En España, los partidos de gobierno, tanto el central como los autonómicos, han adquirido el vicio de prometer electoralmente y mercadear en la aprobación de presupuestos con las obras públicas sin pararse a realizar una planificación a largo plazo de las prioridades ni elaborar una evaluación técnica y rigurosa de la relación entre coste y beneficio de muchas de las obras previstas o realizadas.
Luego pasa que tenemos aeropuertos sin aviones, vías mal dimensionadas o regiones enteras que se ven relegadas, generando con ello que surjan formaciones como Teruel Existe que no hacen más que agravar el problema.
Las infraestructuras suelen tener un alto coste económico y un importante impacto medioambiental, no se pueden proyectar a golpe de promesa electoral populista ni mercadeo precipitado en una negociación presupuestaria; especialmente en el contexto económico en el que nos encontramos, con una inflación creciente, una deuda pública desorbitada y un elevado déficit de las cuentas públicas estructural. Desgraciadamente, es un vicio constante de las fuerzas del bipartidismo, PSOE y PP, comprometerse con obras con buena prensa en sus zonas con mejor expectativas electorales o allí donde hay fuerzas políticas localistas en las que sostenerse en una votación presupuestaria.
Puede resultar muy estimulante realizar una carta a los Reyes Magos con las infraestructuras deseables en tu territorio, pero hay que ser muy prudente con los siempre limitados recursos públicos que provienen de los impuestos que pagan los ciudadanos. Además, se generan unas expectativas que muy frecuentemente llevan a la decepción de los ciudadanos y el descrédito de la política. Así, por ejemplo, el partido socialista lleva desde 2007 dando por inminente el soterramiento de las vías de l’Hospitalet, una obra que urbanísticamente sería muy beneficiosa para la ciudad, pero cuyo coste y dificultad técnica debería obligar a la prudencia a la alcaldesa de la ciudad, muy dada a realizar grandes anuncios que se acaban quedando en nada. III
Si (
No(
