Este viernes 27 de diciembre, la remodelación del servicio de autobús urbano de Cornellà celebra el 41.º cumpleaños de su remodelación, un servicio que alberga una larga historia llena de cambios y avances.
Todo se remonta al año 1965. El Ayuntamiento convoca un concurso público para crear, por fin, una línea que conecte el Mercat Central con Sant Ildefons. Por tan solo 1,50 pesetas, y en 15 minutos, el municipio estaba conectado. La línea no se inauguró hasta el 1 de diciembre del mismo año, tras varias encuestas a los ciudadanos sobre el recorrido definitivo y una ligera controversia en la concesión de licencias. Con el nombre de SU1, el circuito definitivo unía la ciudad satélite de Sant Ildefons, en la zona alta de la ciudad, con el Mercado a través del casco urbano, por la carretera de Esplugues (que por aquel entonces era la avenida José Antonio).
La SU1 fue la primera línea de urbana de la empresa Urbanizaciones y Transportes SA, pero sus primeros años de funcionamiento fueron bastante convulsos. Los vecinos se quejaban del estado de los vehículos, de un itinerario incompleto que dejaba zonas sin servicio y de la falta de circunvalación en la línea, que dejaba un gran bucle entre la actual plaza de l’Església y la calle Rubió i Ors. Pero los problemas fueron arreglándose, poco a poco, hasta remodelar completamente el servicio.
El 24 de diciembre de 1972 llegó la línea SU4, que unía el Mercado de Sant Ildefons con el barrio de Almeda, una línea reivindicada por el pueblo a raíz de la falta de conexión entre Almeda y la parte baja de Cornellà, que se limitaba al carrilet, y la ausencia de enlace con la parte alta de la ciudad, una zona esencial equipada con el Ayuntamiento, el ambulatorio, el instituto y las principales fábricas de la ciudad. Sin embargo, al principio la SU4 solo llegaba hasta la rambla Anselm Clavé, y necesitó un año más para entrar hasta Sant Ildefons.
Durante los siguientes años, el servicio cambió de gestora, pasando a manos de Transportes de Barcelona, y ambas líneas fueron prolongando su recorrido progresivamente, para fortalecer las conexiones de los barrios de la ciudad. En noviembre de 1982 llegó la gran reforma del transporte urbano de Cornellà, con la incorporación del sistema de billete combinado Bus-Metro, una tarjeta que permitía utilizar el metro de Sant Ildefons como enlace, y conectaba las líneas urbanas con las interurbanas. Ese mismo año, llegó la tercera línea urbana de Cornellà, la SU2, que conectaba Sant Ildefons y el centro con el barrio de Fontsanta.
Pero el verdadero ‘antes y después’ llegó el 27 de diciembre de 1983, la efeméride que celebra la ciudad este viernes. Paralelamente a la ampliación de la línea L5 de Metro hasta el centro de Cornellà, la red de autobuses urbanos se reordenó. Estas tres líneas que llevaban ya casi dos décadas funcionando se fusionaron en una sola, la 835, que conectaba la Almeda con Fontsanta a través del centro de la ciudad y la carretera d’Esplugues, pero sin pasar por el barrio de Sant Ildefons, porque ya estaba comunicado gracias a la prolongación de la L5.
Sin embargo, el recorrido brilló por su brevedad: el mismo día de su inauguración, los vecinos del barrio de la Fontsanta se concentraron en el consistorio para expresar su rechazo a esta nueva línea, alegando que muchos barrios de la ciudad quedaban completamente incomunicados. Con el nuevo y unificado recorrido, que dejaba de lado Sant Ildefons, los vecinos de los barrios de Fontsanta y Almeda habían perdido la conexión con la zona alta de la ciudad que hasta entonces les habían dado las líneas SU2 y SU4.
Apenas dos semanas después, el 9 de enero de 1984, la línea cambió para adaptarse a las demandas de los vecinos: llegaba hasta Sant Ildefons, amplió la flota a tres coches durante los días laborables (con solo dos los sábados y festivos). Este recorrido definitivo alargaba la circulación hasta una hora, y la frecuencia de paso empeoró hasta los 20 minutos, a diferencia de los 15 minutos que ofrecía hasta la fecha (e incluso 10 minutos en hora punta).