El debate empresarial acostumbra a plantear la dicotomía entre las pequeñas y medianas empresas y las grandes compañías, incluidas las multinacionales. De hecho, podemos decir que el mapa patronal esta claramente marcado por este binomio incuestionable y difícil de unir. Sin embargo, hay un punto en común: las empresas familiares, las cuales pueden ser pequeñas, medianas y grandes; y que, por tanto, abre otro debate interesante –no menor- para el fomento de este tipo de negocios. Y es que, en el mapa empresarial del Baix Llobregat y L’Hospitalet, al igual que en el resto de territorio, el 90% de las empresas son de tipo familiar; además, de diversos sectores, desde el comercio local y de proximidad a otras grandes empresas, por ejemplo, de la construcción o la metalúrgica, también de relieve en el Baix.
Para dar voz a este colectivo, el director del Instituto de Empresa Familiar, Juan Corona, ha protagonizado hoy un ‘cara a cara’ con la periodista económica Olga Grau en el que ha sido la segunda conferencia del año del Cornellà Creació Fòrum, el foro económico y social más importante en el Baix Llobregat. Corona ha reivindicado la necesidad de ampliar el número de negocios familiares grandes, una asignatura pendiente si comparamos la situación con otros países-marco: “Faltan empresas medianas familiares para tener un tejido empresarial de la importancia de países como Alemania, donde una empresa mediana allí sería una grande aquí”.
Pese a las debilidades que pueda tener el sector, cabe matizar que España es a nivel académico y de conocimiento de la empresa familiar la máxima potencia mundial, con una red de 38 cátedras en universidades de todo el país, mientras que Alemania solo cuenta, por ejemplo, con seis. No obstante, en volumen de estudio y de investigaciones en este campo, Estados Unidos está por delante. Es incuestionable, en cualquier caso, el liderazgo español en lo que se refiere a las empresas familiares desde que en 1991 se creara el IEF que ahora Juan Corona dirige.
“Aquí se cierra, en lugar de fusionarte con el competidor”
Precisamente por la naturaleza de la empresa familiar, en donde el objetivo es ser sostenibles y no tanto conseguir el máximo beneficio que marca la ley del capitalismo, las empresas familiares han aguantado mejor el ‘chaparrón’. “Tienen una planificación estratégica a largo plazo que responde a este preocupación de ser sostenibles; podríamos decir que prefieren un mínimo riesgo y una máxima sostenibilidad, por delante de repartir dividendos”, ha dicho Corona. A la vez, muy posiblemente por este carácter poco arriesgado, también es cierto que las empresas familiares crecen menos. En este sentido, Corona ha hablado de distintas vías a reforzar: mejorar las vías de financiación –disponer de capital-; incentivar el crecimiento a nivel público; y, por último, cambiar elementos culturales.
Factores como el excesivo individualismo que se da, en ocasiones, en el seno de las empresas familiares: “Aquí, se prefiere cerrar la empresa antes de fusionarse con el que ha sido, durante muchos años, tu competidor. En los países anglosajones, cuando la empresa familiar está en apuros se sientan y intentan llegar a un acuerdo”, critica Corona. De hecho, este ‘egoísmo’ se da, en cierto modo, incluso con los familiares políticos: la estadística asciende cada vez más cuando se refiere a si un familiar político, un cuñado por ejemplo, es familia o no. Actualmente, según Corona, el 50% cree no lo son, cifra que va al alza. Como alternativa entre la empresa familiar tradicional y la familiar cotizada (empresa familiar que cotiza en bolsa pero que dicha familia es propietaria de más del 25% del capital), Corona ha propuesto como buena alternativa el protocolo: “El protocolo es fantástico para garantizar la continuidad de la empresa, aunque no es 100% efectiva”, ha añadido el experto de economía aplicada. “Ha de haber una dedicación de tiempo y dinero para que la empresa se vea beneficiada”.
Por otro lado, Corona se ha referido a la excesiva opacidad de las empresas familiares (“Esto responde a que las familias también son opacas”), algo que, por suerte –ha dicho- está cambiando con las nuevas generaciones. Los jóvenes quieren comunicar.