El barrio de Can Serra, en L’Hospitalet de Llobregat, es el escenario de Rehabilita un proyecto ambicioso y necesario de rehabilitación de varios edificios antiguos. La ejecución de este plan no solo ha mejorado la eficiencia energética de las viviendas existentes, sino que también ha servido para recuperar del olvido y poner en valor la memoria histórica del barrio y de sus habitantes: unos vecinos que desde los años 60 han luchado para conseguir unas condiciones de vida más dignas.
El proyecto Rehabilita es un esfuerzo colectivo liderado por el Col·legi de l’Arquitectura Tècnica de Barcelona (CATEB). Este ambicioso programa cuenta con el respaldo de un Comité Estratégico en el que participan la Generalitat de Catalunya, el Ajuntament de Barcelona, la Diputación de Barcelona y representantes de diversos sectores como colegios profesionales, gremios y asociaciones. La colaboración de estas instituciones y entidades garantiza una visión integral y sostenible para la revitalización de los espacios urbanos.
El barrio de Can Serra, en l’Hospitalet de Llobregat, es el escenario de Rehabilita un proyecto ambicioso y necesario de rehabilitación de varios edificios antiguos.ían 10,095 habitantes, lo que supone una densidad de 34,810 habitantes/km², cifras muy superiores a la media de L’Hospitalet (22,263 habitantes/km²). Estas estadísticas reflejan no solo su desarrollo histórico, sino también los retos actuales, como la gentrificación y la necesidad de infraestructuras adaptadas a su alta densidad poblacional.
En 2022, en Can Serra vivían 10,095 habitantes, lo que supone una densidad de 34,810 habitantes/km², cifras muy superiores a la media de L’Hospitalet (22,263 habitantes/km²). Estas estadísticas reflejan no solo su desarrollo histórico, sino también los retos actuales, como la gentrificación y la necesidad de infraestructuras adaptadas a su alta densidad poblacional.
Enmarcado dentro del proyecto Rehabilita, el pasado 21 de diciembre de 2024 se organizó una visita guiada por el barrio de Can Serra, liderada por el periodista David Revelles, un profesional, con más de dos décadas de experiencia en el diseño de rutas históricas, El itineario se adentró por las calles del barrio para desentrañar no solo las obras físicas de rehabilitación, sino también el entramado de historias humanas que definen la identidad propia del barrio.
La ruta comenzó en el número 39 de la avenida Isabel la Católica, uno de los edificios que han sido objeto de rehabilitaciones. Construido en 1974, este bloque de viviendas presentaba graves deficiencias estructurales, según la Inspección Técnica del Edificio (ITE), que afectaban a los balcones, las cubiertas y las redes básicas. “Gracias a los fondos Next Generation, la comunidad de propietarios (del edificio) ha logrado financiar una rehabilitación integral”, explicó Revelles durante la visita.
Entre las mejoras realizadas en el inmueble destacan la aplicación del Sistema de Aislamiento Térmico por el Exterior (SATE) en fachadas y cubierta, la instalación de paneles fotovoltaicos, la colocación de ventanas de doble vidrio y la incorporación de sistemas de protección solar activa. Además, se han renovado completamente las instalaciones de agua y gas, y se han reforzado los elementos estructurales, como los balcones, para garantizar la seguridad de los residentes.
Motivados por el éxito de esta primera intervención, otros dos edificios del bario se han sumardo al proyecto: el sito en Isabel la Católica, 37 (que actualmente se encuentra en obras) y el número 100 de la avenida Can Serra, cuyas reformas están programadas para comenzar este mismo mes de enero.
El proyecto Rehabilita y la transformación que hoy viven los edificios de Can Serra evocan un paralelismo con las luchas vecinales de décadas pasadas. Mientras que ahora las rehabilitaciones apuntan a mejorar la eficiencia energética y las condiciones de habitabilidad, hace más de 50 años los vecinos luchaban por convertir este barrio en un lugar habitable desde cero. La paradoja es evidente: en ambos momentos históricos, el objetivo ha sido garantizar una vida digna, adaptando los espacios a las necesidades (cambiantes) de sus habitantes.
En los años 60 y 70, los residentes de Can Serra se enfrentaron a una urbanización caótica, con edificios construidos sin la planificación adecuada y sin servicios básicos como calles asfaltadas, iluminación o acceso al agua potable. La comunidad vecinal se organizó para exigir mejoras que garantizaran su bienestar y su seguridad. Ahora, con el paso de las décadas, los mismos edificios que fueron testigos de aquellas luchas primigenias requieren una transformación profunda para adaptarse a los estándares modernos de sostenibilidad y confort.
