¿Son justas estas listas? ¿Son necesarias en la era de Tripadvisor? ¿Están, a caso, sobrevaloradas? ¿Son realmente prescriptoras de algo? ¿Sirven solo para publicitar marcas? Todo es debatible y, por ende, criticable. Surgían (otra vez) estas preguntas en debates y corrillos gastronómicos estos días. Seguramente, podrían mejorarse las listas. Podrían pulir sus entresijos, renovar el plantel de opinadores y hacerse más transparentes al público para recobrar eso que llaman credibilidad. Pero anular su utilidad y función desprestigiándolas y relegándolas al cajón del material de desguace… No parece la vía acertada. No lo vemos así quienes amamos, defendemos y comunicamos sobre gastronomía.
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