Silence, el principal fabricante de motos 100% eléctricas de España ya se ha repuesto completamente del incendio que devastó su planta de Molins de Rei el pasado 5 de noviembre.
Es más, gracias al esfuerzo colectivo de la plantilla, la compañía ha logrado aumentar un 20% sus ventas. “Hay trabajadores que han llegado a trabajar 24 horas al día para que pudiéramos salir adelante”, explica Antonio Martínez, director de comunicación de la firma, que ahora tiene su base de operaciones en Sant Boi y que es proveedor de Seat.
El meteórico resurgir de sus cenizas del líder español de motos eléctricas ha sorprendido a propios y a extraños, especialmente a la competencia que mira “con estupor”, las inmejorables cifras económicas de la compañía, reconoce Martínez. Parte del mérito es atribuible a la Conselleria de Industria de la Generalitat,que desde el principio ha contribuido financieramente con el plan de viabilidad.
Pero es indudable que detrás del la recuperación está la propia filosofía de la marca. “Las primeras semanas después del incendio fueron muy duras. Nuestro CEO, Carlos Sotelo, desde el primer momento afrontó esta situación no como un problema, sino como una situación a la había que buscar solución cuanto antes”, relata el directivo de la marca española puntera de las motos eléctricas. Y el viejo dicho de que “el movimiento se demuestra andando” cobró más vigencia que nunca.“No perdimos ningún tiempo en lamentaciones. En cuanto comprendimos lo que había ocurrido, valoramos los daños y nos centramos en poner de nuevo en marcha la producción nos dimos cuenta de que ya no hablábamos del incendio sino de la recuperación de la planta”, recita como en una letanía.
Concienciación y argumentario
El tirón en la facturación de Silence tiene mucho que ver también con el covid-19 y las restricciones de movilidad. “Hace un año por estas fechas estábamos confinados, no circulaban coches y el nivel de polución cayó de manera espectacular. Esta nueva situación ha hecho que la propia pandemia nos haya hecho parte del trabajo. Ha reforzado nuestro argumentario de ventas, porque ha concienciado a la gente de que había un problema y que la movilidad eléctrica era una solución”, admite el director de comunicación de Silence. Este cambio de mentalidad propició que el récord de ventas de la compañía hasta el momento se registrara en septiembre de 2020, justo después del final de la desescalada.
La adversidad ha funcionado como un incentivo para la marca de motos eléctricas, que va a seguir al pie del cañón, innovando en el sector de la automoción ligera en España. Antonio Martínez explica que la compañía tiene previsto lanzar nuevos productos a corto plazo (hay quien aventura que uno de ellos es un revolucionario coche de pequeñas dimensiones completamente eléctrico), pero prefiere guardar el secreto “para sorprender al gran público cuando se lancen al mercado”, subraya el directivo de la marca.
No obstante, hay dos iniciativas en marcha de la compañía de motos eléctricas tan importantes para la empresa que no pueden ocultarse. La primera es la inauguración de la nueva sede central de la firma, que se muda del Baix Llobregat al Eixample de Barcelona, en concreto a la calle Córcega.
La segunda y “la más ambiciosa”, avanza Martínez, es de tipo técnico, por lo que tiene una importancia vital para el futuro de Silence. Se trata del intercambiador de baterías, un componente que va a suponer un antes y un después no solo para el devenir de la firma con base en Sant Boi, sino también para todo el sector de la movilidad eléctrica.
Las baterías extraíbles serán como las nuevas bombonas de butano del siglo XXI |
El futuro de la movilidad eléctrica ligera se va a construir “en base a las baterías extraíbles”, defiende Antonio Martínez, director de comunicación de Silence. La intercambiabilidad puede suponer un hito como en su día lo fue la invención de la bombona de butano, que permite llevar el gas prácticamente a todas partes. “Las baterías se van a convertir en una especie de bombona de butano del siglo XXI. Ya no será necesario recargarlas. Lo que se hará será llevar la batería agotada a un punto de intercambio y allí sustituirla por una nueva”, asegura Martínez. Hay dos sólidos argumentos que avalan este vaticinio. De entrada, la reducción del tiempo de espera de la carga. Y, algo crucial: las motos eléctricas de nueva generación se venderán sin batería, con lo que su precio “estará por debajo del de una moto de combustible fósil”, apunta el directivo. La clave reside en que el precio de partida de la suscripción de estas baterías extraíbles rondará los 25 euros. Y el futuro ya está aquí porque este mismo año 2021 está previsto que se ponga en marcha una prueba piloto del sistema de intercambio en ciudades de Madrid y Barcelona. |