La puerta sur de Barcelona no será ni la Plaza España, ni Ildefons Cerdà ni siquiera, como lo es ahora, la Plaça Europa. Será el Llobregat. De aquí a pocos años, quien venga desde el aeropuerto de El Prat por la autovía de Castelldefels se encontrará inmediatamente a la altura del río con una nueva estampa que L’Hospitalet i el Govern de la Generalitat ya han aprobado, a través de la conselleria de Territori i Sostenibilitat, y que modificará, sea como sea, el ‘skyline’ de esta esquina de la segunda ciudad de Cataluña.
Estamos hablando del Plan Director Urbanístico (PDU) Granvia-Llobregat que, tras un proceso de dos años y dos fases de exposición pública, ya tiene luz verde. Más allá de su nombre técnico, este plan consiste, fundamentalmente, en la segunda fase de soterramiento de la Granvia, esta vez, 400 metros entre antes de la rotonda de la Rambla Marina y casi la Ronda Litoral; pero, también, el desarrollo de todo un ‘triángulo’ de 105 hectáreas, que representa el 8% del término municipal de L’Hospitalet. Es evidente, pues, que no se trata solo de cubrir la autovía de Castelldefels a su paso por la ciudad, sino que el PDU conlleva otras muchas cuestiones.
Sin perder tiempo, con el plan urbanístico final ya aprobado, L’Hospitalet y Generalitat licitarán, este mes de mayo, en el Consorci para la Reforma de la Granvia, el proyecto ejecutivo del soterramiento de la vía y del desarrollo y urbanización del primero de los sectores, que albergará una nueva Plaza Europa, al lado del Hospital Duran i Reynals, con edificios de hasta 90 metros de altura. De esta manera, si se mantienen los plazos estimados, en un año y medio se podrían ver las primeras obras en la zona.
Independiente a las vías
L’Hospitalet cuenta con dos grietas históricas. Por un lado, la telaraña de vías de tren que entrecruzan la ciudad, entre ellas, la R2 sur; y, por otro, la autovía de Castelldefels. En su origen, cubrir ambas infraestructuras iban de la mano. Sin embargo, ante la pasividad de Fomento, Ayuntamiento y Generalitat decidieron separarlo y optar por un plan urbanístico independiente que permitiera cubrir la Granvia, sin esperar a que se haga lo propio con las vías del tren. Es así como se llega al actual plan urbanístico de la ciudad que empieza, precisamente, en el cruce entre la vía rápida y la R2 sur.
Un plan que se divide en tres sectores y que requiere de una inversión de 175 millones de euros, de los cuales no habrá ningún euro que salga directamente de los impuestos o, lo que es lo mismo, del bolsillo de los vecinos de L’Hospitalet. Todo el proyecto se financiará a partir de las plusvalías que genere la inversión en la zona, así como de las obligaciones en forma de tasas que tengan tanto empresas como propietarios privados de los terrenos.
Esto conlleva una conclusión inherente: “Tienen que salir las cuentas”, dice el primer teniente de alcalde de L’Hospitalet, Francesc Josep Belver.
Efectivamente, para que se pueda financiar todo el proyecto, los vecinos de la ciudad tendrán que renunciar al horizonte actual en favor de más de una veintena de edificios de alturas que irán entre los 50 y los 90 metros, según el sector. En total, 636.000 metros cuadrados de techo, siendo el primer sector el que más edificaciones levantará con 385.000 metros; más de la mitad.
Tanto es así que una de las pocas alegaciones que se ha tenido en cuenta, sino la única importante, realizada por la Asociación de Vecinos de Bellvitge, que conllevaba la no edificación en tres hectáreas del sector 2, se ha resuelto sumando estos metros de techo a las alturas del sector 1 que, en un principio, eran algo más bajas.
Impulso biomédico
Uno de los grandes objetivos del presente desarrollo de la zona sur-oeste de L’Hospitalet es el impulso biomédico que puede comportar el PDU. “Esta zona es ideal para que el sector biomédico se pueda instalar”, opina la alcaldesa de la ciudad, Núria Marín. “En estos momentos, tenemos el Hospital de Bellvitge, el Duran i Reynals, el campus de excelencia de la Universitat de Barcelona, el IDIBELL y entendemos, pues, que el sector biomédico tenga que ocupar preferentemente estos edificios de oficinas que se construirán”.
Según hemos podido saber, de hecho, es voluntad del gobierno local que, por ejemplo, el Institut de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) pudiera tener más visibilidad en la zona con un espacio propio y no escondido en el complejo del Duran i Reynals.
Lo que sí es seguro es que, a partir del soterramiento de la Granvia, los dos polos sanitarios a banda y banda de la vía quedarán conectados en uno solo, además, transitable a pie: “Existen dos polos en el actual clúster biomédico. Están muy cerca; esta intervención permitirá que estén juntos. Ahora, no se puede ir andando de uno al otro. De hecho, los trabajadores tienen un bus lanzadera”.
Cabe matizar que la zona no está reservada, exclusivamente, al sector biomédico y que, por tanto, podrá albergar actividades muy distintas. En este sentido, según Marín, ya hay demanda que no se está pudiendo ubicar en Plaza Europa porque está a un 90% de ocupación y lo que queda son pequeños espacios concretos: “En estos momentos, tenemos empresas de distintos sectores, también del biomédico, que están dispuestas a apostar por L’Hospitalet y por el área metropolitana y que no tienen oficinas. Con la experiencia de la Plaza Europa, creemos que es el momento idóneo para hacer realidad este proyecto”.
