Najat, una niña a la que encantaban los cuentos de su abuela en lengua amazigh, ya hacía dibujos en cuadernos y fantaseaba con los relatos misteriosos de la abuela y sus vecinas. En Vic descubrió una nuevo mundo mucho mejor que el abandonado: la escuela y la biblioteca fueron sus instrumentos para, sin salir a callejear (prohibido), intuir nuevos mundos. Los maestros y las vecinas aprovechaban sus precoces aptitudes traductoras para intermediar en gestiones e informaciones necesarias para su comunidad. Estudiaba y trabajaba. Con ganas y siempre sonriente, la adolescente empezaba a tener desencuentros con los rígidos patrones de conducta comunitarios.
En Cataluña, la mayoría de las mezquitas siguen la corriente salafista, más rigorista en sus códigos de costumbres para la mujer. Najat consiguió acceder a la Universidad de Barcelona, donde cursó Filología árabe. Son cursos literarios pero que no facultan para hablar en árabe, según reconoce ella misma. Antes, para costearse los estudios secundarios, hizo de limpiadora, auxiliar geriátrica, yendo y viniendo en tren de Vic a Barcelona. Pero de nuevo fue su querido abuelo quien sufragó sus estudios universitarios, apoyándola siempre. En Barcelona es donde los deseos de cambio empezaron ¿Libertad o pertenencia?. Su padre no soportaba su libertad. Pero finalmente consiguió un empleo como mediadora intercultural en el Ayuntamiento de Vic. Allí conoció las políticas educativas de cerca, muy impositivas, y que no permitían la libre elección de centro. Y experimentó este recelo de los suyos, hacia la mujer titulada que media y ayuda en su favor. En Cunit, Sant Boi y otros muchos Ayuntamientos. los jefes comunitarios propiciaron cambios de interlocutor. Ella esquivó una imposición de boda temprana con un pariente para conseguirle los papeles. Fue madre soltera y en una decaída etapa consiguió el premio Ramón Llull y el Josep Pla, el Nadal y otros muchos. Más lo importante ha sido conseguir vivir de la profesión literaria en el Ensanche barcelonés, casada y con un segundo hijo, siendo una cotizada articulista en diarios y animadora de tertulias y debates.
En su discurso en el Salón de Plenos, ante un público progresista, explicó su desenganche de la cultura patriarcal, comunitaria o tribal. Su desacuerdo con el literalismo de los textos sagrados islámicos y hasta incluso con los que pretenden una reinterpretación de los susodichos textos. Yo recuerdo varias intervenciones de Dolors Bramon, especialista en Semíticas, acerca de la palabra “yihad” en esta línea. Najat es no creyente y ha estado próxima a la candidatura de Federalistas. Aunque es opinadora en los medios, se manifiesta esencialmente libre de prejuicios y modas súbitas. Sus libros han sido traducidos a 10 idiomas y son éxitos de ventas.
En este pregón abogó por cosas simples pero muy graves para una joven musulmana: Poder nadar, ir de excursión, negar el velo y la vestimenta talar, poder mirarse las melenas en los escaparates, no imponer la FP como salida limitativa en los estudios. Najat recordó a los asistentes el problema de estas jóvenes asfixiadas por un ambiente opresivo y que viven en sociedades abiertas con grandes progresos feministas, pero donde ellas no están invitadas a su normal disfrute, debiendo conformarse con la obediencia a códigos estrictos en contra de su desarrollo personal. Y vivir en ‘ghetos’. Por cierto, cuenta que a ella, muchas “concienciadas” le preguntan dónde vivía en el Raval, lugar en el que no ha vivido nunca. Es una prueba de los estereotipos al uso. Najat días antes del Pregón fue protestada por colectivos de la CUP y LGTB. Ella no es partidaria del concepto transexual entre otras cosas.
Añora a nivel personal una pertenencia ciudadana laica con unos códigos de libre pensamiento asegurado y con opciones más abiertas y realistas que la cacareada e inútil “Alianza de las civilizaciones” un costoso juguete del período Rodríguez Zapatero del que Erdogan se burla y aprovecha. Cree que los partidos catalanes han elegido en ocasiones a mujeres con velo y familia numerosa como méritos únicos y simbólicos para ganar votos en el colectivo musulmán. Porque el velo es sometimiento. No es partidaria del islam en la escuela. Ella mantiene una relación con grupos de mujeres jóvenes descreídas y que han tenido que hacer una vida extra-comunitaria y cortar relaciones familiares como ella misma, ayudadas mínimamente por particulares u ONGs.
Extrema sus críticas a los Hermanos musulmanes de Egipto que avalan la mutilación genital femenina y en una conversación con un Imán de esta línea se le espetó: “Estás desnuda ante Dios” porque iba con los brazos descubiertos y sin velo. Al respecto recordó la abogada iraní Nasrin (38 años de cárcel y 148 azotes) por defender a chicas desmelenadas. También menstruando no es posible orar. Son pruebas, más que anécdotas, de las dificultades de una feminista secular por desenvolverse en una sociedad patriarcal. Se refleja en su libro ‘El último Patriarca’ y muy en especial en ‘Siempre han hablado por nosotras’ que fue recibido y boicoteado por extremistas, no siempre musulmanes. Es un ensayo de ruptura definitiva y una necesaria clarificación de “los falsos amigos”. Una prueba: fue propuesta como pregonera en una ciudad metropolitana importante. Tras debatirlo, la alcaldesa no la llamó para evitar conflictos.
Ahora ya en el Salón de Plenos lleno de historia, agradeció al alcalde Collboni el honor del encargo del Pregón Mercedario; sin achantarse por los partidarios de la anterior ex-alcaldesa Colau, críticos con los cristianos y mudos ante los desvíos musulmanes.Fue aplaudida y dedicó libros entre los asistentes.
Al ver la filmación del acto, veo a una Najat segura, muy favorecida de imagen y sobre todo con una gran sonrisa y un enorme sentido del humor. Le deseo que pueda nadar entre las aguas turbulentas de su literatura de compromiso y que al nadar muy rápido casi siempre a contracorriente se libre de todo peligro de los mares de odio y envidias. El nadar para muchas chicas magrebíes es un tema difícil. En Francia crearon el “burkini” un traje de caucho para nadar en playas y piscinas. III