Hacer turismo no significa conocer un país. Ricardo Fité ha recorrido Turquía, Irán, Mongolia o Rusia con su moto, una Honda CB750 del año 1993, adentrándose en los lugares más remotos y desconocidos para gran parte de la población occidental, territorios no aptos para la mayoría de turistas.
Tras estos veranos conduciendo por medio mundo, Fité ha vuelto a Esplugues, la ciudad que lo vio crecer, para presentar un libro autobiográfico con mil anécdotas de sus viajes y haciendo caso omiso de las recomendaciones: Cinco veranos en moto.
El autor narra en su nuevo libro cómo han cambiado su vida estas experiencias viajando por rutas secundarias, fuera de las convencionales, mezclando vivencias y reflexiones personales del momento con infinidad de anécdotas y situaciones divertidas e incluso delirantes. En estas descripciones, tanto de paisajes como de la gente del lugar, se muestra la realidad de los países y territorios por los que pasa Fité, muchos de ellos aislados, remotos e inhóspitos, aunque eso no quiere decir que haya peligro social o soledad entre sus habitantes.
Un enamorado de Rusia
El motero habla de sus viajes con gran pasión y con ganas de repetir o conocer nuevos mundos. Sin embargo, hay uno en especial que le ha robado el corazón: los países exsoviéticos, pero concretamente Rusia. “Me siento muy cómodo en Rusia y con la calidad humana de su gente”, asegura Fité, remarcando que la seguridad y “hermandad” que se vive en los clubes de moteros es infinitamente mayor que en el resto de Europa. Pero él no estuvo siempre convencido de ese viaje. De hecho, cuando inició su recorrido por Siberia en 2016 había rumores que “en esa zona eran frecuentes los asesinatos y los atracos”. Esto hizo que en vez de acampar el motorista decidiera ir de hostal en hostal, o motoclub. “Luego estuve indagando y se habían producido dos asesinatos, uno de ellos a un motero ruso”, asevera Fité para contradecir los rumores que corrían por Europa, ya que eran casos puntuales.
Además de las falsas habladurúias, encontró algo inesperado en Siberia: la cultura de ayudarse entre moteros. “Los moteros en Rusia enseguida se echan una mano, hay un hermanamiento entre la moto y las personas, mucho más que aquí”, recalca el autor del libro haciéndonos un breve resumen de este capítulo de Cinco veranos en moto, complicado, pero a la vez revelador, sobre Siberia.
La libertad sin tecnología
Bajo la premisa de viajar de forma totalmente libre y lejos de tabúes, Fité se encontró que, al entrar a Irán, el GPS y el móvil no funcionaban, por lo que volvió a viajar como se había hecho siempre: “Con un mapa y preguntando, como en los ochenta”. Aventurero y curioso, el motorista le gusta ir más allá de los límites del confort, salir de su burbuja para conocerse a sí mismo y a todas las personas anónimas que viven por dónde él pasa con su moto.
Después de su primer libro, No le digas a la mama que me he ido a Mongolia en moto, Fité nos invita a sentir la libertad, despojarnos de la tecnología y salir de la comodidad del sofá para descubrir otros países, otras gentes y otras culturas. Conocer un mundo más allá de las agencias de viajes, adentrarnos en lo desconocido.