Una respuesta contundente a la violencia machista

Reflexionar sobre el tema sirve para constatar que la herencia cultural patriarcal, ese vaho siniestro que permeabiliza nuestra sociedad, sigue latiendo con fuerza. Ya sea en conversaciones de barra de bar o en Internet, la violencia machista sigue presente en todos los espacios. En el ámbito digital, amparados la mayoría de las veces en el anonimato, los discursos antifeministas o directamente negacionistas campan a sus anchas, y su alta viralidad nos indica que el problema es mayor de lo que nos imaginábamos. Y desolador resulta conocer, según datos del Ministerio de Interior, que la mitad de las víctimas de diciembre pasado y el 42% del conjunto de 2022 habían presentado denuncia; en todos esos casos, se activaron los protocolos de protección, pero finalmente no resultaron eficaces.

Estos datos, sin embargo, no deben alentar la sensación de fracaso colectivo que ahora nos embarga. Urge, eso sí, una respuesta contundente por parte de las instituciones y las diferentes administraciones que sirva para atajar el problema, recuperar la confianza de las mujeres que denuncian y suscitar esperanza en aquellas que están viviendo en silencio una situación de maltrato.

Para ello, es necesario seguir apostando por las campañas informativas y de concienciación para combatir los estereotipos machistas y movilizar a la sociedad en defensa de las mujeres, pero al mismo tiempo resulta prioritario reforzar la prevención: los protocolos de valoración del riesgo a partir de la información proporcionada por la víctima y los datos sobre el agresor deben optimizarse. Y ello incluye incorporar mecanismos para mejorar la vigilancia sobre los maltratadores. Y no olvidemos, por último reforzar en la medida de lo posible aquellos servicios de atención material a las mujeres en los municipios.
Actuemos para que estas medidas sean pronto una realidad que ponga freno a esta ola de violencia contra las mujeres y nos permita seguir avanzando hacia una sociedad igualitaria.