Existe un gran potencial de innovación en los barrios de l’Hospitalet y las poblaciones del Baix Llobregat. Al igual que Calcuta, es un ecosistema en el que conviven todas las oportunidades y peligros del mundo moderno.
En una concentración urbana de más de un millón de personas como lo es nuestro territorio, existen muchos argonautas como aquellos héroes griegos que, según la mitología, fueron a Colcos en la nave Argos a la conquista del vellocino de oro. Les interesa lo mismo y lo viven como una pasión: se preocupan por las personas bajo la única bandera de la excelencia tecnológica, la innovación y el cambio.
La innovación es el actual vellocinnio de oro. La única senda posible para salir del atolladero económico. Los sistemas de innovación pueden crearse si estamos de acuerdo en que el futuro no es simplemente lo que llega, sino lo que verdaderamente mejora la vida de las personas. Dos hospitalenses lo están haciendo: Ferran Adrià con su Bullipedia, que se estrenará mundialmente el próximo 8 de septiembre, e Israel Ruiz, un ingeniero industrial que se fue a cursar un máster al prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y ahora es su vicepresidente ejecutivo y tesorero, en la cúspide de una de las instituciones más prestigiosas y vanguardistas del mundo. Ambos han apostado por la educación como la verdadera revolución posible, al extenderla y mejorarla poniéndola al alcance de cualquiera en el planeta. Así lo ha hecho Ruiz con los cursos edX que se pueden seguir a través de internet. Los contenidos son excelentes; no en vano están elaborados por profesores de la Universidad de Harvard y el propio MIT, instituciones a las que este hospitalense puso de acuerdo en una aventura propia de argonautas que amplifica la potencia de cualquiera, sobre todo de los emprendedores, al aumentar exponencialmente sus capacidades.
Aprovechar las oportunidades
Los directivos empresariales y políticos tienen la misión de aprovechar todas las oportunidades para reactivar económicamente el país y elevar la competitividad. Muchos ejecutivos son auténticos campeones ocultos: invisibles para el gran público pese a sus éxitos. Es el caso de Israel Ruíz. Como Ferran Adrià, que de ser una constelación gastronómica se ha reinventado en su Bullipedia, ambos apuestan por democratizar la educación por la vía digital como la última de las grandes disrupciones. Los dos dialogaron en CaixaForum sobre cómo innovar a partir de esa arma que tantos reconocen como poderosa pero que no muchos saben manejar: la educación.
La tecnología cambió la música, la fotografía, la edición de libros; cambiaron los medios de comunicación, o la manufactura de industrias como el acero, y ahora le llega el turno a la educación. Donde algunos ven riesgos y problemas, otros ven oportunidades. Es la misma filosofía vital que en su último año en la Politécnica de Cataluña, antes de graduarse como ingeniero industrial, le llevó a Israel Ruiz a trabajar a Nissan en busca de la “vida real” que la universidad no le ofrecía; la que le llevó a escuchar a su mentor y jefe para volar, viajar, mejorar su inglés, trabajar en Hewlett Packard y buscar, en 1999, oportunidades en ese lugar mítico para científicos, ingenieros y emprendedores que es el MIT. Allí cursó un máster y se especializó en finanzas y estrategia aplicada a empresas de tecnología. Su plan era quedarse cinco años. Pero no le iban a dejar escapar. En un ecosistema donde prima la meritocracia, a este ingeniero del barrio hospitalense de Santa Eulalia le han dado mucho poder. Y, de paso, la nacionalidad estadounidense.
Pocos se arriesgan aquí
Pero por estos lares no existen propuestas arriesgadas que definan y mejoren nuestro futuro. Hay poca cultura de inversión en investigación, desarrollo e innovación que tenga recorrido. Cuando no hay que olvidar que la santísima trinidad del progreso tiene sus vértices en la industria y la formación. Hace unos días, el presidente Mas hizo una gran puesta en escena en favor de la Cataluña industrial en el Barcelona Teatre Musical.
Necesaria reindustrialización
En nuestra comarca sabemos desde hace tiempo la necesidad de reindustrializar nuestra sociedad como paso ineludible para levantar cabeza. No nos creímos en su día los cantos de sirena de quienes descubrían un supuesto paraíso posindustrial basado exclusivamente en las tecnologías y los servicios. Los países más competitivos del mundo tienen una importante base industrial. Ahora nuestros responsables han despertado del letargo que fiaba nuestra economía exclusivamente a los servicios, que están bien, pero no son la única solución, porque nunca hay que olvidar que es peligroso poner todos los huevos del futuro en una sola cesta.
Hay que tomar muy en serio la reindustrialización de Cataluña. Y nuestra comarca, tradicionalmente industrial, tiene mucho que decir en este reto que contribuiría a solucionar el más grave del paro. A la industria se la ha visto hasta hace poco carente de valor. Por eso padecimos hace algo más de una década una auténtica fiebre de deslocalizaciones. Visto que el precio del transporte no compensa la búsqueda de menores costes laborales y que sólo se puede innovar si existe capacidad productiva, es normal que vivamos ahora un revival de la industria.
Un outlet en vez de aeronáutica
La industria aeroespacial y de defensa es de las más innovadoras y la que genera más puestos de trabajo al ser el mayor contribuyente global de empleo. En una comarca como la nuestra, con gran implantación de empresas auxiliares del automóvil que proveen a Seat y Nissan, era normal apostar por rentabilizar sus capacidades de producción instaladas con una orientación hacia el sector de las aerolíneas. Pero el proyecto del Parque Aeroespacial que en su día reservó terrenos en Viladecans ha sido olvidado en favor de una solución cortoplacista en la línea de los servicios: la construcción de un gigantesco outlet. De este modo, los turistas chinos, rusos y de todo el mundo, pasarán un día de compras en el outlet de Viladecans mientras nos quedamos sin una porción de la industria más potente del mundo.
Sistemas de educación como el edX del MIT y Harvard se basan en aplicar la tecnología y si lo adoptáramos y extendiéramos en nuestro país para que los parados pudieran recapacitarse de forma más rápida y eficiente, seguro que daríamos un paso de gigante. Y además, reduciría el gasto de reeducación, que ahora es muy elevado. Pero el problema de la rigidez de Europa y de nuestro país es que las universidades tienen mucho en común con los cementerios: nadie te ayuda desde dentro.
Negar la evidencia de que el mundo académico vive mayoritariamente de espalda a la economía real, no sirve de nada. Habrá que ponerse en serio a tender puentes entre las universidades y las empresas.