Miguel-Angel Ibáñez | Miércoles 19 de noviembre de 2014
Ya ha pasado el 9 de noviembre. Ya se ha celebrado la pseudoconsulta secesionista sin las mínimas garantías exigibles en un Estado democrático.
Ahora, tras dos años de agitación propagandística, la Cataluña de ensueño, maravillosa y extraordinaria prometida, choca frontalmente con la cruda realidad del desgobierno de Artur Mas.
Quiero un país...
Libre de corrupción: pero Jordi Pujol ha mantenido durante 30 años cuentas ocultas en el extranjero y la sede de CDC está embargada por el caso del Palau.
Sin recortes: pero la sanidad, la educación y las políticas sociales han experimentado cuantiosos recortes desde que Artur Mas asumió la presidencia de la Generalitat.
Con helado de postre todos los días: pero la Generalitat continúa sin pagar la deuda con las entidades del Tercer Sector. Por otro lado, según el último informe del Insocat sobre pobreza juvenil, 1 de cada 5 personas entre 16 y 29 años viven en riegos de exclusión social.
Con una sanidad sin listas de espera: pero los catalanes debemos esperar cuatro meses de media para ser operados.
Con una ley electoral de listas abiertas: pero Cataluña ha sido la única CCAA incapaz de redactar una ley electoral propia, teniendo que regirse por una ley orgánica.
Así pues, queda patente que cualquier coincidencia con lo prometido es pura propaganda. Aunque le echen la culpa a Madrid, demuestran día a día que son malos gestores y quizá por esa razón dos de cada tres catalanes se ha desentendido del 9-N.
No obstante, desde Ciutadans (C’s) -utilizando las leyes y la democracia- seguiremos trabajando para construir una comarca, una Comunidad y un país para todos, libre de corrupción, con una financiación adecuada y un potente sistema de bienestar.