El acto central de campaña estaba previsto que se celebrase este lunes 20 por la tarde en la avenida de la Primavera, en el barrio de La Florida. Finalmente se ha celebrado el sábado 18 a las 12 horas en La Farga. Dicen que por las previsiones de lluvia, aunque no explican el cambio de fecha. Me pregunto si no se trata de lo que en el argot televisivo se denomina contraprogramación. Ciudadanos también celebra un acto de campaña el mismo día a las 11 de la mañana. Las pegatinas del acto del PSC que se han colocado sobre los carteles de Ciudadanos no hacen sino incrementar las sospechas.
Sea como fuere, son las doce del mediodía y luce un sol espectacular. El Partido Animalista, situado delante del centro comercial, ha aprovechado la marea roja para informar de la importancia de respetar a los animales y el medio ambiente en general. La energía cambia cuando entro en La Farga. Se respira una mezcla de bullicio y expectación. Han habilitado aproximadamente un cuarto del espacio total, donde se han colocado unas dos mil sillas. Al fondo se halla el escenario; y, a mi izquierda, los periodistas. Algunos llevan un cartel que los identifica como tales. No me gusta que me señalen y decido acercarme al estrado sin colocármelo.
El público rejuvenece a medida que me aproximo al escenario, hasta el punto de que los más jóvenes se encuentran justo detrás de donde hablarán los protagonistas de esta jornada, por este orden: la candidata número tres al Congreso por Barcelona, la concejala hospitalense Mercè Perea; la secretaria nacional del PSC y primera secretaria de la Federación de L'Hospitalet, Núria Marín; el primer secretario del PSC, Miquel Iceta; la candidata número uno al Congreso por Barcelona, Meritxell Batet; y el candidato socialista a la presidencia, Pedro Sánchez. Parece ser que el PSOE-PSC quiere dar una imagen más juvenil de lo que constituye su base mayoritaria.
El candidato socialista a la Moncloa llega con retraso y comienzan presentando a los cabezas de lista de todas las provincias, salvo Barcelona. En seguida toma la palabra Mercè Perea, quien pide un minuto de silencio por el asesinato de la política británica laborista y europeísta Jo Cox. Acto seguido, comienza el mitin propiamente dicho y empiezan a desfilar algunos de los tópicos que se repetirán con voces y tonos diferentes: 137 años luchando contra las desigualdades, contra la discriminación, a favor de la justicia, en pro de los más colectivos más desfavorecidos...
La promesa del día: Pedro Sánchez soterrará las vías
Núria Marín toma el relevo e insiste en lo que podríamos llamar la estrategia de reforzar la identidad de los socialistas: "El partido de las mujeres, de los trabajadores, de los pensionistas, la educación, la sanidad pública, la redistribución de la riqueza, la igualdad de oportunidades...". Marín defiende la labor de los alcaldes del PSC y saca pecho de su lucha contra los desahucios. Y lanza la promesa que afecta más directamente a los hospitalenses: Pedro Sánchez soterrará las vías del tren cuando llegue a la Moncloa.
La alcaldesa saca a colación otros dos temas recurrentes. El primero, la crítica al partido liderado por Pablo Iglesias: "A los votantes de Podemos que eran socialistas, confíen en la izquierda que no quiere asaltar el cielo sino transformar la tierra donde vivimos". El segundo, la defensa de una Catalunya dentro de España "para que vivamos juntos, pero mejor".
Le sigue Miguel Iceta, quien se muestra más abierto al pacto con Podemos, pero siempre bajo el liderazgo de Pedro Sánchez. El primer secretario del PSC considera que con el PSOE se podrá hacer frente a cuatro grandes problemas: la crisis, las desigualdades, la corrupción y la relación Catalunya- España. Y avisa, en alusión a las palabras de la secretaria general de los socialistas de Andalucía y presidenta de la Junta, Susana Díaz: "No queremos privilegios, sino justicia para este pueblo y todos los pueblos de España". Iceta hace referencia al federalismo, pero no profundiza en el tema. No parece el lugar para abordar temas complejos.
Meritxell Batet toma el relevo y vuelve a repetir algunos de los temas mencionados: "Justicia social, igualdad, libertad, tolerancia, feminismo, catalanismo, federalismo". Repetir, repetir y repetir, sin tocar los puntos oscuros, para convencer a los ya convencidos. "Queremos una Catalunya grande, no una pequeña que se mira el ombligo todo el día". Giro mi cabeza a la izquierda y veo a un miembro de la organización con un móvil, donde teclea algunas de las frases pronunciadas por Meritxell Batet en el perfil de Twitter de la candidata. A las trampas de la televisión, se suman las de las redes sociales, ahora en pro de la velocidad.
