Julián Carrasco acaba de ser reelegido presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos del Baix Llobregat (FAVBAIX), la primera federación comarcal vecinal de Cataluña, que cumple 30 años pero que sigue representando la “centralidad del barrio”, sostiene.
Con 55 asociaciones de vecinos adheridas, la FAVBAIX encara el reto de atraer a los jóvenes para completar un relevo generacional que parece no llegar nunca. “Nos hemos quedado un poco anticuados con las nuevas tecnologías”, reconoce, aunque sigue prefiriendo el tú a tú, el contacto directo con el vecino, lo que denomina “presencia física”.
“La lucha es larga: sin prisas, pero sin pausa”. Es una cita suya de cuando fue elegido líder de FAVBAIX en 2014.
Es una frase hecha, pero realmente es así. Tenemos claro que, a pesar de todo, hemos sido y seguimos siendo la centralidad del barrio. Cuando hablamos de centralidad, queremos decir que estamos en todos los barrios, y la gente sabe que estamos ahí. Si un vecino tiene cualquier duda siempre va a la asociación de vecinos; otra cosa es que luego seamos capaces de resolverlo. Seguimos siendo un referente, con limitaciones, pero referentes. Todos los movimientos, no obstante, tienen un momento álgido y otro menguante.
¿Estamos ahora en uno de esos momentos “menguantes”? ¿El reemplazo generacional en el movimiento vecinal está siendo lento, verdad?
Hemos sido escuela de democracia. Seguimos dando guerra, pero los barrios han cambiado, han mejorado por la reivindicación del movimiento. Pero la gente más joven tiene otras inquietudes, otras maneras de ver y han llegado cuando todo estaba construido.
De hecho, la actual junta es la misma que la anterior.
Somos viejos, pero todavía estamos aquí. Los que formamos la junta somos de esa quinta que inició el movimiento.
¿Por qué cuesta tanto involucrar a los jóvenes?
Tenemos una concepción del movimiento vecinal que ahora no se ve. Antes estaba formado por todo tipo de gente: vocalías de mujeres, de jóvenes… A partir de la llegada de la democracia todo cambia, y los jóvenes se sienten mejor estando en entidades propiamente de jóvenes, como los esplais…
Se había conseguido cierto bienestar.
Efectivamente. Hubo un momento en que toda nuestra actividad era pelear para conseguir mejoras para los barrios. Una vez que eso estaba cubierto, los jóvenes empezaron a tener otros sitios donde acudir, donde se encontraban más a gusto. Además, cuando las asociaciones de vecinos entran en los Casals de Barri que crean los ayuntamientos, se crean grupos de mujeres, de jóvenes… Entonces, lo que el movimiento vecinal aglutinaba se empieza a dispersar y la asociación en sí se queda con el tema reivindicativo puro y duro.
Sí que es cierto, no obstante, que a través de las redes está naciendo una nueva manera de entender el movimiento vecinal, en este caso liderada por jóvenes. ¿Estamos ante un nuevo despertar?
Sí que es cierto que nos hemos quedado anticuados con el tema de las nuevas tecnologías. Tenemos una cierta edad y hay cosas que nos cuestan. El relevo generacional no ha llegado con la contundencia necesaria.
¿Tiene esperanza de que pueda cambiar?
La esperanza que tenemos es que la nueva gente que está llegando a los pueblos, los inmigrantes, sean capaces de integrarse en el movimiento vecinal, al igual que en su día muchos que vinimos de fuera de Cataluña lo hicimos. Y eso nos ayudó a hacer el barrio más habitable. Estamos intentándolo.
¿Y es difícil?
Sí que lo es.
¿Por qué?
Por ejemplo. Hace un año hicimos una reunión con estos colectivos en el castillo de Cornellà. Hacías la propuesta en positivo, en el sentido de que las asociaciones de vecinos eran un punto de encuentro para el que venga, que ahí se crea barrio. Ellos decían que tenían que trabajar, y nosotros les decíamos que también trabajamos, y que son las horas libres las que se pueden dedicar a la comunidad. Explicábamos cómo habían evolucionado los barrios, qué se había hecho y quién había estado detrás de aquellas luchas. Lo miraban con interés, pero no se atrevían a dar el paso.
¿Qué recelos tienen?
A veces piensan que puede haber rechazo. Pero les decíamos que la mejor manera de integrarse en un barrio es participando con las entidades. Y las asociaciones de vecinos somos unas de aquellas entidades que recogemos a toda la gente. Con la nueva junta le hemos dado una vuelta de cuerda al tema. Hay mucha gente del movimiento que ha ido falleciendo, y queremos que esta gente que está llegando se incorpore para suplir a los que hemos ido perdiendo. Porque si no entramos en esta fase, llegará un momento en que posiblemente muera el movimiento.
¿Teme que pase?
Los que queremos tanto al movimiento vecinal tenemos miedo, claro.
¿Pero puede llegar a pasar?
Hay algunos aspectos que nos dan a entender que no va a ser así. Pero lo que sí está claro es que en los barrios alguna asociación morirá. Pero siempre quedará. Ahora, por ejemplo, es época de fiestas. Y la gente joven y de mediana edad va a las asociaciones y se ofrece para ayudar, pero luego no acaban de involucrarse una vez acaban las festividades.
La clave es arrastrarlos para que se queden.
Sí. Además, luego hay mucha gente que participa activamente a través de las redes, pero luego… El nuestro es un modelo presencial, más que de redes. Tenemos que estar de cara al vecino.
