No se trataba de que hubiese leído el tebeo y quisiese recomendárselo a sus seguidores, sino que la publicación tenía como objetivo reivindicarse como «fenómeno barrial» dando a entender que el rediseño del personaje llevado a cabo por el ilustrador granadino Rafa Sandoval estaba inspirado en él. Comoquiera que en las actuaciones públicas que lleva a cabo Javier Milei caben tanto la patochada, como la provocación y el narcisismo, tanto podría ser que el tuit simplemente buscase causar revuelo como que el tipo realmente lo teclease convencido de que el nuevo peinado del Hombre del Mañana está inspirado por su figura —detalle que Sandoval desmintió, claro.
El mandatario porteño no es el primer vocero de la extrema derecha que en los últimos tiempos ha tratado de apropiarse de Superman, o de reclamarlo como emblema del ideario ultraconservador. En 2020, tras haber pasado tres días ingresado a causa del Covid-19, Donald Trump valoró con su gabinete la posibilidad de salir del hospital con una camiseta de Superman bajo la camisa, para abrirla de un tirón y mostrarse como una suerte de titán indestructible frente a los periodistas. Tal vez sea el aspecto viril del personaje lo que atraiga a los políticos de discurso testosterónico, o quizá se trate solamente de que en su delirio mesiánico tratan de arrogarse ante la ciudadanía la consideración de representación de un bien inquebrantable de la que Superman goza. Pero lo cierto es que si Milei o Trump renunciasen a su manifiesto desprecio por la cultura y se detuviesen a leer un puñadito de cómics protagonizados por el alter ego de Clark Kent se sentirían profundamente decepcionados. Y es que ya desde su primera historieta, publicada en la revista Action Comics #1 (1938), el héroe encarna valores opuestos a los que uno y otro promueven.
Para empezar, Superman fue concebido como un refugiado. La historia del personaje llamado a convertirse en el gran defensor de la Tierra comenzaba en un planeta, Krypton, a punto de ser exterminado. Allí, como un último acto de amor y esperanza, los padres del pequeño Kal-El lo embarcaban en una nave espacial que iba a alejarlo de la violencia de su mundo natal, de penurias y una muerte segura… y que acabaría por aterrizar en un maizal en Kansas. Y si ese bebé kryptoniano pudo llegar a ser Superman fue porque los granjeros que lo encontraron lo acogieron y lo criaron como su propio hijo, le dieron cariño y lo enseñaron a abrazar su diferencia, a poner su talento al servicio de los demás.
Pero es que si, además, levantamos la vista del papel impreso, veremos que el escritor y el dibujante que concibieron a Superman eran también hijos de migrantes. El padre del ilustrador Joe Shuster fue un judío que se había visto obligado a emigrar desde Holanda a Estados Unidos, lo mismo que su madre, que había tenido que huir de los pogromos antisemitas de Kiev. Los padres del escritor Jerry Siegel aterrizaron en Nueva York a principios de siglo escapando del auge de la violencia contra los judíos que también se estaba dando en Lituania. La vivencia compartida de ser hijos de migrantes fue la que propició la amistad entre ambos cuando coincidieron en la escuela pública, así como su proyecto de narrar las aventuras de un defensor de los más desfavorecidos.
Como medidas para dificultar la llegada de migrantes a Argentina, el gobierno presidido por Javier Milei aumentó el pasado mes de julio el coste del proceso burocrático para obtener la residencia un 1.500%. Por su parte, Donald Trump empleó como pilar de su campaña de 2016 la propuesta de construir un muro que dificultase la entrada a EE. UU. de ciudadanos mexicanos, e incluso pudo vérselo protagonizando un sonrojante sketch en el que combatía a actores disfrazados con poncho, bigotón y sombrero charro. ¿Si el bebé kryptoniano llamado a ser Superman hubiese aterrizado en Kansas durante la presidencia de Trump habría acabado en una de aquellas jaulas en las que vimos insoportablemente encerrados a menores mexicanos? ¿Podrían haberse costeado los padres lituanos de Siegel las tasas para migrar legalmente a la Argentina de Milei?
Pero no se trata solo del origen del personaje. A lo largo de casi un siglo de historia editorial, los distintos editores, guionistas e ilustradores que han moldeado a Superman lo han identificado y reafirmado como campeón de los desfavorecidos y enemigo de discriminadores y racistas. En el Action Comics #987 (2017), uno de los guionistas históricos del personaje, Dan Jurgens, escribió a Superman interponiendo su cuerpo entre un grupo de inmigrantes latinos y las balas que un supremacista blanco les disparaba acusándolos de robarle el trabajo y arruinarlo: «El único responsable de la negrura de tu alma eres tú», le espetaba el héroe. En la historieta galardonada con un premio Eisner Superman contra el Klan (2021), el Hombre de Acero emplea sus talentos para acabar con un grupo del Ku Klux Klan que trata de agredir a una familia de inmigrantes asiáticos.
En su relación con las mujeres tampoco iban a encontrar los recios avatares de la derecha más casposa motivos para reconocerse en Superman. Mientras que este tipo de formaciones sostienen un discurso que niega el problema estructural de la violencia machista y Trump acumula una veintena de acusaciones de agresión sexual, el héroe kryptoniano no solo ha combatido ese tipo de conductas —como en Superman: The Man of Steel #16 (1992) o Superman #705 (2011)—, sino que está casado con una mujer independiente, inteligente, con una autoestima sólida… con la que mantiene una relación de igualdad y respeto.
De hecho, si disfrutando de un tebeo de Action Comics o Superman a uno lo recorre un desagradable escalofrío porque, de pronto, le ha venido a la cabeza alguno de estos políticos, probablemente sea porque en las viñetas haya aparecido alguno de los enemigos del migrante extraterrestre. Por ejemplo, Lex Luthor. Y es que aunque el (no) peinado del archienemigo de Superman no vaya a hacer que Milei se reconozca en él si lo ve dibujado en una portada, si se animase a voltear la tapa del tebeo descubriría que comparten algunos rasgos, como el narcisismo mesiánico o el deseo de poder, e ideas como que todo puede comprarse con dinero, que el fin justifica los medios… III