Cornellà reivindica los terrenos del Splau y del campo del Espanyol, ubicados en El Prat, pero el alcalde pratense rechaza cualquier cesión.
Gerard Piqué se refirió en varias ocasiones al RCD Espanyol como ‘Espanyol de Cornellà’. Independientemente de las críticas y la polémica que despertó entre los aficionados pericos y el propio Ayuntamiento de Cornellà, que emitió un comunicado lamentando las palabras del central culé y apartándose de lo que describió como “polémica gratuita que busca enfrentar a ciudades”, Piqué se olvidó de incluir al municipio que completa este triangulo deportivo: El Prat. Y es que una parte del estadio blanquiazul está ubicado en terrenos pratenses, así como el centro comercial Splau. Esta zona, denominada La Plana del Galet, pertenece a El Prat porque queda al sur del antiguo cauce del Llobregat, que marca la frontera con Cornellà. La modificación del curso del río, no obstante, no vino acompañada de un cambio de lindes, por lo que este macro complejo deportivo y de ocio se asienta en plena frontera. Desde hace años, las dos ciudades mantienen un contencioso para conseguir el dominio de este rincón de la comarca.
Se trata de una línea fronteriza que no tiene la misma significación para ambos municipios. Mientras que para El Prat se trata de los confines del imperio, para Cornellà es prácticamente su centro urbano. De aquí que las molestias que hay los días de partido en Cornellà-El Prat las sufran los vecinos del barrio cornellanense de Riera y los que pasan a esa hora por uno de los puntos calientes de la movilidad del área metropolitana y la comarca. Pero no así los vecinos de El Prat. De hecho, en enero tuvo lugar una reunión entre el vicepresidente de Movilidad del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), Antoni Poveda, y el director general del club perico, Roger Guasch, para buscar soluciones al continuo colapso de esa zona. En este sentido, Poveda propuso más transporte público y reordenar la zona.
Convivir con el colapso sin recaudar impuestos
El colapso sería la parte visible del litigio entre El Prat y Cornellà por estos terrenos. Pero la cuestión determinante radica en los impuestos. La actual división de la zona permite a El Prat cobrar los tributos municipales del Splau y un 20% de los que corresponden al estadio del Espanyol. Es decir, que Cornellà, pese a sufrir las molestias de los días de partido, que se traducen en colas de vehículos y los amplios dispositivos policiales que blindan el barrio para prevenir enfrentamientos entre aficiones, además de las derivadas de la presencia de cualquier superficie comercial como el Splau, se lleva una parte del pastel más bien pequeña.
Ya en su día, el teniente de alcalde de Política Territorial de Cornellà, Antonio Martínez Flor, reconoció cierto malestar del consistorio al que pertenece respecto a esta cuestión. En una entrevista concedida al diario La Grada, Martínez Flor apuntaba que pese a los beneficios que ha comportado el estadio para su ciudad y la vecina El Prat, es precisamente Cornellà la que “padece” el tráfico. “Los líos los tenemos nosotros”, lamentó el regidor, a la vez que envió una puya al club blanquiazul. “Eso de que ‘somos un campo de Primera y os hemos puesto [a Cornellà] en el mapa’ está bien, pero ¿cómo se mide?”, se preguntaba en dicha entrevista.
Poco después, los dos ayuntamientos cerraban sin acuerdo el acta de delimitación de sus términos municipales y dejaban en manos de la Generalitat la decisión final sobre estas 50 hectáreas en liza. Cornellà reclamó que la frontera la marcara el actual cauce actual del río, mientras que El Prat lo rechazó. De esto hace ya tres años y, de momento, La Plana del Galet sigue siendo pratense. Y a mucho orgullo, teniendo en cuenta las palabras de su alcalde, Lluís Mijoler. “No queremos regalar ni ceder aquel terreno, porque es que es nuestro”, remarca en declaraciones a El Llobregat. Eso sí, reconoce que los pratenses no acaban de sentir muy suya aquella zona apartada del centro de su ciudad y que identifican, al igual que toda la comarca y el área metropolitana, con Cornellà. Pero pese a ello, Mijoler cree que “no tendría sentido” que el Splau pasase a ser Cornellà, aunque entiende que se reivindique. “Lo encuentro lógico”, reconoce.
Además, Mijoler le quita hierro al asunto recordando que este no es el único expediente de límites municipales abierto en la comarca. De hecho, recuerda una vieja aspiración de L’Hospitalet como es la recuperación de lo que fue su litoral. Diez kilómetros de playa que en 1920 pasaron a manos de Barcelona para construir un puerto franco y que ahora vuelven a resonar en las conciencias de algunos hospitalenses como una reivindicación a tener en cuenta de cara al futuro.
Volviendo a la cuestión del Splau, desde el consistorio cornellanense han confirmado la existencia del desacuerdo con sus vecinos de El Prat pero no han querido añadir nada más al respecto. De momento, seguirá habiendo quien reciba goles en Cornellà y los marque en El Prat.
A las duras y a las maduras |
El hecho de mantener este enclave alejado de tu núcleo urbano comporta beneficios -como por ejemplo los económicos, fruto de cobrar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) o el Impuesto de Actividades Económicas (IAE)- pero también responsabilidades. En este sentido, Lluís Mijoler explica que cada vez que se produce algún delito en el Splau la Policía Local de El Prat ha de acudir hasta allí, y que en los operativos policiales con motivo de los partidos del Espanyol el cuerpo pratense ocupa el espacio que le corresponde, junto a Mossos y la Guardia Urbana de Cornellà. “Nos genera mucho gasto desplazar la policía hasta allí”, reconoce Mijoler, aunque reivindica que su administración “pone recursos” en aquella zona.
Por otro lado, tener una gran superficie comercial en el interior de tu término municipal contribuye a incrementar los índices delictivos globales de la ciudad. Pasa lo mismo con el aeropuerto, donde tienen lugar delitos que cometen personas que no han pasado ni pasarán por El Prat.
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