El pasado 11 de diciembre de 2024, un dispositivo conjunto de la Policía Federal Australiana, los Mossos d’Esquadra y la Guardia Civil ha desmantelado una organización criminal dedicada al tráfico internacional de drogas. La banda enviaba drogas ocultas en paquetes a Australia desde el Aeropuerto de El Prat, y tenía conexiones en varios países de Europa, África, América y Oceanía. La operación ha finalizado con once detenidos en Barcelona, Ibiza y más allá de las fronteras españolas.
El miércoles 11 de diciembre de 2024 fue un día fatídico para una banda criminal dedicada al tráfico internacional de drogas. Tras varios meses de investigación y una larga trayectoria de crímenes, la organización ha caído, en manos de un dispositivo policial conjunto de los Mossos d’Esquadra y la Guardia Civil, con el apoyo de la Policía Federal Australiana. Esta banda enviaba cargamentos repletos de drogas —sobre todo, cocaína, ketamina y MDMA— a otros continentes, a través de empresas de mensajería y por vía aérea, desde el Aeropuerto de El Prat.
La investigación de los hechos se remonta a abril de 2024, unos ocho meses antes de la caída definitiva de la organización. Los Mossos y la Guardia Civil estaban al tanto de la existencia de un entramado criminal especializado en el envío de drogas al extranjero. La banda se las ingeniaba para hacer llegar hasta Australia paquetes repletos de una gran variedad de sustancias estupefacientes.
Así, en el mes de abril, una vez identificada la organización, su funcionamiento y el destino de sus botines, los cuerpos policiales se pusieron en contacto con la policía australiana, para crear un equipo de investigación conjunto a través del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y Crimen Organizado (CITCO).
La organización tenía una estructura muy jerarquizada y un modus operandi muy rígido y definido. Según han descubierto los investigadores, la banda tenía un líder, un hombre de 39 años, encargado de dirigir todas las actividades ilegales del entramado y de dar órdenes a sus subordinados. El líder se ocupaba también de todos los movimientos de dinero, de encontrar compradores y contactos internacionales para enviar la droga hasta Australia —y a varios países de Europa, América, África y Oceanía—, y negociar los precios de venta de sus cargamentos. Además, también se encargaba de supervisar la elaboración de los paquetes que se iban a distribuir por todo el mundo. Así, este líder era el cerebro, los ojos y el motor de la organización.
En los niveles superiores de la jerarquía, los ‘secuaces’ de este líder, se encontraban todos aquellos miembros encargados de almacenar, proteger y custodiar toda la droga, así como de las funciones logísticas del envío de la mercancía (como la preparación de los paquetes o el transporte hasta las empresas de mensajería) o la venta de drogas al consumidor final. Todo esto, claro está, siempre bajo el ojo vigilante del jefe.
Así pues, el envío de drogas al extranjero era la actividad ilegal principal de esta banda criminal. Este tráfico clandestino era posible gracias a los contactos del líder y gracias a pequeñas estratagemas para esconder el verdadero contenido de los paquetes.
Por ejemplo, el mismo día 11 de diciembre, en la terminal de carga del Aeropuerto de El Prat, los agentes lograron interceptar un paquete de la organización, con destino Australia, declarado como ‘Christmas gift for new born baby’ (en inglés, ‘regalo de Navidad para un bebé’). Aunque el paquete contenía, efectivamente, varios elementos ideales para un bebé recién nacido (ropa, juguetes y leche en polvo), solo eran una tapadera que ocultaba el verdadero ‘regalo de Navidad. En su interior, los agentes encontraron 2,3 kilos de ketamina, escondidos entre estos entrañables regalos para un bebé. Así, la banda se las ingeniaba para colar su mercancía entre artículos aparentemente inofensivos, con etiquetas engañosas.
Tras varios meses de investigación conjunta, el mismo 11 de diciembre los cuerpos policiales entraron a la acción. Durante la operación, varios agentes de la Policía Federal Australiana se desplazaron hasta Barcelona para cooperar con las dos fuerzas policiales españolas. Además, los registros y análisis de la información se coordinó desde Londres, gracias al vínculo del agregado de Interior español en el Reino Unido y la policía australiana. Es más, esta cooperación internacional ha sido la clave para desmantelar la organización, debido a sus ramificaciones en varios continentes del mundo y sugran capacidad operativa transnacional.
El dispositivo realizó ocho registros en el entorno de Barcelona y otro más en Ibiza, que terminaron con ocho detenidos. Si se le suman los registros en el extranjero, a través de la policía australiana, la operación ha finalizado con un total de once detenidos. Durante los operativos, los agentes han incautado grandes cantidades de drogas: cocaína, tusi (cocaína rosa), hachís, marihuana, ketamina y metanfetaminas. La banda también tenía maquinaria para el tratamiento y elaboración de drogas sintéticas, envasadoras al vacío y balanzas de precisión, tres herramientas más que necesarias en el narcotráfico. Paralelamente, los agentes han intervenido varia documentación, teléfonos móviles y material informático, una caja fuerte y una alta suma de dinero en efectivo.