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Sant Joan de Déu realiza pruebas a pacientes con enfermedades cardiorrespiratorias graves para que puedan viajar en avión sin riesgo de desestabilizarse

Cabina isobárica en Sant Joan de Déu
Redacción | Martes 30 de julio de 2024
El hospital dispone de una cabina diseñada para replicar las condiciones de un ambiente hipobárico, similar al que se experimenta durante un vuelo. Su propósito es permitir que el paciente sea expuesto de manera controlada antes de su viaje, con el fin de prescribirle un tratamiento preventivo si así lo requiere.

El riesgo de sufrir insuficiencia respiratoria aumenta en las personas que padecen enfermedades cardiorrespiratorias graves cuando viajan en avión, debido a la reducción de la presión atmosférica. Aunque los aviones implementan medidas de presurización, al ascender, la cantidad de oxígeno en el aire se reduce considerablemente, alcanzando hasta un 15% (en comparación con el 21% que se encuentra a nivel del mar).

Este cambio no representa un peligro para la salud de la mayoría de las personas; sin embargo, sí puede ser arriesgado para aquellos pacientes que padecen ciertas enfermedades, como los niños que sufren de neumopatías severas y/o cardiopatías complejas. Una disminución en la presión podría desestabilizar su condición y provocar una insuficiencia respiratoria, lo que podría derivar en una emergencia médica.

Con el objetivo de minimizar o eliminar este riesgo, el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, reconocido por ser el centro que más niños con enfermedades complejas y poco comunes atiende en España, ha implementado recientemente una cabina. Esta instalación permite exponer a los pequeños, de forma controlada y previa al viaje, al ambiente hipobárico que se genera durante el vuelo.

Así, los expertos del Servicio de Neumología pueden identificar si un paciente está en riesgo de experimentar insuficiencia respiratoria durante el viaje a través de lo que se conoce como prueba de hipoxia isobárica (THI). En caso afirmativo, podrán recomendar las medidas preventivas adecuadas para evitar dicha situación.

Hasta el momento, en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, se han realizado pruebas de hipoxia isobárica a una decena de pacientes.

“Cada vez son más los pacientes que llegan de fuera de Cataluña, y es fundamental asegurar que estos niños puedan regresar a sus hogares en las mejores condiciones posibles. Asimismo, muchos otros pacientes catalanes viajan en avión con sus familias durante las vacaciones. Por esta razón, en el caso de algunos pacientes que padecen neumonías severas y cardiopatías complejas, consideramos esencial realizar una evaluación previa. Esto nos permite optimizar el tratamiento habitual, identificar posibles contraindicaciones y determinar si necesitarán oxigenoterapia durante el vuelo”, señala Isabel Gascón, la especialista encargada de las pruebas.

Cabina isobárica ubicada en Sant Joan de Déu

Se trata de una cabina sellada y transparente de plástico, que cuenta con dos entradas para el nitrógeno y el oxígeno. Una vez que el paciente se acomoda en la cabina –si es un recién nacido o un niño muy pequeño, lo hace acompañado por uno de sus padres– los profesionales ajustan la fuente de nitrógeno hasta que la proporción de oxígeno disminuye al 15%. Durante la prueba, que tiene una duración aproximada de 20 minutos, se monitorizan tanto la frecuencia respiratoria como la frecuencia cardíaca y la saturación de oxígeno del niño (y del progenitor que lo acompaña).

Cuando un paciente muestra una saturación de oxígeno estable durante 1-2 minutos, los profesionales de la salud le proporcionan oxígeno a través de gafas nasales. Esta dosis adicional es necesaria para asegurar que la saturación se mantenga por encima del 94%.

Al concluir la prueba de hipoxia isobárica, se proporciona a la familia un informe médico por parte de los profesionales. Este documento puede ser presentado a la compañía aérea si es necesario recibir oxigenoterapia durante el vuelo, asegurando así que este recurso esté autorizado y preparado para el día del viaje.