La intervención a última hora de este pasado jueves de un importante cargo del Ayuntamiento de Sant Boi evitó que de nuevo atravesar el municipio el viernes se convirtiera en un infierno de dimensiones bíblicas para los conductores peor incluso que el colapso de los últimos días. Y es que sin avisar al consistorio ni a nadie con antelación, la dirección general de Carreteras y el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible (MITMA) decidieron ese mismo jueves por la tarde que al día siguiente se cerraba parcialmente la ya de por si desbordada rotonda de la Parellada, lo que la iba a convertir en un callejón prácticamente sin salida (solo hacia la C-32 en dirección a Castelldefels) para desesperación de sus usuarios.
Pero el alto responsable municipal se plantó y telefónicamente espetó a los responsables de la obra que se fueran olvidando de asaltar a las bravas la conflictiva glorieta de la C-245. Nada de cierres. No hasta que se pudieran notificar a los afectados con algo de margen las nuevas restricciones que iban a desatarse. Y de paso, que también hubiera tiempo para señalizar, al menos mínimamente, los desvíos que iban a ponerse en marcha y que, apriori, estaban concebidos para mitigar el colapso de los últimos días.
Los responsables estatales de la obra recularon ante el monumental enfado del Ayuntamiento y pospusieron el cierre del ramal de la rotonda de La Parellada en dirección Cornellà (excepto para los autobuses de línea) hasta las 10.00 horas de este lunes, fuera ya de las horas punta de la operación entrada a Barcelona. De esta forma, los posibles conductores afectados están ya sobre aviso, saben lo que les espera y pueden tomar medidas, buscar rutas opcionales o incluso pasarse al transporte público ferroviario. Tres días de antelación dan para mucho.
El objetivo de esta prórroga del cierre de La Parellada era (y sigue siendo) evitar que se repita el descomunal caos de tráfico que el pasado lunes 3 de febrero colapsó todos los viales con acceso a Sant Boi y sus aledaños cuando se anuló uno de los dos carriles de la C-245 en dirección a Cornellà. Y es que el colapso general del lunes “fue un drama”, han reconocido fuentes municipales, en nada achacable al propio Ayuntamiento ya que no es el promotor de la obra.
Más bien al contrario, Desde los medios de comunicación municipales y de los perfiles del consistorio en redes sociales se lleva intentando desde el primer momento advertir a los ciudadanos de las restricciones y se les recomiendan itinerarios alternativos.
Además, el municipio ha colocado en lugares estratégicos de la ciudad señales especiales que dirigen el tráfico local hacia la calle de Alacant y el nuevo acceso a la C-32, el único aliviadero para evitar la trampa de la C-245, y avisos de las restricciones.
Esta opacidad ministerial y de la dirección general de Carreteras en Cataluña viene siendo la tónica habitual de las obras de la B-25 desde que comenzaron en verano de 2023. Las decisiones que afectan a la movilidad –como desvíos o cortes- no se consensuan con el ayuntamiento y se le notifican en el último momento y a cuentagotas, como pasó el jueves. “Así es muy difícil planificar medidas con antelación. Desconocemos qué se tiene previsto ejecutar cada día, no hay planing. Porque si lo supiéramos nos podríamos organizar mejor, prever las cosas y evitar problemas”, aseguran desde el consistorio. Sin embargo, como el ayuntamiento es la única administración que informa, es también la única que recibe las quejas, las críticas y los exabruptos de los conductores atrapados en los atascos, sobre todo a través de las redes sociales.
Pero es que en realidad la B-25 no es un vial pensado ‘para Sant Boi’ sino que es una estratégica obra de país, porque está concebida para conectar de forma directa (con un vial de 2,3 kilómetros) las autopistas A-2 y B-32, un movimiento que hasta ahora requería o bien pasar por en medio de Sant Boi (y de la maldita rotonda de la Parellada) o por el nudo del Llobregat, lo que comporta un notable rodeo. Aunque sí es cierto que Sant Boi va a ser un beneficiario directo de la futura autovía cuando entre en servicio porque ésta restará 25.000 vehículos diarios al tráfico interno de la ciudad y acabará con los atascos infinitos de rotonda de La Parellada –también llamada de la Cruz Roja- e incluso (literalmente) finiquitará la propia glorieta.