Opinió

Las risas y los aulladores

Lluis M Estruch | Miércoles 23 de julio de 2014
Durante tiempo, los políticos mantuvieron el ademán serio y circunspecto, imbuidos de autoridad solemne, si se buscan las sonrisas y risas en ellos, como casta; nos remontaremos a los 35 años últimos, en que los políticos profesionales, se prodigaron: riendo y sonriendo en cualquier acto y lugar, salvo en tragedias y golpes de Estado.

La moda llegó de USA y de su marketing -si un vendedor, vende más sonriendo-, le imitamos y vendemos mejor nuestro mensaje partidista y personal. Lo han hecho todos y siguen. Pero… ¿se puede continuar sonriendo cuando muchos de ellos, con la crisis, son sorprendidos en actos ilegales: dietas, sobresueldos, desvíos de fondos, falsos ERES, cuentas B, recalificaciones manipuladas? ¿Podrán continuar riendo en sus actos públicos, en fotos de revistas amigas? ¿Seguirán los ediles disimulando dietas a Hacienda? ¿Nos devolverán el dinero robado? O seguiremos asistiendo a su impávida actitud que nos niega hasta la reverencia excusadora de estilo japonés.

Sí riendo, mientras el país sufre y los Ayuntamientos no reducen sus estructuras burocráticas. Junto a la suma de corruptelas, proliferan en nuestros suburbios ‘los Aulladores’, que gritan su desespero, su descontento, con aspecto fiero y descuidado: que sueltan alarmantes quejidos, de desarraigo, de marginación. Siendo Sant Boi un pueblo acostumbrado al desviado, no dejan de impresionar al transeúnte estos gritos salvajes de rabia, del normal que dejó de serlo, y que amenaza a todos con su ira y maldice a los políticos.

El hurgar en contenedores, los turnos de comedores sociales, los colegios abiertos en verano para que los niños tomen su gran comida diaria. No son broma. Así que desconfiemos de quienes traten grandes temas: independencia, exclusión social, hambre infantil, preferentes, paro… sonriéndose y gesticulando como en USA, porque estamos en un país hispano y pobre con dificultades graves para normalizarse. Ténganlo en cuenta- munícipes-, que tocan las disculpas, la austeridad, la decente seriedad, porque sino cada vez seremos más los ‘Aulladores’, como en el poema de Ginsberg.