Y por fin sale Pedro Sánchez, que se acuerda de Cox, los asesinados de Orlando, el día del Orgullo Gay y el socialista fallecido Pedro Zerolo. Por algo lleva una pulsera con los colores de la bandera homosexual. Por si no lo tenemos claro, nos recuerda que el PSOE es el partido de la tolerancia, la diversidad y la igualdad. El candidato socialista anima a los suyos a votar, porque "los malos gobernantes son elegidos por aquellos que no votan". Entonces se levanta un abuelete de la silla y grita: "¡Pedro, cada militante ha de llamar a 200 como he hecho yo hoy!". El candidato sonríe y vuelve a intentar ganarse a los catalanes: "Catalunya se merece un gobierno que estime a Catalunya y decir no al PP". También justifica su actuación durante estos últimos meses: "Los ciudadanos saben quienes trabajan por el cambio y quienes son los que lo bloquean".
Entre las muchas promesas que se lanzan, pensiones, salario mínimo y becas incluidos, se atisba un rayo de luz sobre quién correrá con todos los gastos: "Se creará un recargo de solidaridad para las grandes fortunas". Es lo más tangible del discurso, junto con la promesa de someterse a una cuestión de confianza a los dos años de gobierno, para rendir cuentas de lo realizado hasta el momento.
El acto acaba entre aplausos, música y bailoteo. La falta de argumentos racionales se compensa con una atmósfera cargada de efectos. Me dan ganas de sonreír sin tener ningún motivo para hacerlo. Ensoñaciones de campañas donde el espectáculo manda.
Una señora mayor, con bastón, me saca del espejismo. "Quiero hablar con Pedro Sánchez. Han hablado de las mujeres, pero han hablado poco. Yo soy mujer maltratada y me mantengo como puedo con 200 euros".
La magia se desvanece a medida que salgo del revuelo, los selfies y los besos. Qué guapo eres, Pedro. Me acerco a algunos de los asistentes, casi nadie de L'Hospitalet, y les pregunto qué les ha parecido el evento. Todos me dicen que muy bien, salvo un joven. Me comenta que hace falta más ilusión, más caras nuevas, nuevos proyectos.
Sigo enfriándome a medida que salgo del recinto. Cuento más de 20 autobuses de diferentes poblaciones: cuatro de Barcelona, dos de Santa Coloma de Gramanet y otros tantos de Sant Feliu, Cornellà, Viladecans, Molins de Rei, Abrera, Esparreguera, Mataró, Manresa, Sabadell, Rubí, Reus, Tordera, Ripollet, Cerdanyola...
Me pregunto qué es un mitin, palabra inglesa que deriva de meeting, que significa reunión o encuentro. ¿Qué tipo de encuentro se ha producido ahí dentro? Lo más probable, una comunión de sentimientos, que sólo los más convencidos, los dispuestos a desplazarse muchos kilómetros, son capaces de experimentar sin necesidad de requerir mayores argumentos. Interesante experimento de psicología social, donde nos contagiamos de la energía compartida sin pretenderlo.
Una reunión secreta a propósito del nuevo PDU
Como digo, la semana ha estado plagada de mítines y reuniones entre políticos locales y candidatos a las elecciones generales. Todas ellas, si bien no siempre bien comunicadas, sí fáciles de conocer y abiertas a la opinión pública.
Por eso tal vez ha llamado más la atención que se quiera celebrar una reunión secreta este martes por la tarde entre miembros del PSC y el Departament de Territori i Sostenibilitat, para explicar el nuevo Plan Director Urbanístico de la Gran Vía. El Llobregat ha podido saber que sólo se ha invitado a los partidos de Convergència Democràtica de Catalunya y Esquerra Republicana de Catalunya, justamente los que gobiernan la Generalitat. El portavoz de ERC en L’Hospitalet, Antoni García, nos ha asegurado que ellos no participarán en esta reunión, mientras no se constituya una mesa de diálogo donde estén presentes todos los grupos municipales, entidades vecinales y sociales de la ciudad.
A día de hoy, no sabemos si se celebrará o no dicha reunión, pero el hecho mismo de su convocatoria ya revela algunas cosas interesantes. La primera, que el tema es muy sensible. Ciudadanos y políticos se sienten excluidos ante lo que consideran una reunión “opaca” (véase la cuenta de Twitter de @naranjarancia). Y la verdad es que tiene toda la pinta, puesto que se quiere facilitar información a unos pocos antes de la aprobación del plan, como si estos privilegiados pudieran decidir algún cambio; y el resto, obviamente, no.
Me gustaría equivocarme y creer que esta reunión será la primera de muchas, donde todo el mundo podrá conocer el nuevo PDU antes de su aprobación provisional y ofrecer propuestas de mejora. Sin embargo, los precedentes no son muy halagüeños. El día de la
manifestación del 11 de junio, la portavoz de la Asamblea No més blocs-Salvem L’Hospitalet, Montse Abolafia, nos contaba que llevan meses esperando una reunión con alguien del Ayuntamiento para conocer los cambios, y que les dan largas continuamente. Tampoco mostraba excesivas esperanzas en el nuevo periodo de alegaciones que se avecina, ya que, según expuso, no les respondieron a todo y, cuando lo hicieron, fue de forma genérica y vaga. Bien, esto es con lo que contamos, de momento, mítines chispeantes y reuniones opacas, dos tipos de encuentros muy reveladores de la salud de nuestra maltrecha democracia.