Imanol Crespo | Jueves 11 de diciembre de 2014
Con un equipo de media docena de personas, Geni lucha contra la malnutrición infantil y por la educación de niños y mujeres. Crear un pozo en pleno desierto y un orfanato son dos de los retos que todavía tiene pendiente la misionera santboiana
“Algunos me recordaran en Sant Boi como ‘La Cascarilla’”, dice Geni hablando de su pasado. Era una chica corriente, nacida en esta ciudad de la comarca, que se ganaba la vida, pues, como podía, dice, aprovechando lo que iba saliendo. Vinculada, desde pequeña, a la religión -en su caso a la Iglesia Rey de Reyes afincada en Sant Boi-, en 1999 decide parar y dar un paso al lado. Desde entonces, no ha dejado de dedicar su vida a ayudar a los demás. Primero en Melilla, luego en Marruecos, Cuba, México. Estudió francés en Canadà, lengua fundamental en la África Subsahariana. Y tras un nuevo regreso a Melilla, decide cruzar la vaya que divide el primer mundo de la barbarie. “Vimos el progreso de los refugiados. Nos decían que tardaban tres años en llegar y tuvimos curiosidad, queríamos saber qué pasaba más allá de la frontera, qué ocurría en sus países de origen”.
En 2007, tras dos años de búsqueda de vías de financiación, la santboiana Geni se traslada a Burkina Faso, país donde reside actualmente y en donde ha levantado todo un proyecto de ayuda humanitaria basado en la lucha contra la malnutrición infantil y en la concienciación de la población autóctona entre otras muchas iniciativas.
Pequeños grandes pasos
La redacción del proyecto inicial, en el que todavía sigue trabajando Geni, consistía fundamentalmente en la realización de cinco infraestructuras: un comedor, una escuela de oficios, un CREN o Centro de Recuperación y Educación Nutricional y un orfanato. Ante estos retos, Geni empezó a dar comida a niños de la aldea donde reside, en Djibó (Soum), situada en el norte de Burkina Faso, en la región desértica del Sahel. Pronto se dio cuenta de la necesidad que había en la aldea y ante la avalancha de niños y niñas, decidieron marcar un día, el sábado, para ofrecer ‘benga’ o alubias en mooré, uno de los idiomas oficiales del país. Su casa se convirtió en un punto de encuentro en la aldea.
La malnutrición infantil es uno de los mayores males del país. “En una campaña médica, una de las cosas que me sorprendió fue ver como el 98% de los niños -aparentemente sanos- estaban enfermos”, explica Geni. Desde entonces, la misionera organiza en invierno, tras el periodo de recolecta, una campaña médica para los niños de la aldea. Sufragan los gastos médicos a través de una colaboración con un Hospital local para prevenir y curar enfermedades antes de que sea demasiado tarde. La otra gran noticia es que, después de años de esfuerzo, el comedor es ya una realidad.
No es el único éxito de Geni en Djibó y de su equipo, apenas media docena de personas. El programa de apadrinamiento ya cuenta con un centenar de niños apadrinados (ocho de ellos en Sant Boi y uno en Gavà), además de otras tantas decenas a los que se les paga la educación. Y es que la educación es el otro pilar. Para los niños y, también, para las mujeres de Djibó. En este mes de diciembre, el equipo de Geni va a recibir formación para que se conviertan, a la vez, en formadores que reduzcan los niveles de alfabetización de la aldea. Otro gran paso del proyecto que a partir de enero de 2015 dará resultados.
El reto del pozo
Desde un tiempo atrás, Geni va y viene desde la aldea a Sant Boi, aproximadamente, cada tres meses para tratarse de un cáncer. Está, prácticamente, lo que dura la visita del oncológico. Tiene cosas pendientes en Djibó. “Aquí tengo mi familia, mis amigos, mi entorno; pero allí también. Resido allí, con mi hija, pero todos me llaman mami”, comenta. Ahora su estancia se ha alargado algo más tras un reciente Golpe de Estado en el país, pero en cuanto pueda, que posiblemente sea antes del cierre de esta edición, Geni ya estará en Burkina Faso. “Tengo que acabar el orfanato, consolidar un equipo que permita mantener el proyecto y un pozo”. Llevan tres perforaciones, financiadas, en gran parte, por el Gobierno de Andorra, todavía sin suerte. La zona desértica del Sahel sigue venciendo al esfuerzo y a la voluntad de misioneros como Geni. Pero no se da por vencida. Ahora van a proceder a una cuarta perforación en busca de agua.
Sin duda, para los autóctonos de la aldea sería el mejor regalo de navidad.