“Mi historia con Gante es una especie de historia de amor”
Por
Alexis Méndez de la Orden
martes 16 de agosto de 2016, 19:51h
“El ambiente universitario y su incansable vida social y cultural me conquistaron”. En esta ocasión hablamos con Albert Fernández Sala, ‘baixllobregatenc’ y, a la vez, ‘castelldefelenc’, de 22 años, el cual hace 6 meses que vive en Gante, Bélgica. Albert se encuentra actualmente haciendo las prácticas de la Universidad en Mediaraven (
www.mediaraven.be), medio de comunicación-ONG belga que, más allá de su labor periodística, se encarga, además, de realizar otras acciones sociales tales como desarrollar las habilidades y el conocimiento sobre los medios de comunicación entre los más jóvenes mediante cursos y talleres, crear campañas de comunicación para otras organizaciones no gubernamentales belgas, etc…
Albert estudia ciencias políticas en la Universidad Pompeu Fabra y, tal y como nos comenta, “en este caso, necesitaba hacer mis prácticas para la universidad y pensé que hacer un voluntariado de larga duración era la opción ideal que me permitiría, por un lado, aprender y sumergirme en el mundo laboral, a la vez que realizaba un servicio “social” para la población. En cuanto al porque Gante, la historia nace hace cuatro años, cuando fui a trabajar a Bélgica durante un mes para un festival de música en un pueblo perdido de la mano de dios. De camino al festival aproveché para hacer un poco de turismo y Gante fue una de las ciudades que visité. Tuve un flechazo desde el primer momento”.
Albert es un tipo inquieto. Si bien tiene claro que esta etapa en Gante es temporal, tiene un espíritu aventurero innato en él. “De momento, al volver, me quedaré una temporada en Castelldefels para terminar mis estudios y ahorrar un poco para nuevas aventuras (que aun desconozco)”, nos comenta. Aun así, esta no es su primera experiencia internacional, además de su ya mencionada estancia en Bélgica previa a la actual.
El año pasado hizo un “Erasmus” en Finlandia durante 6 meses. Según él, esa estancia anterior en el extranjero hizo que esta vez se haya adaptado bien al hecho de vivir fuera: “El Erasmus que hice el año anterior me ha ayudado mucho en este sentido, aunque es cierto que son estancias totalmente distintas. En el Erasmus todo está más masticado y la gente que conoces es gente que está igual que tú, también son internacionales; en cambio, en este último programa todo es un poco más difícil, pero si lo consigues puedes llegar a conocer más la cultura local. En esta etapa actual, como todo en la vida, me estoy encontrando con momentos mejores y peores, pero en general, la considero muy positiva. Estoy aprendiendo mucho y conociendo gente muy interesante”.
Como es normal, una de las cosas más difíciles con la que los emigrantes se encuentran al llegar a un país es, sin duda, el choque cultural. Sin embargo, en este caso, tal y como comenta Albert, no existe una brecha demasiado amplia en este sentido entre ambas sociedades, tal vez por el hecho de ser también europeos, como nosotros. “No somos tan distintos como nos quieren hacer creer, a pesar de que es verdad que hay algunas pequeñas diferencias culturales que pueden chocar un poco de entrada como, por ejemplo, la dieta. No comen muy bien. Les llevamos años luz de ventaja. Patatas, gofres, galletas, chocolate... Donde estén unas buenas alcachofas del Prat que se quite lo demás”.
Una de las cosas con las que Albert, si pudiese, se quedaría de Bélgica, es la gran facilidad de los belgas de cara a aprender otras lenguas extranjeras. Según él, esto sea probablemente debido al hecho de que la gran mayoría de la población es bilingüe desde su infancia (francés y flamenco), además de apostar, íntegramente, por las versiones originales tanto en los cines como en televisión. Por otro lado, una cosa que se lleva del país en su mochila cuando vuelva será la afición por la fotografía: “Es una buena forma de descubrir la ciudad. Aunque también he aprendido lo difícil que puede resultar dejar de disparar con el modo automático...”, bromea.
Sin duda, Albert es un enamorado de Bélgica y el tono con el que habla de este pequeño país situado en pleno BE-NE-LUX lo delata. Se deshace en elogios cuando le toca hablar de Gante, una ciudad que recomienda “tanto como para ir un fin de semana como para vivir durante unos meses”. Bellas palabras cargadas de cariño hacia un país poco conocido pese a estar tan cerca por parte de un ‘baixllobregatenc’ de a pro orgulloso de ello. Un arraigo a nuestra comarca la cual define como “una tierra ejemplo de integración que consigue sacar lo mejor de cada cultura que convive en ella”.