los abuelos maternos en Argel, para que lo criaran y estuvieron por dos años dando la vuelta al África en un 2CV. Más adelante, ya divorciados, el padre “forzó” la entrega del niño a su madre comunista, una bretona que lo crió y de la que tomó el apellido. Su madre le falseó la fecha natal, con dos años más. Tuvo una hermanastra, pero también pasó siete años en un internado y por supuesto padeció acoso.

Desdichado, pero aplicado y muy inteligente, acabó sus estudios y se licenció como ingeniero agrónomo, se hizo experto en computación para el Ministerio de Agricultura, -todo iba bien-, ya escribía poesía y publicaba animado por un pequeño círculo literario. Él procedente de un ambiente obrero y comunista, con familias arraigadas en Argelia y colonias, se casó con una bella aristócrata bretona, Jacinte de la Roche Saint-André-, de un antiguo linaje del siglo XIV, oriunda de la región más reaccionaria de Francia (la Vendée), madre de su hijo y hoy directiva de la compañía nacional de trenes francesa (SNCF). Se produjo el divorcio, desempleo y fuertes depresiones con ingresos hospitalarios.

Sin embargo, escribía y esto le salvó. Sus excesos, con drogas, alcohol y prostitución no le robaron su pasión literaria. Consiguió un empleo de asistente, más relajado en la Asamblea Nacional, se despidió y siguió mejorando en su labor preferida, el escribir en un estilo ‘sin estilo’ y transmitiendo eso sí, las más actuales inquietudes existenciales de la humanidad post-moderna, a la manera de ‘El extranjero’ de Camus en su momento. Sus tótems iniciales: Lovecraft, Sade, Céline, Schopenhauer, Cioran, hasta Huysmans, le llevarán al éxito de ventas y crítica, un binomio triunfal que pocos logran y que la editorial Gallimard consigue ¿Para cuándo lo editarán en la prestigiosa colección “Pléiade”? Sus atuendos descuidados, sus largos silencios en las entrevistas, concluidos con un dicterio, le dieron la categoría de ‘intelectual’ calificativo muy preciado en Francia, donde al decir de algunos la literatura es una forma de poder.

Su vía crucis sentimental (tuvo una segunda hija), sus soledades, sus adicciones, parecieron apaciguarse -no con sus mediocres intentos peliculeros o roqueros- sino con su segundo matrimonio y sus gratos exilios a Irlanda y en especial a nuestro Cabo de Gata y el desierto almeriense; también a la isla de Lanzarote, dedicó un libro.

Estos distanciamientos y su privacidad, han ayudado a un escritor lento, a mantener una producción regular. Vale la pena reseñar de un autor con un extraño y fatal sentido de la anticipación, unos cuantos hechos señeros. ‘El mapa y el territorio’ (Goncourt 2011) sobre el arte banal; ‘Plataforma’ describió un atentado islámico a un Centro turístico tailandés; en ‘Sumisión’auguró un Presidente musulmán, el mismo día del ataque al ‘Charlie Hebdo’; en ‘Serotonina”’adelantó las grandes y violentas movilizaciones campesinas europeas; en ‘Aniquilación’ el terrible destino de los ingresados en geriátricos, antes del Covid-19, siempre nihilista y provocador.

En otras novelas ha abordado la dependencia sexual, la islamofobia (ha tenido pleitos por ello, muchos ganados) y su admiración por el hombre hedonista, solitario y lúcido que se enfrenta al vacío existencial con entereza.

Es un novelista original, nadie se lo niega, polemista, no le importa y al que su madre de 83 años le dedicó un libro despiadado y pérfido, evidenciando que nunca le quiso. Odio maternal hasta el final. Pero saben, suelo leer en el ‘Carrilet’ y una vez un hombre al verme con ‘Sumisión’ me felicitó por leerlo. Esto no pasa ni en los clubes de lectura.

Porque sí, Houellebecq ha resultado ser un “mal amado” en su esfera íntima; pero ya en su tercer matrimonio con una joven china que estudiaba su obra para una tesis doctoral, ha encontrado una compañera fiel. Su boda con frac gris y bombín, era la declaración de un dandy resilente en una sociedad decadente, de la que él esta convencido que será sustituida por nuevos pobladores. III