Imanol Crespo | Miércoles 25 de febrero de 2015
Bares, tiendas de ropa e, incluso, el Casal d’Avis de la Cooperativa. No discriminaban. Ni el lugar, ni los objectos robados, ni su valor.
Ni siquiera se escondían. Pero su reincidencia en delitos menores con fuerza puso en alerta al barrio Ciutat Cooperativa Molí Nou, que veía como los robos en comercios locales de toda la vida se sucedían en poco tiempo, lo que suscitó una alarma social evidente entre los vecinos del barrio santboyano.
Pareja de reincidentes
Los antagonistas de esta ola de robos son un hombre, de 45 años y nacionalidad española, en concreto, de Melilla (dato importante para el desenlace de la historia) y que responde a las iniciales M.M; y, segundo, su pareja sentimental, de 29 años, también de nacionalidad española. Ambos tenían una veintena de antecedentes de delitos parecidos, pero se habían intensificado en este 2015 de una manera importante. De hecho, gracias a la labor policial coordinada entre los diferentes cuerpos locales (Guardia Urbana y Mossos d’Esquadra) se les detuvo en más de media docena de ocasiones, lo que permitió relacionar los distintos delitos a las mismas personas y, así, aumentar la eficacia de la seguridad en el barrio.
No obstante, esta labor no acababa de dar respuesta a la situación que sufrían los vecinos de Ciutat Cooperativa, ya que tanto uno como otro pasaban a disposición judicial, se les tomaba declaración en los juzgados de primera instancia de Sant Boi y quedaban en libertad con cargos al no considerar -ninguno de los jueces- que era necesario aplicar prisión preventiva. Según ellos, no cumplían ninguno de los tres requisitos: posibilidad de fuga, capacidad de eliminar pruebas y dificultar la investigación y, por último, el más dudoso y cuestionado, la alarma social. La situación era compleja, excepcional y casi anecdótica ya que, en alguna de las ocasiones, salieron de instancias judiciales y, en pocas horas, los dos reincidentes eran detenidos, in fraganti, nuevamente.
Labor policial y social
En paralelo a la labor policial (la Mesa de Coordinación Policial de Sant Boi había acordado llevar a cabo un dispositivo conjunto especial de seguridad ciudadana, con la participación -como decíamos- de Policía Local y Mossos d’Esquadra tras distintas reuniones con los comerciantes de Ciutat Cooperativa), se introdujo el trabajo del equipo de profesionales de Servicios Sociales, un departamento que en los últimos años ha pasado a ser de menor a imprescindible, en todas las administraciones municipales.
Según fuentes oficiales, durante semanas “se han seguido unas pautas que a la larga han dado sus frutos, más que actuando en caliente para callar la alarma social”, hecho que, dicho de paso, también se intentó en conversaciones con los comerciantes. Desde luego, esta situación no favorecía a nadie, tampoco a este barrio obrero, que pese a estar integrado en el resto de entramado urbano de Sant Boi, sigue siendo aquella ciudad apartada, con entidad propia: la Coope. Una Coope marcada en desmedida con etiquetas que derivan en una estigmatización del barrio que podría influir en las ventas de su trama de comercio de proximidad. Es el principal miedo de todos los comerciantes que han decidido pasar página después de saber que los dos reincidentes han aceptado, tras las conversaciones mantenidas con Servicios Sociales, volver a Melilla -ciudad natal del acusado- y aceptar participar en el Proyecto Hombre, asociación humanitaria para la prevención y tratamiento de la drogodependencia y otras adicciones.
Así, queda resuelta la oleada de robos en este distrito de Sant Boi tras la labor, por un lado, de los cuerpos de seguridad y, por otro, de los Servicios Sociales del municipio. Es por ello que los comerciantes quieren, ahora, positivar de nuevo la imagen del barrio -tras este puntual y concentrado episodio- y volver a promocionar la actividad comercial de una Coope sin estereotipos ni complejos. III