“La rehabilitación actual de los edificios no es solo una obra técnica, también es un homenaje a los vecinos que lucharon por este barrio”, destacó Revelles durante la visita. De la misma forma que en el pasado los vecinos se unieron para reclamar servicios esenciales, hoy los residentes en el barrio se enfrentan a nuevos desafíos, como la pobreza energética y la necesidad de reducir el impacto ambiental de las viviendas. Las historias de ayer y de hoy se entrelazan, recordándonos que cada generación afronta su propia lucha por mejorar el lugar donde vive.
David Revelles destaca que Rehabilitar también significa rescatar la memoria de las personas que han construido este barrio”. Can Serra nació en la década de 1960 como respuesta a la urgente demanda de vivienda derivada del rápido crecimiento poblacional en L’Hospitalet. Sin embargo, los primeros vecinos que llegaron al barrio se encontraron con edificios construidos apresuradamente y sin servicios esenciales.
En este contexto, emergió un movimiento vecinal que protagonizó una serie de luchas sociales para transformar Can Serra en un lugar digno para vivir. Las manifestaciones de hace más de 60 años, lideradas en gran parte por mujeres, exigieron la construcción de escuelas, centros médicos, alumbrado público y calles asfaltadas. Uno de los episodios más destacados fue la conocida como Manifestación del muro de la vergüenza, en 1974, cuando las mujeres del barrio protestaron contra un muro de contención que suponía un peligro para los niños y dividía la comunidad.
Revelles vincula este episodio con otros movimientos sociales de la época en Barcelona, como la huelga feminista de 1919, destacando los paralelismos entre las luchas vecinales de Can Serra y los movimientos por la dignidad y los derechos humanos en otros contextos. “Rehabilitar edificios es también rehabilitar la memoria colectiva, y este barrio tiene mucho que contar”, enfatiza.
La visita guiada también sirvió para destacar historias personales que han dado forma a Can Serra. Entre los nombres mencionados destaca el de Pura Fernández, una figura clave en la lucha vecinal y que da nombre al CAP de Can Serra. También se recordó a Pilar Massana i Llorens, la primera trabajadora social del barrio, quien jugó un papel fundamental en la organización de actividades comunitarias.
Una de las paradas del recorrido fue el Parque de Can Cluset, un espacio que antiguamente albergaba la fábrica química Can Brugarolas. Este parque, junto con otros como el de Las Planas, son el resultado de la transformación de zonas industriales en espacios verdes gracias a la presión vecinal. “Los vecinos no solo lucharon por servicios básicos, sino también por calidad de vida, como la creación de áreas verdes”, comenta el guía.
En otro punto del recorrido, los participantes conocieron la historia de la Casa de la Reconciliación, un espacio comunitario construido por los propios vecinos en los años 70. Este lugar simboliza la solidaridad y el esfuerzo colectivo que caracterizan a Can Serra. Además de servir como centro de actividades sociales, la Casa de la Reconciliación fue clave en movimientos como el de los objetores de conciencia, que se oponían al servicio militar obligatorio.
El recorrido tuvo una etapa también en el espacio conocido como la Plaza de la Carpa, donde décadas atrás se proyectaron 13 grandes edificios de 15 plantas que habrían colapsado aún más el barrio. Gracias a la resistencia vecinal, este espacio se destinó a equipamientos como un instituto y un mercado. Estas victorias urbanísticas son el testimonio vivo del poder de la organización comunitaria.
Can Serra no solo fue construido con ladrillos y cemento, sino también con solidaridad. En los 70, los vecinos plantaron árboles en sus calles para contrarrestar la falta de zonas verdes, iniciativas que reflejan un compromiso colectivo que trasciende las generaciones, como rememora Celestino Raya, uno de los protagonistas de aquella histórica plantación de árboles. La lucha por la dignidad contó con una activa participación femenina. Desde la manifestación del muro de la vergüenza hasta las protestas por mejores servicios, las mujeres desempeñaron un papel central en las movilizaciones.
Varias décadas después la historia se refleja en la realidad de un barrio marcado por la gentrificación y la pobreza energética. Por eso, proyectos como Rehabilita abordan problemas como la eficiencia energética de los edificios para reducir costes para los residentes. Sin olvidar la opreservación del espíritu comunitario que ha definido a Can Serra desde sus inicios. “Este barrio fue construido por sus habitantes, no solo con ladrillos, sino con solidaridad y esfuerzo”, incide Revelles. La prueba es que en la visita comparten experiencias y participan tanto personas mayores, que vivieron las luchas vecinales de primera mano, como jóvenes interesados en conocer la historia de de sus abuelos. III
Una mirada hacia el futuro |
Proyectos como este nos invitan a reflexionar sobre el papel de la memoria en la construcción de ciudades más humanas y sostenibles. La experiencia de Can Serra resalta la importancia de equilibrar la modernización con la preservación de la identidad local, la memoria de quienes lucharon por un barrio mejor hace décadas no solo debe ser recordada, sino también celebrada como un pilar fundamental, como un símbolo para seguir avanzando hacia un futuro más inclusivo y equitativo. |