Si se analizan los números facilitados por la Junta Local de Seguridad reunida el pasado jueves, la ciudad de L’Hospitalet de 2015 sigue siendo tan segura o insegura como la de 2014. Por un lado, se ha reducido el número de delitos en un 3,5% y han disminuido los robos con violencia e intimidación (-18,6%) y las detenciones (-10,1%). Por otra parte, se han producido más de mil accidentes de tráfico, lo que supone un incremento del 10,93%, y han aumentado las denuncias por incivismo (14,4%), pasando de 1.860 en 2014 a 2.173 en 2015.
Con este panorama, mucho me temo que cada uno seguirá interpretando la realidad según le vaya o le convenga. Si la sede de Ciudadanos en el municipio ha comenzado 2016 con más ataques vandálicos, el tercero desde que la inauguraron el año pasado, no se extrañen demasiado si el grupo municipal insiste en la falta de seguridad; por mucho que todos sepamos que vivimos en un mundo vulnerable, como nos lo recuerda la espiral de violencia desencadenada a raíz de los atentados del 13 de noviembre en París.
En cuanto al futuro, nadie cambia de la noche a la mañana, y menos una población de 252.171 habitantes. Así, todo apunta a que el L’Hospitalet de 2016 seguirá la senda emprendida en 2015, aunque sólo sea porque sigue mandando el PSC, en minoría pero con la ayuda de los dos concejales de Guanyem, después del polémico pacto de gobierno del pasado mes de noviembre. El presupuesto inicial aprobado para 2016, estimado en 224,13 millones de euros, continúa, por tanto, apostando por las personas, los servicios sociales y la promoción económica. Un ejemplo de ello, esta misma semana, es la visita de la alcaldesa a la sede de Gallina Blanca en la Plaça d’Europa, donde estudiantes de la Fundació El Llindar se forman en gastronomía, a la espera de una segunda oportunidad para encontrar una salida laboral.
Las incidencias, y no me refiero a la película del hospitalense José Corbacho y Juan Cruz estrenada esta Navidad, podrían venir más del exterior que del interior del municipio, con un Govern que prioriza la independencia por encima de políticas de derechas o izquierdas (si esta distinción aún sigue teniendo sentido) y un Gobierno español todavía por formarse. Los villancicos serán sustituidos por la cantinela municipal: paguen lo que deben, inviertan en las infraestructuras de la localidad. Y algo parece que se ha conseguido, pues recientemente la Asociación de Madres y Padres de Alumnos de la escuela Ernest Lluch ha asegurado que la Generalitat se ha comprometido a construir un edificio nuevo para el curso 2017-2018. Adiós a los turrones y a los barracones.
Apuesta por el periodismo de proximidad
Todo esto y mucho más se lo iremos contando desde El Llobregat, un medio de comunicación que este año hace balance de su década de existencia y encara el futuro con ganas de seguir mejorando. Es por ello que hoy comienza su andadura esta crónica semanal, con la voluntad de seguir apostando por el periodismo de proximidad y, de este modo, ofrecer un mejor servicio a la ciudadanía de L’Hospitalet y el Baix Llobregat.
Digan lo que digan, cuesta cambiar. Ahora bien, tampoco se trata de tomar decisiones radicales. A veces basta con tomarse las cosas de otro modo, enfocarlas de otra manera. Es por ello que invitamos al lector o lectora a seguirnos, para observar la realidad de L’Hospitalet con otros ojos, los de una nouvinguda que mira la ciudad en la que reside con cariño y sin prejuicios, con ojos nuevos o renovados. Buena entrada de año.
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