¿Es mejor el sistema “presencial” que el de redes?
Somos la referencia porque estamos físicamente en los barrios. Cuando uno está físicamente sabes que hay unos días abiertos y que va a haber alguien que te reciba.
Hace unos años pusieron en marcha el proyecto Aula Actual para fomentar la participación y dinamizar las asociaciones de vecinos. ¿Cómo está funcionando?
Seguimos trabajando, por ejemplo, en los colegios. Vamos gente de las asociaciones de vecinos a explicar a los niños la historia del movimiento y lo que hacemos. Lo que reivindicaron sus padres y abuelos. También trabajamos cuestiones de medio ambiente, que nunca caducan, pero también organizamos talleres de memoria para la gente mayor.
Abrir las asociaciones y hacer un servicio a la sociedad.
Exactamente. Lo que pasa es que el Aula Actual estaba concebida con profesionales, que suponen un gasto que no podemos asumir. Entonces tenemos que hacer un convenio que te tiene que aprobar la administración. El problema es que la burocracia nunca nos ha gustado mucho: estamos habituados a actuar en el momento. Nos cuesta un mundo. Hemos sido transversales siempre, y asamblearios. Parece que esto se ha inventado ahora, pero siempre lo hemos sido y lo seguiremos siendo.
También es partidario de sumar esfuerzos con otras entidades que luchen por el bienestar social.
Lo llevamos practicando desde hace tiempo. Siempre hemos visto bien las alianzas. Las hicimos con los sindicatos y partidos políticos de izquierdas (no vetamos a la derecha) en el Fòrum Social. Y hemos conseguido cosas, porque la unión hace la fuerza.
Algunas de ellas tienen que ver con la sanidad. Las esperadas obras del Hospital de Viladecans comenzaron a mitades de julio, pero hay otros frentes como el Broggi, las listas de espera o la situación de la atención primaria que aún colean...
Siempre hemos apostado por la primaria. Si ésta funciona, se deriva menos gente a los hospitales. Las listas de espera son menores y las urgencias no se colapsan. Ahora en la primaria tenemos problemas sobre todo en la pediatría. El frente sanitario no lo dejaremos nunca.
Otro es el de las pensiones. En mayo, El Llobregat publicaba que uno de cada cinco pensionistas podría estar haciendo trabajos en negro para complementar la pensión...
No es un tema nuevo, pero hasta que la gente no se moviliza no aparecen los medios. Es un tema que tratamos desde el Fòrum Social junto con sindicatos, porque las pensiones son cada vez más pequeñas y la carestía de la vida sigue. E igual que ahora hay personas que están trabajando y son pobres, hay pensionistas pobres.
Más frentes. La educación, una cuestión que ha estado en el centro del debate por las presuntas humillaciones a hijos de guardias civiles en Sant Andreu de la Barca. ¿Cree que se adoctrina en las escuelas catalanas?
Creemos que no. La escuela ha funcionado muy bien. La comarca es lo que es precisamente porque se decidió en su momento optar por el modelo de escuela catalana. Lo reivindicamos en aquel momento y seguimos pensando que fue un paso importante. Los problemas que haya se han de resolver dentro de los centros. No pueden salir a la luz pública, porque esos profesores quedarán marcados para siempre. Cuando hay temas de juventud o niños, mejor hacerlo dentro de lo que toca. Que no se mediatice. Además, luego estos centros educativos quedan marcados.
Otro tema delicado es la vivienda. En el Baix, de media, cada día se realizan 3 desahucios. ¿Qué pueden hacer desde las asociaciones de vecinos para paliar las consecuencias de este fenómeno?
También trabajamos con las PAH y formamos parte de las comitivas que van a protestar a los desahucios. Estamos preocupados porque ciertas zonas de la comarca han alcanzado precios de alquiler que no son asumibles. El problema no es alquilar, sino las trabas que ponen: Has de dejar de depósito más que antes, has de tener una nómina importante, que te avale alguien… Esto se está desmadrando y aún seguimos siendo una comarca industrial y de trabajadores y queremos que la vivienda vaya en función de los salarios. También nos perjudica el factor de los pisos turísticos, que están llegando a la comarca por la presión de Barcelona. Muchos de esos pisos se alquilan a turistas y la población que podría tener acceso a esas viviendas se tiene que buscar la vida e irse cada vez más lejos.
Según datos de la Diputación hay 226 legales, más los que haya ilegales.
Ahora se está regulando y saldrán más a la luz pública. Podemos acabar teniendo barrios turísticos de fin de semana que se queden desiertos los demás días.
Pues el Consorcio de Turismo quiere atraer a más turistas a la comarca…
No estamos en contra del turismo, pero si potenciamos una cosa, eso va en detrimento de otra. Queremos los barrios para los vecinos, que se crearon para eso. Barrios residenciales, y el turismo tiene su parcela con hoteles, cámpings…
¿No ve bien que proliferen los pisos turísticos, pues?
No lo vemos bien. Esos pisos van en detrimento de una familia del barrio.
Para acabar, le quiero preguntar sobre su faceta de regidor de Canviem Esplugues. ¿Choca esta con su día a día de activista vecinal?
Soy un concejal en la oposición y he mantenido los dos cargos porque lo permitían los estatutos. Además, cuando salí de regidor presenté la dimisión en la FAVBAIX y no la aceptaron. Estoy en una agrupación de electores, no tengo carnet de ningún partido, y he mantenido los dos cargos por separado. Pero considero que van ligados, porque ser concejal en la oposición también supone reclamar, pedir, exigir…