En Cataluña siempre hemos buscado algún tipo de alianza exterior para muchos temas concretos, como la protección francesa, siempre fallida, desde los francos hasta Pau Claris, pasando por los legionarios catalanes en la I Guerra Mundial o el ovejuno afrancesamiento cultural (Nova Cancó). O incluso hasta el fallido proyecto de desvío de aguas del Ródano para paliar nuestras sequías. Sin criticar nunca las artificiales dificultades de conexión ferroviaria y eléctrica ultra pirenaicas.
Este modelo proyectivo tiene un punto casi caricaturesco con el tema del Obispo-Copríncipe de Andorra. Historia lejana ya. Ahora Cataluña, la en otros tiempos fábrica de España, está en reculada industrial. Este año 2024, CELSA, una gran siderometalúrgica de los Rubiralta, ya es de un fondo de inversión. Grifols, una farmacéutica familiar y multinacional, en pocos meses ha pasado de empresa modelo a ser controlada por capital exterior.
No tenemos una Inditex, donde el textil fue la manufactura principal. Muchos servicios y el turismo nos ocupan, pero hasta en estos nos faltan líderes de talla. Así pues no tiene nada de extraño, que los políticos de todos los pelajes y épocas, intenten “El bienvenido, Mr. Marshall”: atraer inversores.
En el periodo autárquico, se creó Motor Ibérica, en la Zona Franca de Barcelona. De allí surgió la exitosa camioneta Ebro, entre otros productos.
En la democracia, Pujol empezó a hablar de Holanda y del Japón como países modelo o referentes industriales. Sin embargo, Holanda desmanteló La Seda y Philips, entre otras firmas. No nos valía y Pujol cultivó, entonces en los 90, la necesidad japonesa de exportar a la UE y ofreció todas las facilidades para que vinieran a instalarse, aprovechando las ubicaciones de empresas en crisis. Entre activas y discutidas gestiones se logró la instalación de 23 firmas japonesas. Entre ellas, Nissan, un modelo de calidad industrial con el “kaizen” que elevó la cansina productividad de los trabajadores del metal al momento. Pactos y huelgas, con sindicalistas, directivos y prohombres (Echevarría) que se foguearon en las empresas japonesas. Muchos escribieron libros sobre el “Just in Time”, el ‘stock cero’ (Toyota) y el mejoramiento continuo y progresivo del “kaizen”. Llevar un mono azul grasiento, no estaba de moda; mejor de blanco y reuniones para ser más eficaces.
La comida japonesa, el bonsái y hasta el ikebana eran alabados como muy positivos para los descentrados hispanos. Sin embargo, sobre el 2011 las firmas japonesas empezaron a irse de Cataluña. Del motor, marcas tan señeras como Honda, Yamaha o Suzuki y de la electrónica de consumo, Sony, Panasonic, Sanyo… Tanto en el aterrizaje, como en el despegue rápido de estas firmas participaron destacados “lobistas”, incluso familiares del promotor de las inversiones japonesas. La competencia del discípulo aventajado de los japoneses (Corea) hacía estragos, pero sin invertir entre nosotros. Solo nos vendía.
Nissan resistía en Ávila, Cantabria y Barcelona, pero se intuía su final. La caída del franco-libanés Carlos Goshn (el asesino de costes), CEO de Nissan, la salva de la bancarrota al potenciar su alianza con Renault. Pero su posterior reclusión, acusado de fraudes en el Japón, y su fuga al Líbano complicaron la situación de la Nissan exterior, ergo Barcelona-Zona Franca y decantó su cierre.
Frank Torres, el liquidador, se encargó de despedir y cerrar la empresa con buenas indemnizaciones. Empezaron enseguida los proyectos confusos, sustitutorios, todos fallidos. Hasta que en plena crisis institucional catalana ha surgido el interés súbito de la considerada tercera gran firma china (Chery) de coches eléctricos, participada con un 20% de capital público, y que ha decidido aprovechar un emplazamiento industrial ahora en desuso, para crear una gran fábrica que le permita, soslayar los previsibles aranceles e inconvenientes que la UE va a imponer a muchos productos chinos (en especial a los coches eléctricos).
Las decisiones chinas son siempre meditadas y dirigidas por la Superioridad gubernamental. Recordemos la llamada del Primer ministro chino a Rodríguez Zapatero para asegurarse los cobros de Deuda española en manos chinas (de ahí una modificación constitucional instantánea para blindar los pagos de sus bonos). Así pues, poca broma con los chinos ya instalados. Sí, serán objeto de trato singular. Ahora bien, ¿son unos nuevos inversores oportunistas o serán capaces de darnos satisfacción, con final feliz?