Benditas incongruencias de los malos. Cuando se circula con un vehículo que no cumple alguna normativa (o con uno robado, por ejemplo) lo que a todas luces parece más lógico es que el conductor intente pasar desapercibido para no alertar a la policía. Pero raramente sucede esto. Normalmente es al revés. Al infractor no le importa una irregularidad más y se salta sin pudor las señales de tráfico. Pero ese desprecio por las normativas más básicas es lo que al final le acaba delatando.
Esto es exactamente lo que le ocurrió hace una semana a un repartidor de comida a domicilio que circulaba con una bicicleta eléctrica trucada (en realidad convertida en una auténtica y potente moto) en Molins de Rei. El infractor fue atrapado por la Guardia Urbana cuando circulaba con su bólido en sentido contrario por la calle Rafael de Casanova, de plataforma invertida, por encima de la acera y tan rápido que no vio que se daba de bruces con un coche patrulla.
El agente 092 de Molins de Rei fue el encargado de darle el alto (inicialmente con la simple intención de multarlo por circular en dirección contraria), pero en cuanto le echó una ojeada a la bici descubrió el engaño. “Observé el tipo de instalación eléctrica, y enseguida entendí que casi con total seguridad el vehículo no cumplía con la normativa Electronically Power Assisted Cycles (EPAC)”. Además, la actitud del rider resultó harto sospechosa. “Estaba nervioso y constantemente intentaba despistarme”, explica el agente 092, que es un gran conocedor de la normativa sobre Vehículos de Movilidad Personal (VMP) gracias a las enseñanzas de su maestro, el también agente de Santa Coloma de Gramenet, Juan.
El repartidor no estaba dispuesto a ser pillado con las manos en la masa e intentó una jugada que no le salió bien. Normalmente, al ser sorprendidos con bicis o patinetes trucados, este tipo de infractores “intenta anular el sistema o ajustar los parámetros del vehículo para que se adecúen a la normativa utilizando el móvil y los mandos”, explica el guardia urbano de Molins de Rei. Pero no le dio tiempo.
Así que intentó librarse del marrón a las bravas. Como no pudo manipular el vehículo, “aprovechó un momento en que giré la cabeza para arrancar el cableado de la consola y el acelerador, con la finalidad de que no pudiera determinar su irregularidad”, revela el agente municipal. Pero no le sirvió de nada. El guardia urbano rehízo la instalación eléctrica dañada y pudo comprobar que la bici “se había convertido en una motocicleta” capaz de circular a más de 60 kilómetros por hora, lo que la convierte en altamente peligrosa. Y el vehículo fue requisado.
Si el rider quiere recuperar su bici-moto deberá hacer frente a las denuncias, a las tasas por retirada; y obviamente al pago de su homologación. Demasiado caro. “Es una misión casi imposible, no vendrán a recoger el vehículo”, avanza el policía. Así que el engendro acabará destruido “siguiendo los cauces legales”, añade.
La intervención de este tipo de artefactos no es demasiado frecuente en Molins de Rei en comparación con Barcelona, aunque va en aumento como advierten desde la comisaría local. No obstante, en la ciudad está actualmente en marcha actualmente una campaña específica sobre el uso (pero sobretodo del mal uso) de los VMP, “fundamentalmente pedagógica”, subraya el funcionario. “Solo se denuncian las conductas más graves, las más peligrosas y a los reincidentes”, enumera y destaca que su misión principal es “reconducir malas conductas e informar de la normativa municipal”.
Lo más habitual no es cazar bicicletas eléctricas o VMP trucados circulando por Molins de Rei sino que la Guàrdia Urbana multe por circular por zonas peatonales, en sentido contrario o desobedeciendo las señales de prohibición y restricción en general, aseguran desde el cuerpo policial. Lo lamentable es que este tipo de infractores “banalizan” esta situación, según el agente 092. “No son conscientes de los riesgos y peligros que corren los peatones y también ellos mismos”, apunta el agente de Molins de Rei. Y todo eso con el agravante de que “gran parte de los usuarios de VMP son menores de edad”, lamenta el policía local, quien tiene