De la misma manera que entonces, no hay reservado ni un metro cuadrado para vivienda. De hecho, esa especie de ‘T’ que sobresale de la Granvia, que corresponde a la Rambla Marina y a la zona entre el Mercat de Bellvitge y l’Escola Pública Mare de Déu de Bellvitge, pasará a ser zona verde. Estas pastillas, que en su momento tuvieron que ser edificadas en el marco del desarrollo del barrio de Bellvitge, todavía tenían la calificación de urbanizable en el Plan General Metropolitano.
Entre las nuevas ofertas que llegarán a la ciudad, hay un espacio reservado para la actividad hotelera. En concreto, habrá un mínimo de cinco hoteles, según las estimaciones del gobierno local, que considera, en cualquier caso, un sector complementario: “En el PDU de la Granvia no estamos hablando de hoteles. Tiene mucha más importancia el sector biomédico que el hotelero, que será un complemento y que cuenta con otros espacios en la ciudad para poder hacer de manera inmediata hoteles. No es el máximo interés ahora para el desarrollo del plan”.
Por otro lado, toda esta zona mejorará sustancialmente la movilidad, muy precaria en algunos puntos. Lo hará en coche, pero, también a pie, ya que la autovía de Castelldefels “pasará a ser una calle de L’Hospitalet”, en palabras de Belver, con una acera –igual que en su tramo entre Ildefons Cerdà y la Plaza Europa- de entre 8 y 10 metros de ancho. Además, este espacio conectará el Parque Ecológico de Bellvitge con el nuevo parque urbano de Cal Trabal, que abrirá la ciudad al río. Por último, el PDU prevé, también, el soterramiento de las grandes torres eléctricas de la zona.
Cal Trabal
Si ampliamos el mapa de la ‘Gran Barcelona’, veremos como, de manera prácticamente homóloga, el Parc de la Ciutadella tendrá su referente metropolitano en L’Hospitalet. Se trata del nuevo parque de Cal Trabal que recoge el proyecto y que cuenta con unas dimensiones idénticas si a la Ciutadella le sumamos la superficie del Zoo de Barcelona. En total, 30 hectáreas de parque que abrirá la ciudad al río Llobregat y que será, de largo, la zona verde más amplia.
Cal Trabal es uno de los distintos pilares del proyecto y, también, uno de los más conflictivos y criticados por la oposición. Porque urbanizar esta zona, aunque sea con un parque, representa acabar con la poca actividad agraria que hay en L’Hospitalet, así como el último espacio natural de la ciudad.
Ahora mismo, este espacio está en manos privadas, que alquilan el terreno para el cultivo de diferentes pastillas agrarias. Con el proyecto, el parque pasará a ser terreno municipal y, como mucho, se podrán habilitar pequeños huertos urbanos como los de Can Buixeres. Algo que tampoco está garantizado.
Los usos del parque serán definidos, según ha anunciado el gobierno local, a través de un proceso participativo que tendrá lugar a partir de septiembre.
Será, entonces, cuando se concrete el futuro de todo este espacio, así como las masías que envuelve -Cal Trabal, Ca l’Esquerrer y Cal Masover Nou-, masías que, según Marín, están en un estado “lamentable” y que, por tanto, se tendrán que rehabilitar.
Solos
Como todo gran proyecto, la segunda remodelación de toda la Granvia y su entorno no ha estado exenta de crítica. Lo que no es tan habitual es que gobierno local y Generalitat se hayan quedado solos defendiéndolo. Falta de consenso, falta de participación y el futuro de Cal Trabal han sido los factores más criticados por la oposición, sobre todo, en la aprobación del segundo proyecto.
Sin embargo, la oposición más destacada con la que ha contado el gobierno local ha sido la de la plataforma ciudadana ‘No més Blocs – Salvem Cal Trabal’, constituida por diferentes entidades y que desde el inicio del PDU han mostrado su oposición a levantar, precisamente al lado de Bellvitge, nuevos rascacielos y a renunciar al espíritu natural de Cal Trabal.
Tras sesiones ciudadanas informativas y movilizaciones por las calles de la ciudad, la entidad ya consiguió forzar la revisión del proyecto el pasado verano, así como plantear el debate sobre la idoneidad del plan urbanístico y atraer a la oposición política hacia un discurso más crítico que evidenció la soledad del PSC, con el único apoyo obvio del PDECat local.
De la misma manera, su presión logró que el grupo metropolitano de Entesa, con Ada Colau como presidenta de AMB, no se arriesgara a dar explícitamente su apoyo en el Consejo Metropolitano aprobando el informe preceptivo correspondiente, algo que el PSC daba por hecho y que puso en el orden del pleno cuando no era necesario, de entrada, ningún debate político. De hecho, ante la falta de votos favorables, el grupo decidió retirarlo en el último momento y, por tanto, el informe preceptivo se acabó aprobando en la comisión de urbanismo correspondiente.
Superado este trámite y pese a las críticas, el plan de remodelación de la Granvia sigue su curso, con lo que parece ya inevitable que este proyecto se haga realidad. El río Llobregat pasará a ser el nuevo ‘Hudson’ de un Bellvitge que perderá parte de su espíritu para ser la nueva Manhattan de Llobregat. III