La Generalitat y AENA se culpan de la que Unión Europea haya detectado que las medidas ambientales de la reserva natural sean insuficientes. El Ayuntamiento de El Prat y los ecologistas aprovechan el tirón de orejas europeo para exigir la paralización de la ampliación del aeropuerto Josep Tarradellas.
Cuatro nimias hectáreas de terreno del perímetro exterior del aeropuerto Josep Tarradellas de Barcelona-El Prat han puesto en un brete la credibilidad de la protección de los espacios naturales del Delta del Llobregat y las aves que lo habitan.Y no solo eso. Que la mismísima Unión Europea (UE) haya dado un tirón de orejas a España (y de rebote a la Generalitat que es la responsable territorial de la red Natura 2000) porque las medidas ambientales adoptadas tras la ampliación aeroportuaria y portuaria son insuficientes, y porque se ha usurpado un suelo reservado a los humedales, ha servido de inesperada munición para que las distintas administraciones implicadas y los movimientos vecinales y ecologistas vuelvan a enarbolar las espadas y a intercambiar acusaciones y reproches. Aun a sabiendas de que (por ahora) se pelea en vano, porque no habrá veredicto hasta que la Generalitat redacte y apruebe el Plan Director del Delta, una iniciativa que todavía está en pañales.
La caja de los truenos se ha abierto cuando la UE ha estimado una demanda de la entidad ecologista Depana y ha determinado que la actual parrilla de taxis de la terminal T-1, el solar destinado al parking VIP y el aparcamiento para los visitantes del espacio natural del Remolar se han construido en zona protegida. Sin embargo, el plan director del aeropuerto (aprobado a finales del siglo XX) califica los terrenos como “actividad complementaria” mientras que la posterior regulación del espacio como pieza de la red europea Natura 2000 los eleva a la categoría de zona de especial protección para las aves (ZEPA). “Las dos normas son del mismo rango”, así que ambos usos son a la vez válidos e “incompatibles”, reconocen desde el gestor aeroportuario AENA. Así que el entuerto solo puede solventarlo una directriz “de rango superior como el Plan Director del Delta”, aclaran las mismas fuentes. Así que la pelota está en el tejado de la Generalitat.
Sin embargo, el conseller de Territori i Sostenibilitat, Damià Calvet, no ha desaprovechado la ocasión para tirar pelotas fuera y culpar del desaguisado a España y exigirle”el cumplimiento y el incremento de las medidas ambientales compensatorias establecidas en su día ante la ampliación del puerto y del aeropuerto”. No obstante, el titular de Territori apuesta por una entente entre las dos administraciones que lleve a la UE “la retirada” de la reprimenda porque “los compromisos que tomaremos serán firmes”, asegura.
El propio Calvet ha reconocido que el plan director no está listo, aunque “los trabajos de base están hechos”. Y, aunque considera que decidir si los aparcamientos pueden quedarse o no es cosa del Estado y de la UE, propone como solución “que se restaure la realidad física alterada del espacio” porque el futuro plan de protección del Delta “lo recogerá”, asegura el conseller, algo que AENA ya prevé hacer con el terreno asfaltado en el que definitivamente no se habilitará el aparcamiento VIP. Pero, de momento, la parrilla de taxis no se elimina.
En mitad del fuego cruzado, el Ayuntamiento de El Prat ha exigido el archivo definitivo del proyecto de ampliación del aeropuerto, impensable a día de hoy si ya no se están protegiendo lo suficiente las zonas naturales. Las plataformas Ni Un Pam de Terra, Zeroport y SOS Baix Llobregat y los ecologistas de Depana también han suscrito un manifiesto conjunto en contra del crecimiento urbanístico en todo el Delta, contra la ampliación del puerto y el aeropuerto, y a favor de la preservación de las zonas protegidas. III