Es sólo una medida más, pero que se enmarca en un problema de mayores dimensiones que no puede obviarse: estamos llenando el planeta de basura irrecuperable. La generación de residuos es inherente al consumo -y eso no pude evitarse- pero sí que puede minimizarse. De ahí, la proliferación de iniciativas como la recogida selectiva, encaminadas a que el desperdicio que no pueda reutilizarse (lo que en catalán se denomina ‘rebuig’), el que va a los contenedores grises, sea descabalgado de su posición predominante. Solo hay que darse una vuelta para comprobar que suele haber tantos contenedores grises como del resto de colores juntos.
El servicio de recogida de las basuras acapara, por norma, un más que generoso pedazo de los presupuestos municipales de todas las urbes del territorio. Por ejemplo, este 1 de enero también ha entrado en vigor la nueva contrata de limpieza viaria y recogida de residuos de L’Hospitalet que se ha adjudicado a la empresa FCC Medio Ambiente por un importe de 425,6 millones de euros y que tendrá validez durante los próximos 10 años. También la basura es una de las principales preocupaciones ciudadanas en el Baix Llobregat y en L’Hospitalet, según se desprende de los diferentes barómetros municipales publicados.
Todo esto prueba que los residuos son un problema serio, pero que los ciudadanos no nos lo estamos tomando tan en serio. La media de recogida selectiva en el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) se situó en el año 2023 en un 40%, lo que viene a significar que está 15 puntos por debajo del objetivo marcado por la Unión Europea (fijado en el 55%) pese a que se han recuperado 577.278 toneladas de desperdicios, solo un 0,7% más que en 2022. Aün se está más lejos de las metas a cumplir en el 2030 (60%) y en el 2055 (65%). No se conocen aún las cifras de recogida de 2024 pero nada hace pensar que la tendencia se haya invertido. Así que nos toca hacer los deberes.
Como en botica, hay de todo en el territorio: municipios que reciclan más (y por tanto recogen mejor la basura) y municipios que reciclan menos, pero no porque existan diferencias significativas entre los vecinos de uno u otro lugar, sino porque se han implantado sistemas más efectivos -como la recogida puerta a puerta o con contenedores cerrados- y porque ha aumentado el grado de implicación de la población, no sin una sinuosa travesía del desierto previa.
Las gráficas del AMB constatan que L’Hospitalet es el segundo municipio metroolitano que menos recicla (con una recogida selectiva del 28,5% en 2023). Le van a la zaga Cornellà (33,8%), Viladecans (35,3%), Sant Vicenç dels Horts (36,8%) y El Prat (38%). En el extremo opuesto (cumpliendo con creces las expectativas europeas) está Santa Coloma de Cervelló (76,5%), el segundo municipio más reciclador después de Tiana. Corbera (71,6%), Torrelles (71,1%), Sant Just Desvern (59,9%), El Papiol (59,3%) y Begues (58,4%) también sacan buena nota y superan el 55% exigible en este 2025.
Esta dualidad tan marcada confirma que querer es poder. Es verdad que no es lo mismo gestionar la basura de una población de 270.000 personas (como la de L’Hospitalet) que la que genera un censo por debajo de los 8.500 habitantes, como el de Begues o Santa Coloma, pero se impone un cambio de mentalidad general. Para que funcionen la recogida selectiva ha de estar perfectamente engrasado el engranaje más importante de la cadena: la separación de residuos ‘en origen’, es decir, en todos y cada uno de los hogares y la asunción de la plena responsabilidad en el uso correcto de los contenedores. Las campañas de concienciación y la buena voluntad harán el resto.
Con este 2025 recién estrenado , precisamente en un momento en el que todos aprovechamos para marcarnos nuevos propósitos de cara al año que arranca, sería bueno fijarse como objetivo particular poner nuestro granito de arena en que aumente la recogida selectiva. Porque, en esencia, al final esta buena acción individual va a repercutir en un beneficio global. Tomemos nota. ¡Y Feliz 2025 a todos! III