Pocas personas en el Baix Llobregat están viviendo de una forma tan íntensa la crisis sanitaria y económica del covid-19 como Enric Llorca (1954) porque es a la vez alcalde de Sant Andreu de la Barca (PSC) y médico en el ambulatorio de la ciudad. Llorca, que también es diputado delegado de Salut Pública y Consum en la Diputación de Barcelona, advierte de que después de Navidad habrá una tercera oleada de coronavirus, cuya gravedad dependerá del comportamiento de cada uno durante las señaladas fiestas.
La vacuna contra el SARS CoV-2 que está a punto de empezar a distribuirse tampoco será una solución inmediata, por eso el alcalde de sant Andreu recomienda no bajar la guardia.
Estamos en plena segunda ola del covid-19, con la celebración de la Navidad en el aire, y ya se habla de una tercera oleada. ¿Qué pasa? ¿Seguimos sin estar preparados?
La primera ola nos pilló por sorpresa por gravedad y magnitud. En la segunda ola tendríamos que haber aprendido cosas de la primera, pero solo hemos sacado alguna lección, no todas Progresamos adecuadamente, pero necesitamos mejorar.
Eso significa que vamos inevitablemente hacia una tercera ola…
Habrá una tercera ola, sí, seguramente en febrero.
¿Y por qué?
Porque va a ser muy difícil que durante las navidades todo el mundo mantenga todas las medidas de seguridad, y todas las recomendaciones y todas las restricciones de movilidad. Para empezar por las propias características de las celebraciones, que llaman a reunirse, a estar en familia, con los amigos, justo con aquellos que viven lejos o que hace tiempo que no ves. Es difícil Además, hay que añadir el cansancio de la gente, que también es muy grande.
¿Cansancio?
Sí, de las rutinas, de las restricciones, de la nueva normalidad. El covid-19 ha supuesto un cambio sustancial en las costumbres: no puedes ir a ningún sitio, tienen que quedarte en casa, se interacciona socialmente muy poco y con poca gente. La situación de desgaste psicológico es muy grande. Son muchas las personas que no paran de repetir que no pueden más.
Por culpa de las restricciones...
Las restricciones son necesarias. Cuando no se hace caso y, por ejemplo, se descontrola la movilidad pasa lo que pasa. Es lo que ocurrió en julio, después de la desescalada. Porque lo más importante en situaciones así es el comportamiento individual de cada uno, porque es lo único que de verdad puede frenar la pandemia. El tratamiento social del covid-19 es el único que da buen resultado.
¿Nos hemos vuelto irrespetuosos?
Si la actitud de todos no es responsable no venceremos nunca al coronavirus, No puede ser que desde el ambulatorio se hagan llamadas de control al domicilio de personas que dan dado positivo en covid-19 (y que deberían estar confinadas) y que alguien nos responsa que esa persona no está porque se ha ido a comprar al supermercado como si no pasara nada.
Desmoralizante para los sanitarios...
El desgaste de los profesionales de la sanidad –que empiezan a estar muy quemados- es enorme, casi insostenible. En el CAP donde trabajo se asigna abierto una consulta de psiquiatría en la que un día por semana se atiende al propio personal del centro. Los sanitarios, los administrativos, todos, están psicológicamente muy tocados, han vivido circunstancias muy duras. Yo llevo 40 años como profesional de la medicina y nunca he vivido algo así. He pasado por un sinfín de circunstancias dramáticas en las que ves que no puedes hacer nada por alguien. Se siente una impotencia terrible. Los profesionales de la sanidad han demostrado mucha generosidad. Si no fuera por ello, todavía habría sido peor.
¿Sigue faltando personal?
Falta más personal, faltan recursos.. Claro. En la primera ola del coronavirus se colapsó la atención primaria y después, los hospitales y las UCI. En esta segunda oleada, la atención primaria está actuando como un cortafuegos. Y eso solo se consigue con un sacrificio y un esfuerzo personal muy duro.
Un esfuerzo por parte del personal que no se ve recompensando con refuerzos, con más inversiones, con más dotaciones por parte de la Generalitat, que es la administración que tiene las competencias...
Hacen falta más recursos de todo tipo, tanto humanos y profesionales como económicos. Eso es indiscutible. Pero no es tanto cuestión de gastar más, como de gastar bien. Ha quedado sobradamente demostrado con estas pandemia que invertir en salud es invertir en economía. Y viceversa. Si lo que se hace es no invertir en salud, como ha ocurrido aquí, lo que pasa es que se acaba destrozando la economía a medio o largo plazo.
¿Qué hay que hacer, entonces?
Se trata de gastar más en salud, en sanidad pública, pero hacerlo bien. Hay que invertir en lo que se necesita: en medios diagnosticos, en más recursos humanos.... Es mejor gastar menos pero gastar bien si al final da resultados. Porque ya sabemos que cuando se gasta en lo que no se tiene que gastar la política es ineficaz y el dinero que se ha gastado no sirve para nada. Hace falta más coordinación entre las administraciones, que cuando las hay funciona. Cuando se coordinan esfuerzos, se economizan energías y se aprovechan los recursos. Si cada administración por su cuenta, se gasta más y encima no se llega. Esta es una de las grandes enseñanzas que nos ha traído el covid-19. Pero la administración sanitaria catalana parece que no se ha enterado, porque continúa igual.
¿Eso qué significa?
Significa en política sanitaria que hay que se prudente y hay que ser coherente, Hay que escuchar a los profesionales cuando se deben tomar decisiones importantes. Porque al final, si no se hace así, las decisiones las acaban tomando personas que no saben nada. III